24 may 2011

Haciéndome la borracha



Un relato de: Krakkenhere.

Holas a todos(as), mi nombre es Rossy, ahora tengo 32 años y estoy casada, pero la confesión que deseo compartir con ustedes es referente a un suceso que tuve hace 7 años, cuando aún soltera, estudiaba en la Universidad ,y, siendo sinceros, era yo una reverenda borracha que pasaba más tiempo “empinando el codo” con mis compañeras y compañeros de clase, que estudiando a conciencia; en esas casi interminables veladas, hice miles de locuras, pero la que más recuerdo aún –y que me estremece de la excitación, pese estar yo ya casada-, es la que paso a contaros:

En aquellas épocas yo ya tenía un novio que, como me conoció como una chica que disfrutaba jaraneando un día si y otro también, pues me permitía ciertos excesos, como el de salir solo entre mujeres, con mis compañeras de facultad, dos o tres veces por semana. Igualmente, tenía yo muchos amigos y entre ellos se destacaba Aldo, un guapo chico de 26 años, que ya estaba por terminar Administración de Empresas. Aldo era un buen chico, excesivamente tímido para mi gusto, pero realmente muy noble y leal; a pesar de ser muy varonil, medir 1.75 de estatura y tener un tono de piel color aceituna, unos grandes ojos en tono azabache, y una pinta general de actor de cine, nunca le conocí una pareja: algunos decían que era “rarito”, pero la verdad era que evitaba enamorarse por que era demasiado bueno para las lagartonas que merodeaban en la Universidad.

De ese hecho, el que Aldo era bueno hasta decir basta, yo me aprovechaba: mi amigo tenía un primoroso departamento en pleno centro y muy cerca de la zona de bares y discotecas, por lo que era frecuente que, escapándome de la Universidad o de la casa de mis padres, me aparecía a cualquier hora en su depa portando mi mochila y ropa para cambiarme; me encerraba en su baño y salía “vestida para matar” y, dejándole mis cosas, salía disparada a una noche de juerga.

- ¡Parece que hubiese yo alquilado el depa contigo incluida! -, era lo máximo que me recriminaba.


No importaba si regresaba muy tarde o completamente borracha, casi cayéndome: el muy bueno de Aldo siempre me aguardaba despierto, me permitía ducharme o descansar un rato, antes de volver a casa. Tampoco era raro de que, ebria y sin un céntimo, mi mejor amigo me embarcase en un taxi rumbo a casa, pagando él la carrera.

No le temía yo para nada: era tímido y muy decente, por lo que yo no tenía reparos en aprovecharme de su generosidad y comprensión, ni menos desconfiaba yo de que se pudiese propasar conmigo, y eso a pesar de que yo era (y soy aún), atractiva para los hombres: si bien soy bajita (1.65), lo compenso con unas piernas bien torneadas, un culo redondo, grande realmente y muy provocador y unos senos anchos y redondos, de pezones y aureolas grandes, los cuales no me canso de exhibir con blusas y camisetas de generosos escotes.

La tarde de un sábado, me reuní con un grupo de amigas y abandonamos las clases de la Universidad, en busca de diversión: había yo quedado con mi novio para pasar la tarde juntos, pero pudo más mi deseo por unas cervezas bien heladas, dado el calor que hacía aquel día; fue así que, tras dirigirnos a nuestro restaurante favorito, mis amigas y yo comenzamos a darle a beber sin parar. Al poco rato, unos chicos se nos juntaron: eran de la misma Universidad que nosotras y, tal vez sabiendo nuestra fama de borrachas redomadas, comenzaron a pedir bebida tras bebida; ¡habremos bebido esa tardeee!!! La cosa es que todo se salió de control: al rato, yo y mis compañeras éramos masilla en las manos de esos sinvergüenzas; sus manos nos recorrieron todas.

No paré de beber y, ya pasadas unas horas, recuerdo nubosamente haberme peleado por el celular, con mi novio, que estaba histérico por haberlo dejado plantado. La tarde moría y yo, ya completamente ebria, recuerdo apenas que uno de esos chicos, me cogió salvajemente, en el baño de damas del lugar; estaba yo ya “ida”, pero recuerdo bien al tipo ese bombeándome contra la pared y yo mansamente me dejaba, con los jeans y mi calzoncito, bajado hasta las rodillas. Luego me recuerdo sentada de nuevo en la mesa, bebiendo,… y sintiendo mi coñito de zorrita, húmedo de semen. Pasado un rato, y por puro instinto, me incorporé y tras deshacerme del tipo ese enfilé a la calle. Con el cerebro en automático, me subí a un taxi y me dirigí a casa de mi buen amigo Aldo: sabía que podía contar con él, dado mi estado. Me acuerdo que Aldo me abrió la puerta y me soltó su acostumbrado:

-…¡Pero Rossy: otra vez!!!,…
-…Perdona,… amigo,… ¡hip!,… -le repliqué sonriente y casi cayéndome-,… estoyyyy,…borrashaaaaaa,…. ¡glup!,…¡necesito tu baño!,…

El resto se lo imaginarán: yo encerrada en el baño, sintiendo que me moría y Aldo, pegado a la puerta, preguntándome si necesitaba un vaso de agua, un té o algo parecido. Yo adentro me mojaba la cabeza con desespero, pero dichosa: sabía que mi amiguito Aldo me protegería y me ayudaría a pasar el trance. De lo borracha que aún estaba (¡no de me pasaba!), salí finalmente y comencé a bromear con Aldo en la puerta del baño: sin ningún pudor le dije que, a mi amiga Laura (el amor imposible de Aldo en la Universidad,…), “…un tipo se la había metido hasta las bolas en el baño del restaurante,..”, donde habíamos estado tomando. Luego le dije que, ella era una zorra, y si él no se la había cogido era por ser “un cojudo a la vela,…” Así yo trataba de borracha a mi amigo Aldo: le soltaba bromas crueles,… pero él sabía bien que eran verdad,…

- …¡Quiero dormiriiiir,… ‘toy cansadaaaaaaa!!... –le dije entonces, en mi beodez-,… ¿y sabesss por qué?,… por que a mí también me han clavado por la conchaaaaaa!,…
- ¿En serio? –me dijo Aldo, para luego agregar, tal vez queriéndome hacer sentir mal, tras haberlo hecho yo con él-, ¡y también!,… si tú cuando escuchas “¡quítate la ropa y acuéstate!”, lo haces toda obediente,…

En ese momento estaba realmente borracha y al escuchar esas palabras “quítate la ropa y acuéstate”, tal vez pensé en mi enamorado,… o en el tipo del restaurante, no sé, pero obedecí como mansa paloma: sin importarme que Aldo estaba a mi lado, sonreí, cerré los ojos y de un tirón, me saqué por encima de la cabeza la camiseta que llevaba. Acto seguido, me desabroché el brassiere, dejándolo caer a mis pies y mostrando toda devergonzada, mis tetas pequeñas, y mis pezoncitos ya erectos por el frío. Creyéndome quizás que estaba en la intimidad de mi cuarto o en el depa de mi novio, lancé mis zapatos y me quité el pantalón y las bragas juntas, casi cayéndome; ¡recuerdo haber escuchado una exclamación de satisfacción de Aldo a mis espaldas, sintiéndolo incluso como un vaho de aliento de macho excitado, sobre mi espalda! En fin, no paré hasta quedar desnuda por completo ante sus sorprendidos ojos, para luego dejarme caer boca abajo en su cama, exhausta.

Aún con los ojos cerrados, pude percibir un silencio pesado en el cuarto, tras el cual, Aldo, mi amigo, respetándome como siempre, salió en puntas de pie y cerró la puerta, dejándome sola. Confiada en mi buen amigo, dormí no sé cuanto: tal vez fue como una hora, ya que al entreabrir mis ojos, vi por la ventana que la noche ya había llegado.

Estaba yo ya despierta y consciente (el sueñecito me había hecho muy bien), pero me decidí a quedarme ahí un rato, descansando. Pasados unos minutos, y cuando ya pensaba en vestirme e irme a casa, se abrió la puerta de nuevo. La penumbra era total, pero con los ojos entrecerrados, reconocí a Aldo, que entraba de nuevo a su dormitorio. Entonces se me metió la idea loca: quería hacerme aún la borracha, a ver qué hacía entonces mi mejor amigo. No lo niego: sabía yo que estaba completamente desnuda, y que acostada así le enseñaba todo, sobre todo mi culo coqueto y redondito,… pero quise averiguar qué tanto podía confiar en Aldo.

En silencio, se acercó a mí, y se sentó en la cama, a mi lado. Me imaginé que estaba temeroso y excitado a la vez, así que para “darle valor”, comencé a roncar con fuerza, como para que pensara que yo dormía profundamente. Mi idea inicial era ver adónde llegaba, pararlo en seco al primer atrevimiento (despertándome, obviamente), y hacerle un papelón fingido, para que se muriera de vergüenza. Voltee mi cabeza y apoyándola bocabajo en su almohada, esperé a ver qué pasaba.

Aldo era tímido en cierta medida y el que no hacía nada pasados buenos minutos, reforzó mi confianza en él,… a la vez que me decepcionaba (¿acaso no era yo apetecible para él?) Estaba a punto de desechar mi idea original, cuando me sentí erizar toda: con una suavidad infinita, sus dos manos se posaron en mis nalgas, ¡pero que deliciaaa!, sus manos eran varoniles, pero tan suaves como no me lo había imaginado ¡y me acariciaban con una suavidad increíble ambas nalgas, era como un masaje, pero deliciosooo! Haciendo círculos con mis nalgas, Aldo me las separaba, para luego juntarlas, y así una y otra vez, ¡podía escuchar sus suspiros entrecortados, sus jadeos contenidos y me sentía yo dichosa de ser deseada!

Esa caricia, hacía que, primero mis nalgas se abriesen, dejando entrar un airecito delicioso en mi agujerito posterior, para luego juntarlas, y con ese segundo movimiento, los labios de mi concha se frotaban uno con otro,…mmmm!,… ¡me estaba mojando con ese masaje eróticoooo!!! Pasado un buen rato, en el que casi no pude contener mis suspiros de gozo que ya me inundaban, decidí detener todo eso y hacer mi pequeño escandalote fingido,… pero no pude: una ráfaga de aire caliente se apoderó de mis nalgas: ¡OOOOHHHHHH!!!!!,… ¡con total atrevimiento, la lengua de Aldo se apoderó de mi estrechísimo ano!!!,….¡AAAAAHHHHH!!!, ¡en un segundo me enloqueció sentir su lengua experta, vibrante recorriéndome la cola, ensalivándomela con tanta deliciaaaaa!!!! Me costaba muchísimo trabajo controlarme, y mucho más el soltar gemidos de placer, los cuales debía sustituir yo por los suspiros de una persona que dormía,…

El dormitorio a oscuras, yo desnuda y siendo lamida en mi cola con tal delicia, me encendió tremendamente: no me importaba ya que mi buen amigo, con ese acto, echaba por tierra toda mi confianza en él,… y la amistaaaaad,… ¡pero es que me estaba excitando al máximooooo! Finalmente la cabeza me explotó y ya no quería nada más que ser cogida: estuve a un tris de olvidarme de la mentira esa de hacerme la dormida, y alzar mi cola desvergonzadamente, y pedirle a Aldo que me coma la concha con toda confianza,… y que me penetre ya, pero el sonido del timbre lo sobresaltó ¡Maldición, qué inoportuno!!, pensé. Aldo se fijó si yo seguía “dormida” y caminando en silencio, salió nuevamente del cuarto.

Acostada y haciéndome aún la dormida, me sobresalté al escuchar risas bulliciosas de hombres en la sala, ¡habían venido sus amigos!!! Eran tres amigos suyos, conocidos míos también: Pablo, un apuesto donjuán, Mario, un fornido moreno y Steve, un tipo alto, atleta y modelo de pasarela, que jamás podía tener una conversación decente sin hablar de sexo. Por lo que pude oír a través de la puerta, me enteré de todo: Aldo y sus amigos habían quedado días antes de ir a su depa a ver videos musicales y a beber unos tragos,… ¡y yo había caído al depa de Aldo, y ahí me hallaba desnuda y tirada en su cama!! Por un instante pensé en vestirme a toda prisa y salir a la sala, excusarme e irme disparada, pero,… la verdad no sé qué me detuvo: tal vez fue la excitación que me había prodigado Aldo o tal vez, el deseo de hacer otra locura,… no lo sé, ni siquiera el día de hoy.

Me quedé así nomás, desnuda y húmeda, siguiendo con el cuento ese de la borracha dormida. Desde afuera, la bulla de la música y las risotadas de los chicos llegaban a mis oídos: “¡carajo!” -pensé-, “estos se están dando la gran farra y yo con ganas de un trago,..” Pasado un buen rato, la música se paró de pronto y los chicos comenzaron a murmurar algo y luego a estallar en risotadas; no pude escuchar nada, pero era obvio ¡estaban hablando de mí! A pocos escuché frases cortas: que yo estaba adentro, poco más y desmayada de borracha, ¡luego hablaron de mi desnudez y de otras cosas subidas de tono! Siendo sincera, lo que escuché me excitó aún más,… me hizo estremecer: mi cabecita volaba sin control,… pensando si serían capaces,…

Pasó luego un cuarto de hora quizás y al parecer, ya bien borrachos, con la música otra vez a todo volumen, la puerta se abrió de nuevo, ¡era Aldo que volvía! Me quedé quietecita, dizque roncando y suspirando: quería ver qué me haría ahora. De afuera, se volvía a escuchar a los demás murmurando y riéndose quedamente. Sentí que Aldo se apoyaba con las rodillas a los pies de la cama,… a los pies de mi personita. Cerré yo los ojos, esperando,…. Al poco, sentí cómo me separaba las piernas lentamente, suavecito, como para impedir que yo “despertara” Yo temblaba de la ansiedad, ¡mi amiguito me preparaba para ser penetrada!! Yo me dejé abrir las piernas y no lo niego: la conchita se me mojó irremediablemente, imaginándome que iba a ser cogida “contra mi voluntad” (¡por que yo ya estaba bien despierta!,…) Me costó mucho trabajo contenerme y no gemir de gozo al sentir sus dedos abriéndome los labios vaginales y dando paso, lentamente, a su verga.

¡OOOOOhhhh!!!, no podía verle el pene, pero pude sentirlo deslizándose dentro mío, muy lentamente, ¡ERA GRUESOTAAAAAA, y me estaba dilatando la concha por completoooo!!! Jamás le había visto la verga a mi amiguito, pero sentirla así, enorme, abriéndose paso dentro de mis entrañas, lenta y suavemente ¡fue la dichaaaa!!! Ya sintiendo más confianza de mi estado de “desmayada”, Aldo me cogió de las caderas y comenzó a bombearme muy despacito: siempre me había gustado que me cojan con fuerza animal,… pero esta vez, siendo follada despacito, fue una nueva experiencia maravillosa para mí. Podía sentir con todo detalle cómo la cabezota de su verga se abría paso dentro de mí, abriéndome mis pliegues internos, para luego retroceder y quedar atorada por mis gruesos labios vaginales, impidiéndole así salir,…. Mmmm!,… ¡mi amiguito tenía una verga divinaaaa!!!!

Aldo me bombeó con toda confianza casi un cuarto de hora, conteniéndose de soltar gemidos de placer, mientras que yo,… haciéndome la dormida, exclamaba apenas,…

- ….Mmmm,… mmm,… mmmm,….

Quería que esa silente y pausada follada durase para siempre, pero mi conchita apretada lo impidió: Aldo se estremeció, soltó un gemido contenido y se vació, casi apenas sacándomela dentro, y me bañó las nalgas de lechada, ¡Ahhhhh, qué calientitaaaaa!!! El orgasmo me llegó mientras su abundante leche se derramó por encima de mí, dejando yo un pequeño charco alrededor de mi entrepierna: tuve que morder la almohada, para evitar soltar un grito de gusto. Sin hacer ruido una vez más, Aldo, mi amigo, se retiró del cuarto, dejándome satisfecha en extremo. Al rato que llegó afuera, les escuché soltando aplausos y risas con sus amigos, como felicitándolo, ¡y yo me sentía yo una zorra completa, pero lo estaba disfrutando enormemente!

Pasó un tiempo algo prudente y mis más locas fantasías se hicieron realidad; la puerta se abrió otra vez y yo apenas abriendo los ojos, y en la complicidad de la oscuridad, lo pude ver: el que entraba era Pablo, ¡esos habían decidido cogerme por turnos! Yo era entonces una perrita desvergonzada, lo admito, ¡pero nunca lo había hecho con varios tipos a la vez!!! Todos mis temores o vergüenzas ante la idea de ser prácticamente violada por cuatro chicos desapareció de pronto al ver bien a Pablo: ¡se estaba desnudando por completo frente a mí, dejándome ver su espléndido cuerpo y su verga larga y erecta al máximo!!! Me preparé entonces a lo que se me venía: cerré los ojos y aguardé ser cogida de nuevo.

La cama crujió sonoramente ante el peso del amigo de Aldo, que se encaramó encima mío con total desverguenza: casi al instante sentí sobre toda mi pielcita, sus músculos bien torneados y firmes, ¡pero lo más delicioso fue sentir su gruesa y erecta verga en medio de mis nalgas!!! Pablo tenía una pieza gruesota, de cabeza redonda, que así apoyada encima de mi culito, ¡era riquísimo sentir cómo goteaba ya leche y cómo abarcaba en largo mis nalgas por completo y más aún!! Mis amigas morían por el apuesto Pablo y yo iba a tener la dicha de entregármele.

Pablo comenzó a frotarse contra mí, jadeante: ¡ooooohhh!!!, ¡era delicioso en extremo sentir cómo su piezota la restregaba contra mis nalgas, embarrándome la raja del culo por completo con mis jugos y su lechada incipiente!!! Deslizando sus manos por debajo de mi cuerpo, el amigo de mi amigo se me prendió por completo de las tetas y me la clavó toda: ¡Wooow: que rica cogidaaa!!! Ya no pude contenerme; la pieza de Pablo la sentí golpeándome hasta lo más hondo, lo juro,… pero como debía seguir haciéndome la borracha, apelé a un artilugio para poder gemir al menos un poco, a mis anchas:

-…¡Mmmmm!,… ¡mhhhhh!!!,… César,… Césaaaaaar!!,…

César era mi enamorado de aquel entonces, y Pablo primero se detuvo,… pero luego supuso lo que yo quería: que creyese que estaba tan borracha que pensaba yo que estaba cogiendo con mi enamorado ¡Entonces la cogida empezó a volverse fenomenal!! Sintiendo la confianza de que yo estaba inconsciente de mis actos, pero consciente de que me estaban cogiendo, Pablo me alzó por completo y me dio con más fuerza, obligándome a ponerme en cuatro –mientras yo me hacía aún la desmayada-, pero penetrándome con furia, ¡así es como me gustaaaa!!!

- …¡Ahhh!,… mmmahh!,… ¡César,… Céesaaaarr!!,… ¡ahhh!!!-, gemía yo con los ojos cerrados, sintiendo con gozo loco cómo sus huevotes me latigueaban las nalgas.

La follada que me propinó Pablo duro muy poco para mi gusto: mi conchita estrecha le hizo explotar su lechada dentro de mí rapidísimo, ¡su vergota erecta y chorreante salió de dentro de mí sonoramente!!,… mientras yo, siguiendo mi pantomima, me dejé caer rendida sobre la cama, como una muñeca de trapo,… pero con una amplia sonrisa en el rostro,… y que él no vió. Haciendo como que yo cambiaba de posición en la cama de mi amigo, pude ver de reojo a Pablo vistiéndose: hubiese deseado ponerme de pie y meterme su verga en la boca por completo y no dejarlo ir, pero yo ya estaba descontrolada: quería probar más verga nueva.

La puerta se cerró nuevamente y volví a escuchar los comentarios de los chicos, ¡Pablo les contó que yo creía que follaba con mi enamorado! La estaba pasando yo fenomenal y quería más, ¡MUCHO MÁS! Sabía que faltaban aún dos chicos: entonces me decidí a mostrarme de otra forma al siguiente: me di vuelta y me abrí de piernas por completo, para regalarle el espectáculo de mi concha abierta ya sin remedio y rezumando semen.

El siguiente en entrar fue Steve, ¡ah: se quedó de una pieza viéndome desde la puerta del cuarto, toda abierta!! Estaba yo hecha ya una puta completa,… una puta borracha e inconsciente,… aunque ya la borrachera me había abandonado hacía rato. Quería ver yo su cuerpo de modelo desnudo, ¡pero el muy marrano no me regaló esa dicha!, solo se abrió el cierre y sacó su verga larga y coloradota. A pesar de eso, me sentí gozosa con su actitud para conmigo, ¡como si fuese yo cualquier cosa, me tomó de los tobillos y me arrastró hacia el borde de la cama, con las piernas abiertas al máximo!!

Estuve a punto de gritar de gozo de ser vejada así,… pero debía yo “seguir dormida”,… Mansita total,… me dejé arrastrar hasta el borde de la cama, sintiendo mi culo alzado de un solo tirón, y terminando con mis piernas medio muertas, alzadas del todo, colocándose Steve como si nada, mis tobillos en sus musculosos hombros, ¡Auuuuuuh: su verga se me incrustó toda de un solo empujón!!

Solté un gemido gutural, casi animal: ¡si no me hubiese controlado, hubiese abierto los ojos enormes, casi saliéndoseme de las órbitas!! Mi concha mojadísima y aún media llena de leche, sonó con fuerza, al recibir el envión de ese animal que me penetraba a su entero gusto.

- …¡Mmmm!,… ¡mmmmhhh!!,… ¡Cé,… saaar!!!,… ¡Cé,…SAAAR!!!,… - gemí apenas controlándome, fingiendo pero crispando el rostro, con los ojos cerrados, sintiéndome estremecer toda, convulsionando ante las potentes y fortísimas embestidas de ese salvaje que parecía que deseaba partirme toda.

¡Quería gritar como una marrada: ME ESTABA ZAMAQUEANDO POR DENTRO, ME LA ESTABA HUNDIENDO HASTA HACERME DOLER POR DENTROOO!!!; Steve era un maldito salvaje; me penetraba como si en eso se le fuese la vida, sin importarle los salvajes golpes que me daba con su pelvis contra la miaaaaaaaaaa!!,…mis piernecitas volaban de un lado a otro con cada embiste,… ohhh!,… mi conchita rojísima ya de tanta penetración soltaba a la vez semen de todos ellos con cada golpeteo, manchándome desde el ombligo hasta el agujero del culo,… mmm,… y dejando manchones de lechada por toda la cama!

Con los ojos cerrados, comencé a contraer mi conchita con fuerzaaa!!!, ¡quería sentir su verga gruesa, su cabezota inmensa haciéndome daño por dentro con cada penetradaaa!!! ¡AHHHH: SEGUÍA YO CASI GRITANDO EL NOMBRE DE MI NOVIOOO, MIENTRAS GOZABA SIENDO LA PUTA DE OTROOOOS!!!

Casi terminé llorando: Steve hizo que yo me corriese con fuerza, ¡y no paró su fortísimo mete-saca hasta hacerme tener otro orgasmo casi de inmediatooo!!! Apenas terminó de llenarme,… hasta casi hacerme sentir su caliente lechada hasta mis narices, me dejó caer en la cama. No le interesaba yo para nada; solo era yo una puta, borracha y desnuda, así que ni se inmutó cuando yo me giré y me puse casi en posición fetal, y me tomé la raja con la mano: ¡no paraba yo de soltar semen por mi agujerito entreabierto!,… me dolía, me ardía, sí,… pero sentía a la vez que me moría de gozo, de dicha!!,… de ganas de quedar inconsciente a punta de machos en celo,…

Faltaba Mario; realmente nunca me interesó como hombre hasta ese momento, pero,… en ese momento, había algo que me excitaba sobremanera; mi agujerito posterior ya había dejado de ser virgen, pero aquella noche, ¡simplemente moría yo por una verga grande y gruesa me partiera por el culooo!!, ¡Dios!, ¿qué me pasaba?, no era el alcohol, ni que yo fuese en realizad una zorra,… ¡era el sentir mi cuerpo sudado, violado, oliendo a hombres,… y recorrido por un prolongado placer insanooo!!! Solo tuve que imaginarme la verga de Mario, larga, oscura y lo suficientemente grande para hacerme gritar y convulsionar por ahí atrassss!!, no lo pensé dos veces.

Apenas entró al dormitorio, hice mi última actuación de borracha: me desperecé como si ni siquiera supiese que él estaba ahí; con los ojos cerrados, gesticulé incoherencias y me arrastré haciéndome la semi-inconsciente, tomé una almohada y quedando boca abajó, la abracé, casi enroscándome en ella,… quedando ante Mario semi arrodillada y con el culo en alto, ofreciéndoselo así.

Me quedé ahí, respirando más tranquilita; cerré los ojos y esperé ansiosa: Mario cerró bien la puerta del dormitorio; al fin podría yo si quisiese, gritar y gemir a mis anchas.

Sentí el “¡click, clikc!”, de su correa abriéndose y luego su zípper: mi ano palpitó por un instante, anhelando ser abierto también. No pasó casi nada antes de sentir su mano de macho ansioso cogiéndome con toda confianza las nalgas,…. Mmm,… amasándomelas,… mmm,… echándome ansiosos vistazos a mi agujerito posterior, mientras jadeaba y se masturbaba conmigooo!; Mario al parecer se quedó pensativo un rato y luego, ¡me estremeció toda al meterme casi por completo su índice en el ano!!! No me pude contener y mis nalgas se me contrajeron de inmediato, deliciosamente, aprisionándole el dedo dentro de mi estrecho conducto; gemí suspiré y estuve a punto de rogarle en voz alta, que me viole por el culo,…
¡Me iba a volver locaaaa!, a su primer dedo intruso le siguió otro,….y luego otrooooo, Y LUEGO OTRO!!! Mi ano fue dilatado así por completo por ese salvaje que gozaba como loco abriéndome así, casi como advirtiéndome que me vendría por atrás algo aún mucho más grande y placentero; siguiendo con esa farsa de hacerme la dormida y desmayada, separé un poco las piernas para permitirle que me metiese casi toda su mano en mi ano hasta los nudillos,… y aún sabiendo yo muy bien que iba a gritar como loca si se atrevía a meterme un dedo más,…

¡Quería que me ensarte su verga por atrás de una buena vezzz!!!,… pero ese enfermo disfrutaba como loco metiéndome la mano por atrás. Yo no paraba de suspirar y al parecer eso lo excitaba más, ya que al rato se acomodó casi como para seguir introduciéndome su mano y ver a la vez mi carita tirada en la almohada, con los ojos cerrados y suspirado con fuerza por mis labios entrecerrados.

Pasado un rato, pude percibir en mis labios un sabor deliciosamente familiar para mi: no necesité abrir los ojos para darme cuenta que Mario me estaba pasando la cabezota de su verga por mis labios, ¡wow: sí que la tenía ben grande!!; como queriendo evitar que yo “volviera en mi”, se esforzaba en tratar de que su pieza se abriese paso por entre mis labios entreabiertos para hacer que se la mamase a la fuerza.

No puedo negar que estaba algo decepcionada: sus dedos en mi culo me daban a la vez dolor y placer si, ¡pero yo quería esa piezota abriéndome la cola!!, pero ni modo: al parecer mi pantomima de estar desmayada le excitaba tanto que no deseaba despertarme con semejante –y de seguro-, brutal vejación. Al poco, dos dedos de la otra mano de Mario se prendieron de mi nariz firmemente; me obligaba así a que abriese la boca y respirara así (¡seguro que ese animal ya había disfrutado de otra chica borracha e inconsciente como yo!) Mansita como estaba yo, simplemente le seguí en el asunto: abrí a medias mi boca y dejé que Mario me empujara la verga buscando que se me metiera toda, hasta la garganta.

¡Qué preciosa vergaaaa! Tenía una cabezota grande, caliente y palpitante, que casi se amoldaba por completo a toda mi bocaa!,… cual si fuese yo una bebita que chupa su chupón, yo empecé a chuparle la cabezota de su verga, insistentemente, chupándosela casi con fuerza, mientras él no dejaba de jadear y machacarme el culo con sus dedos!!, ¡ERA UNA SENSACIÓN INCREÍBLE!!!, su verga me inflaba los cachetes desde dentro, tratando de metérseme toda y sus dedos gruesotes en mi ano me hacían lagrimear de gozo, mientras mi conchita se mojaba sin parar y me era invadida por muy fuertes espasmos,… mmmm!!! Mario estaba gozando como loco con mi boquita y eso tuvo sus consecuencias muy rápido para mi gusto: casi como descorchando una botella de espumante, Mario se esforzó para sacar su pene de dentro de mi boca insaciable, para casi de inmediato descargar una inmensa cantidad de semen caliente y espeso por mi boca entreabierta, mi cara, mi cara y la almohada de la cama de mi amigo Aldo. Mario debió sufrir un espasmo de placer muy fuerte casi al instante, ya que jadeó con fuerza y casi con rabia; así me dejó notar que mi mamada fue tan espectacular que nunca antes se había venido tan rápido.

Imposibilitado de seguir dándome guerra –al menos no por el momento-, Mario se subió las pantalones, guardó si desfalleciente pero enrome verga y salió del cuarto, satisfecho, pero imagino que algo avergonzado. Yo por mi parte, apenas entrecerró la puerta, musité un débil “gracias”, pensando en que probablemente mi aventura ya llegaba a su fin, y mientras me relamía sin ningún pudor la lechada de mis labios y cara: siempre me ha encantado el sabor del semen, el cual para mi es un manjar delicioso.

Al rato escuché de nuevo voces de los chicos afuera, en la sala: Aldo, mi buen amigo, le recriminaba a Mario, quién le había confesado el hecho de que me había bañado la cara con su lechada. Al poco rato el bueno de mi amigo entró de nuevo al dormitorio y con infinita ternura se dio el trabajo de limpiarme la cara con un pañuelo: esos detalles son típicos de mi amigo Aldo, siempre tan bueno con los demás y conmigo, y a la vez que, imagino, temía que yo, su mejor amiga, volviese de su estado de inconsciencia y “descubriese” de que él y esos otros tres de sus amigotes, le habían violado a su real gana. Lo que sí, es que Aldo no me descubrió el cuento ese de estar dormida como piedra,… ni mucho menos se dio cuenta que casi no le costó esfuerzo limpiarme la cara de lechada,… y qué decir: estuvo deliciosa.

Tras esto, Aldo y sus amigos volvieron a dejarme ahí tirada mientras bebían y hablaban acerca de qué hacer: discutían entre si hacer una pausa y volverme a coger en turnos o dar todo eso por terminado para que no les descubriera, ¡si fuese por mi, hubiese votado porque me dieran verga hasta el amanecer y de ser posible, entre dos, tres ó todos a la vez!!, pero ni modo: yo no tenía voz ni voto. Estaba tan excitada que no me hubiese importado esperar que se decidieran,… pero no pude: soy una borracha y de tanto escuchar las botellas de cerveza que abrían y los vasos que llenaban y vaciaban, mi sed pudo más; tras un buen rato, me vestí y con mi cara de juerga tremenda (la única que tengo), salí y me les uní como si nada; ¡se la creyeron todita!, me recibieron aliviados al contarles yo que “solo recordaba haber estado tomando cerca a la universidad y luego despertar en casa de mi buen amigo Aldo”,…

Pero siendo sincera, ya no podía ver a los chicos como antes, en especial a Mario; no sé si lo disimulé o no, pero me moría de ganas de que se me volviese a subir el alcohol a la cabeza y me atreviese a insinuármele y lograr finalmente que me llevase a un hotel y ahí si, rogarle que me rompiera el culo con su verga animal,… pero no llegó a suceder: fiel a mis debilidades, simplemente terminé la velada emborrachándome de nuevo, y esta vez si, uno de los chicos me llevó en un taxi directo a casita.


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