24 may 2011

¡Ojalá siempre fueran vacaciones!



Un relato de: Krakkenhere.

Llegué a la casa de la escuela: no me cabía yo de gozo, ¡por fin acabaron las clases! Mi maletín quedó tirado junto a las escaleras; tras repetir varias veces el “ya llegué” de costumbre, reí alegremente: como lo suponía no había nadie en casa, así que subí atropelladamente la escalera, rumbo al cuarto de ella. De un salto caí en su cama, riéndome tan fuerte que hice vibrar todo mi cuerpecito: hacía ese día un calor de los mil diablos y su dormitorio estaba a media penumbra, perfumado con su “Channel Number 5”: era una delicia; no tardé casi nada en tirar al suelo toda mi ropita (¡odioso uniforme!) Tenía que apresurarme, así que mis interiores abandonaron mi lindo cuerpecito casi al instante: sentir mi cuerpito acalorado, completamente desnudo, envuelto al fin por el frío airecito perfumado de su dormitorio era lo único en lo que pensé desde el inicio de clases hasta ese dichoso y feliz día, un día antes del inicio de las vacaciones.

Riéndome como una loquita, abrí el cajón de abajo de su mueble, junto a su cama: ¡aspiré llenándome los pulmones,… mmmm,… delicioso!!! Ese aroma “a seda” y “a ropa interior cara” me estremecía toda, encendía mi juvenil líbido,… haciéndome desear ser ya mayorcita, formadita ya, libre para hacer locuras,… Empecé a revisar entre su ropa interior desordenada con ansias: ¡casi se me saltó el corazón del pecho!, encontré al fondo, un diminuto y escandaloso hilo dental rojo; tras encontrar un sostén de copas y encaje que hacía juego, unas pantyes negras y un liguero, comencé a caminar lentamente, moviéndome con lascivia hacia el espejo de cuerpo entero que me esperaba al otro lado del dormitorio, ¿qué dirían los chicos si me viesen así, desnudita?, me preguntaba yo sonriente, mientras acariciaba toda mi suave y acalorada piel adolescente, frente al espejo: contoneándome, disfrutando para misma de mi tiernita inocencia, me preparaba para ponerme feliz esas prendas, y disfrutar en verme convertida en una putita, deseando ya con todo mi corazón, que llegue el momento de perder mi virginidad.

Parándome en puntitas de pie, me agaché completa y lentamente, alzando mi colita sensual, fui subiendo esas diminutas braguitas por mis piernas, hasta terminar ajustándomela al máximo, disfrutando al sentir cómo ese hilito se me metía en la raja del culo: me miré la colita en el espejo dichosa, ¡viéndome cómo me quedaba divina!,… “¿te gusta cómo me queda, César?” dije en voz alta, estremeciéndome de gozo, imaginándome la cara de César, mi amor secreto de la escuela.

Luego seguí con el sostén: aún no tengo con qué llenarlo por completo, pero no me importa; lo ajusto un poco y me queda precioso ese rojo intenso sobre mi piel blanca y pecosita. Las panties se deslizan deliciosamente para luego ajustarlas con el liguero, torneándome las piernas de una manera preciosa: me veo de nuevo al espejo y me estremezco de la satisfacción; mi cuerpo ya es casi el de una mujer, aunque no sea aún tan escultural y deseable como el de ella. Empiezo a posar frente al espejo: torneo las piernas, quiebro la cintura, alzo la colita y me lanzo besos volados a través del espejo; ¡muero de ganas que los chicos me vean así, toda excitante, hecha una zorrita!!!,… muero de deseo que alguien me vea sí, sobre todo César,…

Al lado del espejo encuentro dos zapatos de tacón alto de ella: me los pruebo tímidamente y me sobresalto de la alegría, ¡ya me quedan! Por fin puedo ponérmelos y lo hago enseguida: me veo al espejo, más alta, mucho más sensual, más erótica,… más deseable,… mmmm!,…

Me recuesto en la cama boca abajo, frente al espejo, doblando las piernas toda sexy, viéndome reflejada y estremeciéndome de gozo: ¡ohhhh, el hilo dental se me mete más en el culooo!!! Sentir las tiritas del brassiere entornando mis hombros redonditos, el liguero apretándome la cinturita, las medias cual segunda piel entornándome las piernas y esos zapatos ajustándome los piecitos es mi dicha, es mi gloria: soy ya toda una mujer y deseo ya un hombre tierno y amoroso que me haga suya!

Aprieto mis piernas una contra la otra: sobarlas enfundadas en seda me excita; de reojo me atisbo en el espejo y entrecierro los ojos suspirando. No tardo nada en imaginarme a más anhelada fantasía: César,…. Mmmm!,… Ohhhh!!, lo veo como si estuviese delante mío, alto, fornido, apuesto,… me masturbo imaginándome su piel morena y sudorosa, como cuando lo atisbo tímidamente en la escuela, cuando juega al fútbol con los otros chicos,… mmmmmhh!!,… ahhhh!!!,… me acaricio pensando en que es él, que me acaricia así, tirada en la cama y boca abajo, recordando cuando le veo el paquete que imagino inmenso dentro de sus shorts… mmmm!!!,… ¡muero por estar así para él, vestida de zorrita, lista para que me desvirgueeeee!!!,…

Me recorro el pecho con mis manos, para luego alzar la cola lascivamente y tomarme las nalgas con ambas manos, abriéndomelas, haciendo así que el hilo dental casi me viole por atrás: “….¡Oooohhhh, asiiiii, Césaaaaar!,…” -grito apagadamente, dejándome llevar por el deseo-, “¡TÓMAMEEEE, CÓGEMEEEE,… HAZME TUYAAAAA!!!!”. Me estremezco ya sin control; ¡Dios me vengo, me vengooooo!.

La puerta de la casa se abre entonces de golpe: ella ya llegó del trabajo. Tengo apenas unos segundos, mientras deja el almuerzo en la cocina. Me llama a voces y le respondo, fingiendo naturalidad. Me saco a toda prisa su ropa interior y vuelo a mi dormitorio a ponerme una bata encima. Meter su ropa en su cajón desordenado, tirarme encima de su cama como si nada y prender la tele es cosa de un segundo. Cuando llega adonde estoy, nada me puede ya delatar.

- Hola mamá,…-, le digo al verla, con timidez.

Primero me recrimina por dejar mi uniforme así, tirado en le suelo: le respondo que no aguantaba ni un segundo más tenerlo encima; luego me mira y me estira los brazos, con una amplia sonrisa, y se me abalanza encima, muy alegre: ¡cómo odio que me estruje, que me coma a besos las mejillas y que me diga con ese falsete de voz que usa conmigo, como si de dirigiese a un crío, “…¡Ohhhhh!, ¡¿Cómo la pasó mi hombrecito en la Escuela Militar?!!!”

Mañana es sábado y todos se irán para la playa,… y yo como costumbre me haré el desentendido y me negaré de plano a ir con ellos: prefiero quedarme solo en casa,… ¡ojalá siempre fuesen vacaciones!

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