30 jul 2012

Ana Kari, la perrita (2)



Un relato de: Krakkenhere.

Llegué muy temprano a la capital: la gente de la inmensa urbe iba de un lado para otro en su ajetreo salvaje por las calles, mientras el sol recién calentaba. Apretando mi mochila con mis poquísimas pertenencias, rápidamente me dí cuenta que en físico y cuerpo, no tenía yo nada que envidiarles a las niñas bien, con uniformes de colegios privados, con las que me cruzaba por doquier,… pero me sentía de lo peor: ¡todo el mundo me empujaba sin más por la calle, casi molestos por mi torpeza para caminar por en medio del gentío citadino!,… los ojos se me aguaban, sintiéndome torpe,… provinciana. Mi joven y descontrolada líbido me había arrebatado de golpe todo lo que yo tenía, y ahora me arrojaba a la gran ciudad, sola, desamparada. Apenas podía pararme un instante en una esquina, apretaba mi mochila contra mis pechos con fuerza, cerraba los ojos y soltando sendos lagrimones, decía quedamente un nombre que se me atragantaba en la garganta:

- …. ¡”Sansón”!!,… ¡snif!,…

Tras pasar horas vagabundeando como una zombie, y tras atreverme a preguntarle a la gente –y recibir esa mirada de lástima de todos-, poco a poco enfilé al Cuartel del Ejército: ahí trabajaba mi hermanastro, César; la única persona que yo conocía siquiera de nombre, en aquella inmensa ciudad. Casi a media tarde y sin nada en el estómago, atravesé el barrio pobre donde se hallaba el cuartel: ahí, todas las mujeres –jóvenes y no tanto-, se agolpaban en grupos en las puertas de sus casas, y me miraban con odio. La proximidad de una instalación del Ejército cerca de un barrio pobre, era para ellas como maná caído del cielo: a las que eran putas no les faltaba trabajo,… y las otras aspiraban conseguir un militar que las mantuviese. Por tanto, la presencia en “su barrio”, de una nena rubilinda como yo, era de lo más despreciable.

Tras recibir miradas fieras de esas tipas, enfilé a la caseta de guardias, a la entrada del cuartel. Tras preguntar por mi hermanastro, me hicieron pasar. Pude sentir perfectamente las miradas de los soldados de la guardia, casi relamiéndome con sus ojos mi culo redondo y goloso; en otras circunstancias hubiese gozado yo de aquella sensación, pero me sentía tan desamparada en aquel momento, que nada me importaba. Al cruzar por el patio de maniobras, más bien me aterré; desde las filas de los batallones que hacían ejercicios tronaron silbidos, exclamaciones y frases de todo calibre:

“Zorrita”, “culito rico”, “mira lo que tengo para ti, putita”,… y mil cosas más; los oficiales ni siquiera les mandaron callar. Una de esas obscenas frases me descontroló por completo: “perrita rica”,… me estremecí por completo, sintiendo cómo mi coñito descargaba electricidad por todo mi cuerpo. Como si me convirtiese de pronto en una animalito, mis sentidos se activaron de inmediato: aquel lugar olía a macho por todas partes,… casi podía sentir el aroma sexo de macho, de cientos, casi miles de ellos, rodeándome. Casi me desmayé de la avalancha de sensaciones que recibí en ese instante. Ya en una sala de visitas del cuartel, me senté a esperar a César: él saldría después de que arríen la bandera. Mientras esperaba pacientemente, más de una oficial se acercó a conversarme: no les preocupaba mi deplorable estado, sólo deseaban ver la forma de poder contactarme luego. Me pidieron mi número de cel, pero yo no tenía. Más de uno se despidió acariciando, mis mejillas o mi cabello: “…si necesitas algo, búscame”-, era lo que todos me decían. Hubo uno muy atento que me trajo algo de comer.

Pasado un buen rato, la corneta sonó y ví como la bandera era arriada. Un cuarto de hora después, apareció por un corredor desierto, haciendo sonar sus pasos, César, mi hermanastro. Era muy alto, casi 1.95, aparentaba unos 28 años y todo en él era brutalidad pura: macizo, puro músculo fibroso, nariz partida y una piel casi marrón, quemada por el sol. Sudaba sin parar y apestaba a macho en celo. Lo que me espantó fue su fiera mirada: era la mirada de un loco, de alguien que no le temía a nada, ni a nadie. Frente a él, yo me sentía lo más diminuto del mundo.

- …¡Y TÚ QUIÉN ERES!,… -, me dijo con su voz ronca.

- …Ana Kari,… Ana Karina,… -le respondí temerosa-,… soy tu hermana,… tu hermanastra,…

Casi conteniendo los sollozos, le dije que mi padre –nuestro padre-, me había echado de la casa (no le dije por qué, obviamente); él me miraba como a un bicho raro: éramos muy dispares,… él alto, yo bajita,… él moreno, yo blanca, rubia, ojos verdes,… pero él sabía perfectamente quién era yo y de dónde venía. Nunca supe el por qué me aceptó en ese instante: tal vez fue lástima o el que le hice recordar, cuando a él mismo lo echaron de mi casa.

- ….Mmm,… ven,… -, me dijo mirándome con desprecio, como si mirase a un perrito callejero.

Caminé detrás de él por casi una hora, recorriendo los barrios más míseros de la ciudad. Finalmente llegamos a una vetusta casona colonial, que amenazaba con venirse abajo. En ese tugurio se amontonaban decenas de familias, a cada cual la más pobre. Tras subir unos escalones rechinantes, César abrió la puerta del que sería mi nuevo hogar: ¡casi me echo a llorar al ver ese lugar!; eran apenas unos cuartos polvorientos y mugrosos. Su casa apenas eran una sala, un dormitorio, un baño diminuto y un altillo; demasiado en las antípodas de lo que había sido el enorme y elegante caserón en el campo, donde yo había crecido.

- ….ESCÚCHAME BIEN, POR QUE NO LO VOY A REPETIR,..-, bramó César con dureza-, en MI casa sólo hay dos reglas: “o hay comida para todos o para ninguno”; esto es lo que hay y a esto te acostumbrarás si te quedas acá. Y la otra es que acá no come quién no trabaja; empezarás a tener este lugar limpio y reluciente,… luego veremos en qué te pones a trabajar,…. ¿entendido?,…

Asentí con la cabeza. César me miraba con rabia contenida; definitivamente yo no le agradaba para nada. En ese momento, miré su uniforme: llevaba bordado su apellido,… “Castro”,… pero ése no era el apellido de mi padre; supuse entonces que ese sería el motivo de su enojo conmigo. Sin decirme nada más, me aventó a la cara una burda frazada militar, y me señaló el altillo: ahí dormiría yo. Tras una espartana cena en silencio, nos fuimos a dormir. Ni siquiera tenía yo una ventana en el altillo para soñar con un futuro mejor,… sólo una pared cuarteada. En las siguientes semanas me fue muy difícil acostumbrarme, ¡me levantaba a gritos a las 5, para hacerle yo el desayuno!; tras salir corriendo al cuartel (30 minutos exactos después), me quedaba sola, en ese horrendo lugar: haciendo de tripas corazón (en casa de mis papis nunca hice nada), luché por limpiar ese cuchitril, así como sudé a mares para cocinar con la miseria que me dejaba César para hacer el mercado,… hacía todo con tal de no sentir su ira: me aterraba mi hermanastro.

Antes de un mes mis pocas ropas estaban ya en un estado deplorable, ¡parecía yo una pordiosera!, pero ni eso alejaba las miradas de los demás: mis enormes pechos me seguían causando problemas; cada vez que iba y venía del mercado, era constantemente abordada por hombres, viejos y jóvenes, o que se afanaban por tocármelas, o que sin pudor, me hacían todo tipo de ofrecimientos: ¿cuánto por una mamada?, ¿cuánto la media hora?, ¿cuánto por el culo?,… para todo el barrio, yo era la “perrita” del Sargento Castro, y todos deseaban también gozar de mi cuerpo, pero nadie se atrevía a proponérselo a mi hermanastro: todos le temían.

Por mi parte, esas propuestas no me encendían: estaba demasiado deprimida. Sólo había una cosa que me descolocaba: por las noches, en mi cama, escuchaba los furiosos ladridos de los perros de la ciudad,… y de solo escucharlos, mi cuerpo vibraba sin control: recordaba las salvajes y deliciosas cogidas que me daba “Sansón”, allá junto al arroyo y simplemente no lo soportaba,…

Guardando absoluto silencio, me quitaba las bragas: mi coñito se mojaba al escuchar los salvajes ladridos de los perros callejeros. Cerraba los ojos y acariciándome el clítoris, me veía a mí misma, desnuda, rememorándome a mí misma, en medio de los pajonales del bosquecillo de junto al pueblo,… a cuatro manos, siendo penetrada con furia animal, por esa deliciosa verga salvaje que me quitó la virginidad y me llevó hasta las cotas de la locura,… ¡ooooohhh!!! ¡Me masturbaba como una demente, llorando a mares, frotándome la concha hasta irritarla, hasta venirme sin remedio!!!,… hasta caer desfallecida. Entonces era yo muy infeliz, y ese era mi único consuelo.

No voy a negar que las propuestas que los hombres de la barriada me desagradaban, pero tras un tiempo ya las veía como la única forma de salir de mi miseria, pero luchaba yo contra eso a pesar de todo. Deseaba yo estudiar de nuevo: se lo propuse a mi hermanastro una mañana:

- ¡Bah!, ¿para qué?,… –dijo molesto-,… si para puta nomás vas a servir,…

Aquella respuesta comenzó a rondarme la cabeza insistentemente, durante varios días, hasta que llegó el fin de mes. Mi hermano me dijo que era día de pago y que volvería tarde, pero que aún así esperaba su le tuviese lista la cena. Para ese día, la poca ropa que yo había llevado a la capital ya estaba hecha una desgracia, por lo que me decidí lavarla toda (total, no iba yo a salir a ninguna parte,…), por lo que a media tarde me quedé solo con vestida con unas braguitas blancas y diminutas, haciendo los quehaceres del hogar, y cuidándome bien de no acercarme en el ir y venir, a las únicas dos ventanas de cuarto de mi hermanastro, apenas tapadas de las miradas del exterior por dos diminutas y casi transparentes cortinitas: a pesar de mi líbido reprimida, de mis deseos de sentir una verga penetrándome, aún tenía miedo de la gentuza esa que me rodeaba, y por eso era que me comportaba así; como si yo jugase a ocultarles a los vecinos mis piernas torneadas, mi culito redondo y apenas cubierto por esa prenda,… mis senos grandes y paraditos por el frío, en fin, mis desnudeces de piel blanquísima en extremo. No puedo negar que daba yo brinquitos en puntas de pie por toda la habitación, riéndome para mí misma, sintiendo vibrar todo mi cuerpo: ¡estaba yo segurísima que mis vecinos me auscultaban desde las ventanas, gozando con mi cuerpecito!,… y no podía yo –ni deseaba-, evitar el sentir el cosquilleo insistente que crecía en mi entrepierna,…

Pasaron las horas y finalmente se hizo de noche; en vano esperé a César a la hora de la cena. Sin más que hacer, comí y me metí en la cama, cubriéndome apenas con mi mísera frazada. De afuera, de la quinta, llegaban al oído risas escandalosas, música a todo volumen e imprecaciones de todo tipo: al parecer, todos en la quinta se divertían en ese fin de semana. Tardé en quedarme dormida y si bien entré en un sueño muy profundo, ya de madrugada desperté de nuevo: mi hermanastro había llegado.

- ¡…ANA KARI!!!,… -, me llamó a grandes voces con su vozarrón aguardentoso-,… ¡LA COMIDA!!!!,…

¡Dios!, ¿qué iba a hacer?, mi ropa aún estaba húmeda, colgando por todo el depa. Ante el miedo que me daba escuchar a César gritando, cogí lo primero que tuve al frente, para taparme: una viejísima camiseta de comando de mi hermano, tirada por ahí. Me la puse encima a toda prisa y la verdad es que no me tapaba casi nada: casi hecha jirones, y con la palabra “EJÉRCITO” estampada al frente, esa prenda me llegaba a media pierna por abajo y, con el cuello roto, asemejaba un escote que dejaba a medias a la vista, mis enormes pechos, alzándola por el frente. Pensando que era mejor que nada, bajé a la cocina a atender a César, haciendo sonar las pisadas apresuradas e mis piecitos desnudos.

Apenas comencé a calentarle la comida a César, sentí su mirada clavada en mí: estaba completamente borracho y sentado en la mesa, se reía al verme así vestida, babeando, viéndome las piernas apenas cubiertas por la camiseta. Mi hermano me veía con loco deseo,… y una tremenda excitación, incontrolable y lasciva. No necesitaba verlo: lo sabía; la salvaje líbido despertada dentro de mí por mi precoz despertar sexual, me permitía “tener ojos en la espalda”, y saber qué pensaban o deseaban los machos a mi alrededor. ¡Comencé a respirar agitadísima: todo el cuarto se llenó de golpe de olor a macho en celo, lo podía percibir perfectamente!!! Azorada, tímida, temblorosa, me acerqué a la mesa, apenas controlando el temblor de mis manos, con las que sostenía apenas el plato.

- ….Jejeje,… -me dijo entonces César, mostrándome todos los dientes, aumentando mi terror-,… qué buena estás así,… hermanita,…

No le respondí nada, ¡por que estaba aterrada!!!; la excitación que me provocaba su mirada de demente aumentaba a cada instante,… ¡pero era mi hermano: éramos hijos del mismo padre!!! Traté de no acercarme a él demasiado al tenderle el plato en la mesa, pero fue inútil.

- …¡NOOO, PARAAA!!!,… ¡estás borrachoooo!!!!,..

¡César me atrajo a él por la cintura, rodeándome con uno de sus enormes y musculosos brazos!!, podía sentir yo su respiración jadeante, apestando a licor barato, casi abrasando la piel de mis pechos,… descargándose a oleadas sobre mí como un animal. César no entendía razones y era demasiado alto y fuerte como para que yo pudiese impedir nada.

- …¡JAJAJA!!,… -río, para luego exclamas, como si se tratase de convencer a sí mismo-,… estás muy buena así,… hermanita,…

- ¡NOOOO, DETENTEEE!!,..

¡¡Su enorme mano, callosa y asquerosa, comenzó a recorrer mis delgadas piernas, para luego apoderarse como una brutal zarpa de mi diminuta vulva; no me pude contener: me mojé al sentir uno de sus dedazos metiéndoseme con fuerza por entre mis labios vaginales!!!!! César reía con fuerza, casi escupiéndome en la cara, mientras yo sollozaba, desamparada. Con una fuerza descomunal tomó mi camiseta con ambas manos: ¡¡LA REVENTÓ, LA HIZO TRIZAS!!! En un santiamén estaba yo desnuda frente a César que reía como loco, viendo cómo yo trataba de taparme los pechos desesperada y sin parar de gritar.

Pero mis gritos no servían para nada: en aquel barrio de delincuentes y prostitutas, gritos pidiendo ayuda como los míos, era cosa de todos los días. Quería escapar de ahí en ese preciso instante, pero no pude: mis piernas no me respondían y lo única que podía hacer era tratar de cubrirme lo más que podía. Entonces César se levantó de su silla y como si me diese un regalo, se quitó primero su camisa camuflada, exhibiendo para mí su torso perfecto, musculoso y cubierto de cicatrices, para luego finalmente, como si se luciese ante una prostituta cualquiera, a bajarse los pantalones y liberar su miembro ya erecto: me quedé muda y paralizada.

¡Era enorme: lo más grande que haya visto yo o hubiese imaginado jamás!!! Su verga era inmensa, mucho más de 19 cmts, gruesa, nervosa, palpitante, de cabeza ancha y colorada,… he visto muchas con el correr de los años, pero la suya era animal, brutal en su erección. Apenas se la vi, quedé como un pajarillo del campo ante la serpiente: como ida, como si no existiese nada más en el mundo,… y a la vez, excitada y aterrada por completo.

Mi brutal hermano no me dio tiempo para más: descontrolado, tiró en un segundo todo lo que había sobre la mesa para a continuación cargarme en vilo y aventarme con fuerza contra la mesa, boca abajo; ¡yo lloraba sin parar, sintiendo mi cuerpo erizado por completo, a punto de ser ultrajada!!! Mis braguitas blancas fueron rotas en tiras por sus manazas que recorrían con ansias locas mi culito y tembloroso, para luego prenderse con fuerza de mi cabellera rubia, alborotada, obligándome a la fuerza a tumbarme sobre la mesa, indefensa. Mis piernecitas colgaban del borde de la mesa: era yo un animalito prisionero, esperando el zarpazo final,…

César me abrió las piernas a su antojo, dejando a su disposición mi conchita mojada al extremo, casi goteando jugos de mi abundante mata de vello. ¡Podía yo sentir cómo hacía sonar su lengua contra su paladar, expresando el gusto que sentía mi hermano de tener mi coño húmedo ahí frente a sus ojos, listo para ser penetrado. Lloré, supliqué en todo momento, hasta le instante en que me callé por completo: cuando me enterró la verga.

¡Me penetró de forma tan brutal que me abrió de un golpe la entrepierna aún más, desgarrándome!!!!; no grité como una poseída, no rompí a llorar, no reaccioné casi para nada: su embiste fue tan salvaje que me “partió” el dolor,… su verga inmensa me golpeó por dentro con tal fuerza que me sacó todo el aire, para casi al instante dejarme desmayada por unos segundos. Eso fue lo único que me arrancó de la garganta al penetrarme por primera vez:

- ….¡AAAAAHHHH!!,…

César no se detuvo ahí conmigo: ¡me hizo salir del desmayo clavándome su pieza enorme, a una velocidad asesinaa!!! Mi rostro estaba completamente recorrido por sendos lagrimones, mientras mi entrepierna abierta era salvajemente herida por mi hermano, remeciendo con cada dura y profunda embestida de mi hermano, mi pobre cuerpecito, haciéndolo convulsionar; ¡Dioooossss, la siento dentro de mí como si me pegase en la nucaaaa!!!, ¡como si el dolor me taladrase el cerebroooo!!! Yo no podía ni gritar, ni gemir: la tremenda fuerza de la rápida sucesión de descargas de placer que recorrían mi cuerpo, parecían una descarga de dolor-gozo al mismo tiempo,… ¡era como sentir un orgasmo con cada penetración!!!!

- …Ah,…ah,… aaah,… ah,… aaah,… -apenas susurraba yo, casi muerta del puro placer que descargaba ese animal dentro de mí, con su enorme tranca.

Mi hermano no cesaba en empujármela dentro, como si no hubiese mañana,… con fuerza tal como para arrimar mi alma hasta el fondo de mis entrañas. Era una bestia completa: jadeaba, sudaba a chorros sobre mí, gritando como un demente:

- …¿Eso querías, no perraaa?!!!,… ¡desde el primer día querías esto, perra!!!,… ¡AHHHH!!!,… ¡GOZA, GOZA, GOZAAAA!!!!,...

Hecha yo un mar de lágrimas lo escuchaba, mientras todo mi ser se mojaba para él “¡siiii: soy una perra, gozo como una perra, como la más perra del mundo estoy gozando con tu verga, hermanoooo!!!”-, quería decirle eso, pero el solo resistir su gruesa pieza dentro, consumía todas mis fuerzas. ¡Maldito: me hiciste correr más de seis veces antes que tú acabaras!! Ya por efecto del alcohol o yo no sé qué, mi hermano tardó muchísimo en venirse: gozaba como loco casi partiéndole la rajita estrecha a su hermanita de padre, la provincianita.

Antes de descargarse dentro de mi su lechada, me alzó de la mesa como un trapo: sin dejar de tenerme clavada, me alzó de mis piernecitas inertes, para luego dejarme caer,… ¡deslizarme ensartada en su enorme aparato, hasta golpear sus huevos era un placer deliciosoooo,… enfermo y delicioso!!! Solo grité cuando sentí la pegada final de su esperma caliente, abrasándome por dentro: si era por que me había desgarrado por dentro o por que su verga animal me había dado una fricción casi animal, no lo sé,… sólo sé que me ardía por dentro como los mil diablos!! Finalmente César me tiró a mi catre, desnuda y rebosando leche por entre las piernas,… me tiró contra la cama como cualquier cosa.

Al día siguiente se fue al cuartel como si nada: ni una palabra de la noche anterior, pero yo ya sabía que todo eso apenas comenzaba. Esa noche cenamos y nos fuimos a dormir,… pero en la madrugada vino a mi catre; ¡estaba yo a su merced: NO SÉ SI ÉL LO SABÍA, PERO YO DESEABA QUE VINIESE A MI!! Gocé como una loca, gimiendo de placer hasta casi ahogarme siendo cogida por el animal de mi hermanastro, mientras los perros del barrio ladraban sin cesaaar!!!! César había minado todo deseo de resistencia existente dentro de mí, y nuestras sesiones de sexo salvaje se repitieron continuamente, para placer suyo,… y mío. Poco a poco, absolutamente todas mis ropas terminaron hechas jirones en cuestión de dos semanas, siendo sustituidas por harapos que mi hermanastro me daba,... y escandalosos hilos dentales que me regalaba. Sin que me obligase, comencé a despertar de madrugada y en silencio entraba al baño, mientras él se duchaba: con infinita ternura le enjabonaba, dedicando largos minutos a acariciar más que enjabonar su enorme y divina verga: aún relajado, mi hermanastro tenía una pieza que era como el brazo de un niño; me encantaba tomarla con ambas manos, acariciarla, verla detenidamente,… Estaba yo obnubilada con su aparato: me había convertido en la perrita sumisa de mi hermanastro, César, el primer hombre que me cogió,…

Para él no era yo más que una “cosa”: en su trato conmigo no había nada de amor o algo que se le pareciera, pero no me importaba; era yo dichosa, feliz de ser “la perrita del Sargento Castro”, ¡hasta sentía celos cuando se iba de bares o de putas, y regresaba ya de amanecida!!,...

- …¿Vas a regresar tarde?,… -, le decía yo en esas ocasiones, poniéndole carita de cachorrita asustada.

Nunca me respondía: mascullando algo, me mandaba a rodar y hacía lo que le venía en gana. Esa se tornó mi vida: atenderlo, llevar la casa, ser cogida brutalmente,… y luego ignorada. Pensé que esa sería mi vida a partir de ahí, pero me equivoqué: un domingo desperté muy tarde –César me había cogido hasta quedar extenuada la noche anterior-, y vi con sorpresa que estaba yo sola en casa: mi hermanastro se había ido sin decirme nada. Acostumbrada como ya estaba a sus salidas, me puse de pie para preparar el almuerzo, pero,… ¡toda mi ropa había desaparecido!!! Intrigada, no me quedó más que hacer mis labores desnuda. Llegó la hora del almuerzo y no vino, así que almorcé a solas. Ya llegada la noche, me acurruqué en mi cama, hecha un mar de conjeturas y preocupada. Estaba a punto de dormir un poco cuando la puerta del cuarto se abrió de golpe, en medio de carcajadas estruendosas: ¡era César, completamente borracho que llegaba y con tres tipos!!!

Me estremecí de pavor al sentir el picor en mi nariz: ¡como una perrita, mi olfato no me engañaba!,… ¡era ese olor acre, intenso y salvajemente desesperante para mí: lo había sentido yo antes, ERA AROMA A HOMBRE, AROMA A CUARTEL!!! De golpe la atmósfera de nuestro pequeño cuarto se volvió densa para mí: densa y embriagante. César había venido con tres hombres,… tres amigos suyos del cuartel. Me abracé con desespero a mi frazada, sintiendo mi coñito inundado, y temiendo lo peor,…

César fue en mi busca, subiendo los escalones viejos y chirriantes del altillo: su mirada de depravado me estremeció a la vez que me hizo saber sus intenciones.

- ¡PONTE ESTO Y BAJA!-, me ordenó a la vez que tiraba algo a mis pies.

Apenas bajó, de vuelta a la sala, donde sus ruidosos y ebrios amigos lo esperaban, me apresuré a obedecerle. Pocos minutos después me hallaba yo frente a ellos cuatro, temblorosa y apenas vestida con una camiseta encima: era una prenda gris, que llevaba estampada el frente la palabra “MARINA” y un escudo estampado a un costado. César y esos cuatro soldados me comían con los ojos, disfrutando de lo que tenían al frente: una chiquilla blanconcita, bajita y delgadita, de tetas enormes como globos, piernas y caderas bien formadas y carnosas, culo apretado, respingón,… rubia, de ojos verdemar,… apenas vestida algo por una camiseta de la odiada -por ellos-, Marina de Guerra. Yo temblaba sin control, sintiendo sus miradas de deseo, encima mio.

Sus tres amigos me comían con los ojos: eran dos Sargentos y un Cabo; los tres eran de más de treinta años, de piel cobriza, torsos firmes, tan altos como mi hermanastro, y por su mirada adivinaba yo que eran igual de lascivos e insaciables que César,…

- Ponte en cuatro acá y chúpamela,… -, me ordenó con fiereza César, mientras se acomodaba en la silla, sacando su enorme aparato de dentro de sus pantalones y ofreciéndomelo.

Hasta ese momento no se la había chupado, pero de solo vérsela tiesa, jugosa para mí… comencé yo a comportarme como un robot: obediente, silente, me arrodillé frente a él, regalándoles a los otros tres el espectáculo de mi culo de nalgas blancas y redondas, y mi conchita ya mojada y de vellos castaños. Al acercar mi cara a la verga de César, mi sensible nariz me alertó, haciéndome llorar: ¡no sólo olía a verga de macho,… sino también a concha de puta burdelera!! Llorosa, no pude contenerme: amaba su aparato y deseaba tenerlo en mi boca. En medio de un silencio que casi se podía sentir,… suspiré, cerré los ojos y abrí los labios, introduciéndome su animal aparato en la boca.

¡Casi me corrí al sentirlo dentro de mi boca!, empecé sorbérsela como pude, sintiendo su punta palpitar, rodeada por mis labios; casi instantáneamente me acostumbré al sabor salado de la verga de mi hermano,… mmm,… ¡apenas podía respirar, pero lo estaba gozandooo!!,… suspiraba yo con más intensidad, mientras que los músculos de mi rostro se iban acostumbrando lo suficiente, como para tratar de metérmelo todo en la boca, pero fue inútil: era tan larga la tranca de mi hermano, que no podía albergar mucho de su pene en mi boca. Los movimientos de caderas que yo hacía mientras tanto, como simulando ser penetrada, excitaron al máximo a sus amigos. César les dio entonces permiso de gozar con mi cuerpo:

-¿Ven?, es toda una puta,… disfrútenla,…

¡César me tomó con fuerza de los cabellos, inmovilizándome, evitando que escape!; ¡uno de sus amigos saltó sobre mí: DE UN TIRÓN REVENTÓ LA CAMISETA QUE YO QUE LLEVABA, DEJÁNDOME DESNUDA, CON MIS ENORMES TETAS SU DISPOSICIÓN!!! Quise gritar, llorar, pero no me dieron tiempo: casi al instante, el tipo ese me introdujo con salvajismo su verga:

- …¡MGhhhmmmmM!!!!,…

¡Me empecé a mover mis caderas como una desquiciada, tratando de que esas dos piezas se me enterrasen por completo hasta fondo de mi ser!!! Viniéndome una y otra vez, hice que el tipo ese se corriese dentro de mí en apenas minutos: casi atorada por la verga de mi hermanastro en la boca, aún seguí moviendo las caderas a pesar que mi concha insaciable ya había exprimido por completo a su amigo; ¡los otros dos casi se pelearon por violarme, al verme moviéndome como perra en celo, deseando más verga!

Aquella noche fue una larga sucesión de empalmadas por la boca y la concha: César y sus amigos se vaciaron dentro de mí varias veces cada uno, llenándome la boca y la raja de leche,... clavándome sus dedos y dientes en las nalgas, en las tetas, el cuello,.. en todo mi cuerpo. Si no me desvirgaron por el culo, es por que mi hermanastro lo impidió: deseaba “guardar” mi único agujero virgen, para un momento especial. Ya desfalleciente, tirada en el suelo, dichosa, vi a César recibiendo los elogios de sus más que satisfechos amigos. La noticia corrió por todo el cuartel: al poco, las tardes y las noches fueron para mí, una larga sucesión de uniformados de todos los rangos, viniendo solos o en grupos a la casa -siempre con mi hermanastro-, y siempre dispuestos a gozar de “Ana Kari, la perrita del cuartel”,…

Nunca llegó a incomodarme el asunto: yo gozaba de vivir así las cotas más altas del delirio, disfrutando del sexo al máximo; si antes me excitaban al máximo los ladridos de los perros de la ciudad por las noches, ahora gozaba escuchándolos, mientras un salvaje animal de uniforme me cabalgaba con furia, haciendo crujir mi cuerpo y mi viejo catre, hasta el delirio,…

(CONTINUARÁ,…)

Rocco Siffredi: "El porno es un reflejo de la sociedad"


Alegre, atrevido, bromista, trabajador y familiar. Así es Rocco Siffredi, a quien muchos consideran el mejor actor porno de la historia. Casi toda su carrera ha consistido en desnudarse, por lo que son pocos sus secretos inconfesables.

–¿Cómo le gusta el sexo, con público o en privado?

–Son dos cosas totalmente diferentes. Estoy obligado a hablar de sexo porque soy una persona que lo ama de verdad. Practicar sexo delante de una cámara es mi pasión. El objetivo te da la posibilidad de hacer cosas increíbles, aunque nunca son naturales. Pero en la intimidad no me gustan los tríos. Cuando estás solo con una chica las emociones llegan al máximo nivel, la concentración más intensa y se lo puedes dar todo a la chica. El sexo en privado es el que más me gusta.

–¿Qué porcentaje hay de realidad?

–Alrededor de un 80%. Cuando estás haciendo una película siempre tienes un director, la actriz, otras personas mirando. Es una visión diferente.

–¿Sigue pensando que el porno es un reflejo de la sociedad?

–Sí, siempre lo ha sido.

–Entonces, ¿la industria está cabreada y en crisis?

–Sí, el porno está así, pero no por la crisis económica, porque la economía no refleja la sociedad ni la sexualidad. Cuando digo esto hablo de actitud, de un modo de vida.

–Las ventas han bajado.

–Las nuevas generaciones que consumen porno lo hacen por internet. Lo mejor de esto es que la gente es más libre y no tiene la frustración que teníamos hace veinte años. No creo que el sexo deba ser siempre lo mismo.

–¿Por dónde pasa el futuro de la industria?

–Por la televisión y la telefonía. Deseo que la regulación de las páginas web mejore en el futuro. Ahora mismo, las producciones son muy confusas porque encuentras algunas en las que sale de todo y en otras que no hacen prácticamente nada. Los productores y directores tienen miedo de rodar algo muy fuerte y que se considere ilegal. No se ha legislado bien.

–¿Esta industria es machista?

–Me gusta mucho esta pregunta. En Estados Unidos una mujer ha vendido 22 millones de libros (50 sombras de Grey) con lo que yo he dicho durante 25 años. La cuestión es que si lo dice un hombre en una película porno es machismo total, y si lo cuenta una mujer en un libro, estamos hablando de un texto literario. Al final es lo mismo, no entiendo que si lo dice un actor sea machismo y si lo dice una mujer sea erotismo.

–Entonces, ¿qué pasa?

–Que se entiende mal. Lo que pasa entre un hombre y una mujer es un juego, una broma. La sumisión de la mujer es natural, esto no quiere decir que sea algo malo. Es un acuerdo en el que la mujer toma las decisiones. Estas barreras sociales les afectan después en las películas. Si les pido que tomen un rol de activas, suceden cosas que no acabo de entender.

–Los políticos en España dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿Rocco ha practicado sexo por encima de sus posibilidades?

–Sí, alguna vez, (ríe) pero el sexo no te crea problemas. Profesionalmente es muy importante tener un equilibrio entre el físico y la mente. Si trabajas por encima de tus posibilidades la herramienta cae y después no puedes trabajar (ríe).

–¿De dónde cree Rocco que viene la crisis económica?

–No creo que los políticos tengan razón. La crisis no viene porque España o Italia no paguen impuestos. Viene porque vivimos un cambio drástico en el mundo. Algunos países, como China, han tenido crisis y lo han superado trabajando sin respetar los derechos humanos, cobrando una miseria. En diez o quince años todos trabajaremos para los chinos. Cuando esto pase, me iré porque no me gusta el sexo con las chinas.

–¿Por qué?

–¡Todas parecen la misma! Yo prefiero las japonesas. Tienen una cultura y una historia más importante. Realmente espero que vuelva Silvio Berlusconi.

–¿Por?

–Berlusconi no nos va a sacar de la crisis, seguro que no. Mario Monti y Mariano Rajoy, con la política de recortes, seguro que en varios años nos pondrán la excusa de que no hay dinero y así continuarán hasta 2015, 2016, 2017. El futuro va a ser un desastre, entonces prefiero a Berlusconi que seguramente nos lo hará todo bastante más divertido.

–¿Le ha invitado a alguna de sus fiestas?

–Espero que cuando vuelva me invite a alguno de sus bunga bunga.

–¿Cómo le afecta la crisis?

–Gano mucho menos dinero, pero intento ser positivo. Cuando trabajo no pienso en la crisis porque me lo paso genial, disfruto de lo que hago.

(FUENTE: farodevigo.es)

Jocelyn de Lima nos envía su foto


La frágil,...


Una señorita va a la iglesia a confesarse: 

-Perdóneme padre porque he pecado,...- dijo la chica. 
-Bueno hija, cuéntame tus pecados-, le respondió el cura. 
- ...El otro día estaba caminando por la calle cuando me encontré con un viejo amigo. Fuimos a tomar un café, empezamos a charlar, fuimos a su departamento e hicimos el amor. Y como yo soy tan FRUGIL...
- ...Frágil, hija, se dice frágil,...-, interpone el padre. 
- ...Bueno, al día siguiente estaba sentada en la plaza cuando de repente se aparece otro amigo. Empezamos a charlar y después terminamos en mi departamento e hicimos el amor. Y como yo soy tan FRUGIL...
-Frágil, hija, frágil,...-, dijo otra vez el cura. 
- ...Y ayer estaba con mis amigas cuando se apareció mi novio. Empezamos a conversar, y después fuimos a su departamento y como yo soy tan, ay ¿cuál es esa palabra, padre?,...
-Puta, hija, puta,...

Estudio: El carácter de una mujer depende del tamaño de sus senos


Aunque parezca extraño, sexólogos italianos creen que la forma de los senos dice más sobre el carácter de una mujer que su signo zodiacal.

Ellos establecen la comparación en base a forma y tamaño con diversas frutas. Aunque no han desvelado el secreto de sus ‘investigaciones’, los resultados de este cóctel frutal son, cuando menos, ocurrentes.

Estos son algunos de sus descubrimientos: las mujeres con pechos grandes y redondos, como un melón, parecen ser buenas amas de casa, pero en realidad no lo son, les gusta comer bien y ser adoradas. Sin embargo, estas mujeres son bastante tranquilas en el sexo. Además son aventureras.

Los senos en forma de óvalo se comparan con frecuencia con piñas. Las poseedoras de esta ‘jugosa riqueza’ son inteligentes, románticas y fieles. Por otra parte suelen tener bastante éxito en su carrera. Las damas con pechos en forma de naranja son conversadoras y sociables, pero el sexo les interesa menos.

Las ‘mujeres cereza’ son las más encantadoras, alegres y buenas anfitrionas, pero el sexo no es su punto fuerte. Las damas con ‘pechos pera’ son un verdadero premio de la lotería en la cama. Les atrae el sexo en todas sus formas. Al mismo tiempo son románticas y pueden ser religiosas.

(FUENTE: peru.com)

Un trío entre mejores amigos

Atletas olímpicos anticipan que se viene una orgía interminable


En su número de julio, la revista de la estadounidense ESPN reveló que la práctica del sexo entre deportistas es algo habitual e incluso muy frecuente entre los olímpicos en la Villa, al punto que los 16 mil atletas que estarán en Londres recibirán 150 mil profilácticos, casi 10 para cada uno, que les regala la empresa Durex.

El data va acompañado de reveladoras confesiones de atletas olímpicos. Como la de Summer Sanders, ganadora del oro en 200 metros mariposa en Barcelona 92, para quien "lo que sucede en la Villa se queda en la Villa".

"Entre el 70% y el 75% de los deportistas mantienen relaciones sexuales los unos con los otros durante los Juegos Olímpicos", comenta a su turno el nadador Ryan Lochte, que ya acumula tres medallas de oro entre Atenas’04 y Beijin ’08.

"Hay mucho sexo. He visto gente practicando sexo al aire libre, en la hierba que hay entre los edificios", señala Hope Solo, portero de la selección femenina de fútbol de Estados Unidos, vencedora hace cuatro años. "Es como la universidad", continúa Tony Azevedo, waterpolista, plata en China. "La Villa se convierte en el algo salvaje, el centro del sexo más grande en el que he estado nunca", remata el bracista Eric Shanteau, ejemplar deportista por competir en Beijing tras superar un tumor testicular maligno.

La nota de ESPN recoge testimonios impresionantes. Como el de Josh Lakatos, un tirador plata en Atlanta’96 explica como en Sidney’00, cuando acabó su competición, tras devolver la llave de su piso, forzó la cerradura con el permiso de una limpiadora y entonces, su estancia se convirtió en leyenda. ‘El piso del tirador’. Se corrió la voz y, según él, aquello se convirtió en un ir y venir de deportistas de todas las modalidades. "Estaba dirigiendo el burdel de la Villa Olímpica, nunca he visto tanto libertinaje en mi vida", dice Lakatos en el reportaje.

"Es diferente que estar en un bar, no es difícil entablar conversación, siempre se tiene algo en común. Sólo hay que preguntar ‘¿Qué deporte practicas?’ y ya está todo hecho", dice Solo, mientras, Breaux Greer, lanzador de jabalina comenta jocoso: "En el campo de práctica las chicas están en bragas y sostenes diminutos y los chicos en ropa interior para que todo el mundo vea lo fuertes que están. Todos tiene un cuerpo no de 10, de 20".

La gimnasta Alicia Sacromone lo deja claro: "Las más jóvenes, adolescentes, coqueteaban con chicos cuánto más grandes mejor. En Beijin, incluso se atrevían con jugadores de waterpolo o con los muchachos del judo que estaban en nuestra misma sala de entrenamiento".

"Es como el cuento de Alicia en el País de las Maravillas. Puedes ganar un oro y el mismo día irte a dormir con un chico muy fogoso", rememora Carrie Sheinberg, esquiadora en los Juegos de Invierno de Lillehammer’94. Atletas de todos los países, a la vez, en la Villa, entre las camas, se conocen culturas diferentes.

"Cuando acabamos de competir nuestra dieta se convirtió en caviar, vodka y champán ruso. Fue una locura. Me sorprendió que las rusas fueran, por cultura, mucho más afectivas, más cercanas" dice Greg Louganis, clavista que participó en Montreal 76, Los Ángeles 84 y Seúl 88.

De todas formas, no todos están tan "liberados". Según explica el texto de ESPN, algunos entrenadores de EEUU trataron en Beijing de limitar las actividades nocturnas de sus deportistas mediante la aplicación del toque de queda a las 11 de la noche, el veto al consumo del alcohol e incluso, en el caso de la natación, la prohibición de las visitas en las habitaciones de deportistas de distinto género.

Pero no lo lograron. Amanda Beard, nadadora con dos oros, cuatro platas y un bronce al cuello comentaba: "No importaba. La gente recorría kilómetros, iba donde fuera para tratar de colarse en alguna parte".

(FUENTE: lmneuquen.com.ar)

25 jul 2012

Sexo y humor-XLIX


Hentai-XXVI


Actriz porno predice el futuro de Ibrahimovic


Virginie Caprice, la actriz porno francesa que da sus predicciones, junto a periodistas especializados, ha recibido al nuevo jugador del PSG al estilo que la hizo famosa durante la pasada Eurocopa.

Ahora, a través de su twitter, la pulpo Vivi le ha dado la bienvenida a Zlatan Ibrahimovic colgando una foto en honor suyo. Aunque en el mensaje, la adivina francesa le advirtió que no iba a ganar la Liga 1 en su primera temporada en Francia. Vivi apuesta por el Montpellier , que encadenaría su segundo título.

La Pulpo Vivi no descansa. Después de lograr la fama mundial con sus pronósticos de la Eurocopa (acertó el triunfo de España), también vaticinó que el Corinthians ganaría la Libertadores .

(FUENTE: diez.hn)

24 jul 2012

Un cambio en mi vida (1)



Un relato de: Krakkenhere.

La historia de mi vida no había tenido nada de espectacular y sí mucho de deprimente: casada con mi primer amor, pasé muy rápido del completo enamoramiento a la total desilusión conyugal: puedo afirmar sin equivocarme que nunca tuve un orgasmo con mi marido, en los 12 años de un matrimonio que se desmoronó desde el primer día. Pasado ese tiempo –y afortunadamente no tuvimos hijos-, descubrí que mi marido me engañaba con toda mujer que se le ponía enfrente desde el principio, así que tras algunas amargas peleas, el divorcio fué inevitable; fué así que me encontré, de la noche a la mañana sola, conservando una casa que se me hacía inmensa para mí, y la total certeza de que mi vida sexual había sido un desastre.

Lejos de recriminarme o deprimirme, decidí que era hora de hacer un cambio en mi vida; no soy ninguna mujer espectacular, pero lo que me dió la naturaleza no es para nada despreciable: mis muy anchas caderas y piernas bien torneadas siempre han sido motivo de elogios; y si le agregamos mis senos, medianos tal vez, pero firmes y bien paraditos para mi edad, aunado a mi rostro juvenil, mis ojos color caramelo y mi ondulada cabellera castaño encendido (todo lo que me da un aspecto de no más de 28), consideré yo que no me sería difícil encontrar compañía, o tal vez un verdadero amor,…

Lamentablemente me dí muy pronto de golpe contra la dura realidad: tras algunas citas fallidas y un par de semanas saliendo a los bares, me dí cuenta que no era yo competencia para las atrevidas muchachitas de hoy: delgadísimas, de ropas diminutas y apretadas, lascivas y dispuestas a irse a la cama sin ningún remilgo. Yo por mi parte no pasaba de encontrarme con viejos acabados que no me encendían en lo más mínimo o tipos casados buscando que yo sea "la otra". Necesitaba a gritos sentir un hombre verdadero que me hiciera feliz, pero no estaba dispuesta a acostarme con alguien a quien consideraba definitivamente debajo de mis aspiraciones; todo este asunto me tenía pues, muy deprimida: eso era lo que le contaba yo aquella tarde, en un café, a mi amiga Débora: una compañera de mi promoción del colegio, y la cual tenía -para nuestro círculo de amistades-, fama de liberal, aventurera y alocada:

- …Creo que lo que necesitas no es un amor, Magaly,… -me dijo-, lo que tú necesitas son nuevas experiencias, ¡por Dios, hija!, te acabas de divorciar: estás libre,… mínimo te mereces vivir con intensidad,…

- …Claro que quisiera vivir,… no sé: una vida como la tuya, amiga,… -le respondí-,… pero yo no soy así: tú lo sabes,…

- …¿En serio quisieras una vida como la que yo tengo?,… -me preguntó extrañada-, si deseas eso, puedo ayudarte,…

- …Nada me haría mejor en estos momentos que sacudirme de mi vida pasada,… -, dije entonces, casi sin pensarlo, pero deseándolo de todo corazón.

- …Bueno,… si no te molesta, les puedo hablar de ti a mi grupo de amigos: lo llamamos "El Club de los solitarios", ¿te interesa?,…

- …Mientras no sea un grupo de viejos gordos y aburridos,…

- No para nada: todos son excelentes personas. Sé que te encantarán,…

- Hazlo si quieres: espero que eso me anime,…

-Claro que lo hará, hija,…- me respondió entonces, con una sonrisa enigmática-, claro que lo hará,…

Tras esa conversación pasaron unos días en los que me metí de nuevo a mi deprimente rutina: de ordenar mi casa, salía a hacer compras insulsas y encerrarme en casa al anochecer. Un lunes, tras aguantar una insufrible discusión en casa de mi madre –la cual me recriminó hasta la saciedad por no haber mantenido mi matrimonio-, llegué a casa, molesta y sin ganas de ver a nadie; corrí a la cocina y saqué una botella de coñac de mi ex marido, y metódicamente comencé a vaciarla, mientras caminaba nerviosa por toda la sala. Al cabo de un rato me fijé en un sobre que alguien había metido por debajo de la puerta. Sin dejar mi copa un instante, tomé la misiva, extrañada: era un sobre blanco simple, y que con excelente caligrafía a mano decía al frente:

"Bienvenida al Club de los solitarios".

Intrigada al máximo, lo abrí en un instante; su mensaje era realmente intrigante: "Querida Magaly: Una amiga en común me habló de ti. ¿Conoces la calle "La cuesta del ángel"?, te espero ahí hoy a la 1 am. Atentamente, Marco".

¡Me quedé sin aliento!, mi amiga lo había hecho,... el contenido de la corta esquela me hacía suponer que el "Club de los solitarios" era uno de esos grupos de citas a ciegas. Comencé entonces a sentir una combinación extraña de sentimientos: emoción, vergüenza, miedo y una irrefrenable curiosidad. Pasé casi una hora, bebiendo sin parar, mientras pensaba, pasando de la excitación por un encuentro furtivo a que, ni loca me atrevería a ir a tal cita. Un instante descartaba de plano el ir, para luego ilusionarme de vivir una atrevida aventura. En parte por efecto del alcohol y la más absoluta curiosidad femenina, me decidí finalmente a ir; ¡tardé más de una hora en ducharme y escoger ropa adecuada: parecía yo una chiquilla!, finalmente me decidí por un pantalón negro -pero no muy apretado-, un pulóver de casimir ajustado rojo, con escote y unos zapatos de tacón. Respirando agitadamente y tras acabarme el último sorbo de licor directo de la botella, me subí a mi auto y me enrumbé al lugar convenido. Era de madrugada así que las calles de la ciudad estaban desiertas. Lentamente, bajé la velocidad mientras me acercaba a la estrecha y solitaria calle, ubicada en la parte antigua de la ciudad. El corazón casi se me sale del pecho al aproximarme a la esquina: ahí estaba él esperándome.

Las luces de los faros de mi auto lo iluminaron por completo, apoyado en un poste, ¡era guapísimo!; tendría menos de 30, alto, porte atlético, rostro de rasgos finos y varoniles, y unos grandes y azules, ¡parecía un modelo!; apenas me detuve frente a él, se apoyó en la ventanilla abierta:

- ¿Magaly?, hola: yo soy Marco,… -, me dijo con voz sensual.

En un instante me dejó completamente azorada: en un segundo pasó por mi mente la idea de que tal vez era uno de esos "chicos de compañía" (por decirlo de alguna manera, ¿comprenden?), y también que ni loca dejaría pasar la oportunidad de llevármelo a la cama, aunque tuviese que pagarle: tartamudeando me presenté. Tras regalarme una sonrisa y una mirada de esas que te descomponen por completo, se subió al auto. ¡Apenas podía yo controlar mis piernas que temblaban sin control!!.

- …¿Vamos a tu casa?,… -,me dijo.

Embotada como estaba yo -de alcohol y de deseo contenido-, enrumbé hacia mi casa. En el camino él me conversaba de todo un poco: yo mientras tanto reía nerviosamente con sus ocurrencias, sin saber qué contestarle,… y mientras sentía un calorcito que recorrí toda mi entrepierna. Nunca había tenido una aventura, y ese encuentro lo era para mí; trataba de mostrar aplomo, pero era inútil: él me tenía por completo hipnotizada. Al llegar a mi casa, fuimos a la sala; prácticamente puse boca abajo la casa buscando qué beber: finalmente nos sentamos frente a frente, con dos botellas de vino y otra de coñac medio vacía. Tratando de mostrar lo mejor de mí, comencé a hablarle de mi vida: admito que debo haber parecido una perfecta idiota hablando de cosas que no venían al caso, y riendo a cada rato, de pura nerviosa. Marco mientras tanto, me prestaba total atención, sin dejar de verme, comiéndome con los ojos, aumentando aún más mi turbación.

- …Eres preciosa,… -, fue lo único que me dijo.

¡Me dejó de una pieza tras decirme eso!; Marco se puso de pie, tomó su celular, haciéndolo soltar un pitido (el cual supuse que indicaba que lo estaba apagando), y con completa seguridad, comenzó a caminar hacia mí: no reaccioné hasta que me besó apasionadamente, ¡sus manos recorriendo mi cuerpo me estremecieron por completo!, ya completamente a su merced, yo jadeaba como una chiquilla enamorada, dispuesta a ser cogida ya.

- …Vamos a tu cuarto,…

No dijo más nada: solo me cargó en brazos y, tras una indicación mía, me llevó al dormitorio. Todo mi cuerpo hervía ante la inminencia de que fuese completamente suya. Apenas caí blandamente en mi cama, mis zapatos y mi pantalón volaron por los aires, siéndome retirados por las firmes manos de mi fogoso amante; ¡solté un grito nervioso y jubiloso, al sentir la tela de mi prenda, acariciando mis piernas!; mientras me revolvía en la cama, tratando pudorosamente de cubrir mis piernas, disfruté viendo cómo se desnudaba: su cuerpo era muy bien formado, de músculos definidos y su pene era de un excelente tamaño y bastante grueso: me sentía completamente excitada de entregarme a un hombre tan apuesto, de lejos muy superior que "ustedes-saben-quien". Mi pulóver, ,mi sostén y mis bragas cayeron rápidamente al suelo, mientras Marco no dejaba de besar cada centímetro de mi piel desnuda; tratando a la vez de impedirle seguir adelante y tratando de mostrar yo un pudor contenido, nos revolcamos juntos en la cama, dichosa yo, sintiendo mi raja ya húmeda.

Marco entonces me dió media vuelta, acariciándome desde atrás, y sin parar de besarme: yo jadeaba sin parar. Tomando mis muñecas, hizo que las junte, acariciando su pene erecto, atrás mío: deseaba yo ya ser penetrada. En ese instante, dos sonidos metálicos y un frío metal aprisionando mis muñecas me sobresaltó: me había esposado con unos grilletes que había tenido guardadas en su pantalón.

- …¿Te gusta?,… -, me preguntó mientras me sostenía las manos, aprisionadas ahora a mis espaldas.

- …¡Ahhh!,…¡Ahhh!,…-jadeaba yo-,… ¡nunca lo he hecho antes!,…

-Entonces lo disfrutarás mucho: te lo prometo,…

Teniéndome así aprisionada, de rodillas sobre la cama, Marco se puso enfrente mío, masturbándose mientras me miraba: yo estaba presa de una combinación de excitación y miedo, temerosa de que me hiciese daño. Lentamente comencé a sentir cómo se desbordaba dentro de mí ese deseo de ser cogida, penetrada, gozar y a la vez la desazón de no poder tomar esa verga deliciosa que tenía frente a mí, creciendo cada vez más. Esa sensación me estaba poniendo a mil por hora.

- …¡Ahhh!,…¡Ahhh!,…¡tómame, por favor!!!,… ¡Ahhhh!,… -, le supliqué, gimiente, desesperada, viéndole masturbarse delante de mío.

- Chúpame la verga primero,… -, me dijo.

Nunca (ni a mi ex), le había yo chupado la verga a nadie: y ahí estaba frente a mí ese hombre divino, escultural, jugando conmigo, pidiéndome que me meta en la boca su pene erecto. Deseaba ya sentir su verga dentro de mí. Comencé a gatear hacia él, deseosa. Cogiéndome con firmeza del cabello, Marco acercó mi rostro a su verga tiesa y deliciosa: dudé un instante, para luego con timidez, comencé a besarle su cabeza roja y palpitante, primero con ternura, para luego abrir de a pocos mi boca, hasta abarcar todo su ancho, y comenzar a tragármela; ¡era excitante al máximo meterme su pieza dentro de la boca!, sus jadeos de placer, sus caricias en mis cabellos, me estaban enloqueciendo, así atada, queriendo ya que me monte como una yegua!!!; el sabor de su pene , poco a poco me fué embriagando, sintiendo a la vez cómo su aparato palpitaba dentro de mi boca, creciendo cada vez más,…¡mmm!,…¡estaba yo gozando como nunca!; me sentía lasciva y a la vez poderosa, sintiéndome arrancándole oleadas de placer con mi boca y mi lengua. A pesar de tenerla dentro de mi boca por completo, mis suspiros y gemidos eran cada vez más intensos, mientras mi raja se humedecía cada vez más y más!!!; fué en ese instante en que Marco, cogiéndome del pelo nuevamente, dijo:

-Entra,...

¡Se me escarapeló el cuerpo por completo: AHÍ CON NOSOTROS, HABÍA ALGUIEN!!!, casi al instante, sentí dos firmes manos masculinas que se prendieron de mis nalgas, separándolas: ¡no pude voltearme a ver: Marco me tenía prendida de los cabellos, enterrándome su verga hasta la garganta!,…

- ….¡MGFMMMM!!!!,…..¡HUMMMM!!,…¡HUMMMM!!!!!,…

¡Una sacudida de placer me sacudió de pies a cabeza, al sentir una lengua experta, lamiéndome la concha y el ano alternadamente!!; aquel desconocido me abría de nalgas, introduciéndome su lengua larga, humedeciendo al máximo mis dos agujeros,¡oh Dios, era una sensación nueva y fantástica!, casi me sentía convulsionar de placer, descontrolada, sintiendo el inminente orgasmo por venir,… ¡con rápidos movimientos, jugaba con mi clítoris, generando una tormenta eléctrica en mi entrepierna!; como una puta, yo comencé a mover mis caderas, rogando así que mi otro amante no parase de introducir su gozosa lengua en mis cavidades. Desesperada y con más intensidad, retomé de nuevo el chuparle la verga a Marco; tenía ganas de gritar de gozo pero no podía: su pieza gruesa y erecta ocupaba toda mi boca, mientras que mi saliva chorreaba por mi barbilla hacia las sábanas: ¡los únicos gritos eran ahora los de Marco, casi listo a descargar ya su semen!

Traté de salir de ahí, pero no pude: ¡casi me atraganté con su descarga de leche!; finalmente pude sacarme su aparato chorreante de mi boca, jadeando sin parar, para luego echar para atrás mi cabeza con violencia, al sentir el orgasmo –el primero de mi vida-, recorrer todo mi cuerpo, cual ráfaga de fuego que salía disparada de mi entrepierna.

Tras esa monumental venida, quedé exhausta, boca abajo, aún esposada, desnuda, despeinada y con la boca rebalsando del semen de mi amante, que sonreía sentado frente a mí, satisfecho; no tuve apenas respiro: de nuevo sentí mis nalgas abriéndose, ¡casi me había olvidado del desconocido atrás mío!. Imposibilitada como estaba de voltearme, no pude evitar que hiciese conmigo lo que quisiera, ¡comencé a jadear como loca, al sentir de nuevo la punta de su lengua sobando mi clítoris, a la vez que un pulgar ensalivado se abría paso dentro de mi ano!!!

- … ¡Ahhhh!!!,… ¡AHHH!!!!,… ¡no pares: SIGUEEEE!!!!,…

Estaba gozando como nunca en mi vida hasta que en un instante entré en el mayor de los pánicos: sentí que mi agujero se dilataba aún más ¡ME IBA A METER LA VERGA POR EL CULO!!!!; jamás lo había echo antes y el miedo se apoderó de mí por completo: - …¡Por favor: nooo!,… -, musité temblando.

Marco mientras tanto sonreía silenciosamente, mientras se masturbaba frente a mí, viéndome azorada, y sin poder evitar ser sodomizada: traté de comprimir las nalgas mientras la punta de esa verga se abría paso hacia adentro, pero fue inútil: en un santiamén, mi ano se abrió de golpe, a la vez que yo soltaba un grito de dolor. El paso del dolor al placer fue realmente rápido, embestida tras embestida, sentía yo que la verga del desconocido que me cogía por el ano era larga, pero delgada:

prácticamente el tamaño perfecto para mi agujero; entonces una oleada de calor me inundó, mientras comenzaba a jadear y gemir de placer: ¡sentir una verga entrando y saliendo por mi ano, mientras el pene grueso de Marco me chorreaba de nuevo su leche a la cara fue increíble!:

- …¡AHHHH!!!,… ¡AHHHH!!!,… ¡ME VAN A VOLVER LOCA: ME VAN A VOLVER LOCAAAA!!!,… -,grité entonces como una poseída.

No tardé casi nada en venirme de nuevo, para luego caer rendida a la cama, suspirando sin parar, mientras esa verga me martillaba por el culo sin parar, hasta sentir una potente descarga de leche, inundándome, llenándome el culo por completo. Tras reposar un rato, alcé la vista: ahora estaban frente a mí Marco y el desconocido violador de mi ano: se llamaba Javier; era un jovencito de unos 23 años, delgado y de carita tierna. Ambos desnudos y masturbándose de nuevo frente a mí, eran para mí, la más preciosa escena del mundo.

- …Gracias,…-les dije, suspirando-,… gracias,…

- No nos des las gracias, Magaly,… –, dijo de pronto Marco.

- …Aún falta algo,… -, agregó entonces Javier, sonriendo.

¡Pegué un grito de pánico, al sentir que me cogían por las tetas dos manazos negras, alzándome sin esfuerzo de la cama!; arrodillada, pude voltear el rostro:

- …Hola Magaly,… -me dijo mientras me estrujaba las tetas-, me llamo Luis,… Él era un moreno alto, musculoso, de unos 26 años; de mirada tierna y de divina lengua golosa, la que sin perder un instante comenzó a recorrer mi hombro y mi cuello: mis senos casi desaparecían dentro de sus manos de basquetbolista,… ¡mis nalgas temblaban, al sentirse en contacto con lo que tenía entre las piernas: era enorme y estaba erecta; PARECÍA UN BRAZO DE NIÑO!!!; no tuve tiempo de rogar que se detuviera: como si yo no tuviese peso, me dio vuelta, me abrió de piernas y sin piedad, comenzó a meterme su inmenso aparato, lentamente, dispuesto a clavármela por completo.

- …¡NOOO!!!,… ¡AAAAAH!!!,…¡ES MUY GRAAANDEEEE!!!!,…

- Tranquilízate, Magaly,…-dijo entonces Marco-,… te va a gustar,…

- Sólo disfrútalo -, terció Javier.

¡Disfrutaba yo como una marrana!!!; esa verga inmensa me machacaba sin parar, y a velocidad alarmante, entrando sin parar por mi vagina; ¡mis nalgas eran azotadas si piedad por el inclemente golpeteo sonoro de sus huevos grandes y rugosos!!!.

Montándome a su entero gusto, Luis machacaba mis entrañas con su aparato negro y nervoso, abriéndome de piernas por completo, mientras mordisqueaba mis tetas, haciéndome gritar sin parar, a la vez que Marco y Javier, jugueteaban con sus vergas frente a mi cara, haciéndome lamerlas una tras de otra,… mi raja abierta no paraba ahora de soltar mis jugos, que humedecían el aparato divino de Luis hasta los huevos,… ¡mis gritos de gozo, entre sonoras carcajadas, hubiesen escandalizado a la más puta de las putas!!,…

- …¡MAS!!!,… ¡MAAAAÁS!!!,…¡MAASSSSSS!!!,…

La cogida de Luis me arrancó más de un orgasmo, dejándome casi inconsciente y adormecida por dentro, antes de terminar él descargando su lechada dentro mío. Había pensado yo que todo ahí acababa, pero me equivoqué: Marco, Javier y después de un buen rato, Luis, se turnaron disfrutando mi coño, mi culo y mi boca durante todo el resto de la noche, haciéndome llegar a las más altas cotas del delirio. Casi amaneciendo, finalmente me quitaron las esposas, quedándose ellos a dormir un rato conmigo. Había pensado en pasar una noche de placer, pero ni en mis más locas fantasías me hubiese imaginado estar ahí yo, durmiendo con tres hermosos y jóvenes varones. Cuando desperté, se había ido; los chicos se portaron maravillosamente: no contentos con hacerme pasar la noche de mi vida, dejaron la sala ordenada, las copas limpias en el fregadero y un revitalizante desayuno servido sobre mi velador.

Mientras caminaba apenas con fuerzas por mi cuarto, rememorando sobre lo vivido, traté de pensar cómo habían entrado en la casa Javier y Luis,… pero no pude pensar mucho en eso: apoyado junto al espejo, estaba otro sobre: el mismo sobre blanco, la misma caligrafía, el mensaje: "El Club de los solitarios". Con manos temblorosas lo abrí lentamente. Tras leer su contenido, supe de inmediato, que había llegado un cambio espectacular y delicioso a mi vida,…

(CONTINUARÁ,…)

Hentai cosplay (1); Misty Pókemon


¡Para qué preguntas!,...


El Novio le dice a la novia, apenas estaban, por primera vez en un hotel: 

-...Mi amor, ¡pero tu no eres virgen!,... 

Y ella le respondió:

- ... Ni tú tampoco eres San Jose,... oye, ¡¿vinimos a tener sexo o a armar un pesebre?!,...

Trans-XVI


El desnudo total de la mejor actriz porno


Terry Richardson es un hombre afortunado: es uno de los fotógrafos que trabaja con las mujeres más lindas del mundo para distintas publicaciones.

Por ejemplo con Kate Upton, la chica sensación que desde Sports Illustrated y un video que grabó para el fotógrafo.

Ahora, su última modelo fue una estrella del porno, según publica TeleShow.

Jessie Andrews, que se quedó con el galardón a la mejor actriz porno en los AVN Awards -que premia lo más destacado del cina XXX norteamericano- por su trabajo en Portarit of a Call Girl, se paró frente a la lente de Richardson y entregó lo mejor.

Con el histórico hotel de Los Ángeles, Chateau Marmont, como locación, Andrews subió la temperatura con un equilibrio perfecto entre una chica tierna y una ardiente femme fatale.

(FUENTE: sitioandino.com)

20 jul 2012

Indonesia cierra más de 1 millón de sitios porno


El Gobierno de Indonesia ha anunciado el cierre al acceso a un millón de sitios web de caracter pornográfico con motivo de la llegada del mes santo del Ramadán según comenta el Times of India.

A pesar de ser una gran cantidad de sitios web porno los que el gobierno ha clausurado, el ministro de Comunicaciones e Información, Tifatul Sembiring declaró que "Bloquearemos más sitio web pornográficos durante el Ramadán". Preguntado por la posibilidad de cerrar los sitios web indefinidamente, Sembiring dijo que "esto no supone que les permitamos operar durante el resto del año".

Indonesia es uno de los países con mayor población islámica y es conocido por su intolerancia con la pornografía. La intención de las autoridades del país es al menos bloquear el acceso a otro millón de sitios web con contenido de pornografía.

(FUENTE: ocio.nortedecastilla.es)

19 jul 2012

Perú: escritora brasileña se desnuda frente al Palacio de Gobierno en contra de la piratería



Sin temor a las fuertes miradas del público, la escritora brasileña Vanessa de Oliveira se atrevió a protestar en contra de la piratería haciendo un "topless" en plena plaza frente a Palacio de Gobierno.

Con solo una trusa negra y el dorso descubierto Vanessa llevaba inscrito en su vientre la palabra 'no a la piratería' y paseó por unos minutos frente a la casa de gobierno alzando su voz de protesta.

"Estoy haciendo esto para que mi libro no sea más pirateado en ninguna parte del mundo", respondió la conocida autora de los libros '100 secretos de una dama de compañía' y 'Si él te engaño, es su problema', se despojó de sus atuendos para exigir que se protejan los derechos de autor.

Ante la aglomeración de gente, miembros de la Policía le exigieron se retire del lugar.

(FUENTE: diariocorreo.pe)

18 jul 2012

La historia de la primer sex-shop: sus demandas y polémicas


Hace años el sexo era un tema tabú; hablar abiertamente de él era motivo de escándalo; sin embargo, los tiempos han cambiado y hoy se puede hablar y vivir una sexualidad libre...

Sostener una relación sexual en esto días no sólo es tumbarse en la cama y poner en práctica la posición del misionero; hoy existe una gran variedad de "rituales" que hacen que el sexo sea único. Actualmente, las parejas pueden vivir fantasías de toda índole: desde ser parte de una fiesta swinger hasta usar diversos disfraces, esposas y consoladores, para que la experiencia sea descomunal y muy sexual.

Cabe señalar que lo anterior no podría ser posible sin la invención de las Sexshop, tiendas dedicadas a comercializar todo tipo de artículos sexuales. En estos almacenes se puede encontrar desde lubricantes, látigos, vibradores, afrodisiacos, entre otros objetos. No obstante, surge una pregunta: ¿quién inventó las sex-shop? Los sitios sex-shop-online y erroreshistoricos.com publicaron la historia de estas tiendas del placer.

La historia de estas tiendas se remonta al año de 1962: Beate Uhse, una piloto alemana, se convirtió en la primera dueña de una sex-hop.

¿Quién fue Beate Uhse? Nació en 1919, y aunque en un principio sus padres no vieron con buenos ojos que se dedicara a la aviación, a los 17 años logró cumplir su sueño: obtuvo su licencia de piloto profesional siendo la única fémina de su promoción en lograrlo. Como piloto de acrobacias Beate ganó varios concursos internacionales, y al estallar la II Guerra Mundial se unió a la Luftwaffe, donde manejó diversos aviones de combate; posteriormente, cambió de giro.


Para el año de 1946, Beate conocía a decenas de mujeres que se enfrentaron a embarazos no deseados; de hecho, pensó que en aquellos años no existían los preservativos, así que publicó un panfleto titulado "Schrift X" donde explicaba el método de anticoncepción natural Knaus-Ogino. Un año después, ya había vendido 20 mil ejemplares.

En 1948 inauguró un negocio de venta por correo, el cual estaba enfocado al sexo. En 1962 el negocio se expandió y con ayuda de su marido abrió la primera sex-shop bajo el nombre: "Beate Uhse, casa especializada para higiene marital" donde se ofrecían preservativos, libros, lencería, estimulantes.

El negocio estuvo durante mucho tiempo al borde de la legalidad, debido a los tabúes de la época; en un país donde la venta de preservativos a solteros estaba tipificada como "incitación a la inmoralidad", Beate tuvo que hacer frente a 2000 procesos judiciales a lo largo de 40 años.

Dichos problemas la animó más, y en 1971 la compañía ya tenía 25 sucursales en Alemania. A mediados de los 70, las leyes contra la pornografía se relajaron, y en 1981 la empresa se refundó como sociedad anónima y se diversificó en el mercado.

En 1999, Beate Uhse AG salió a bolsa, lo que supuso el primer paso para la internacionalización: primero Holanda, luego el resto de Europa, y finalmente por todo el mundo. Beate Uhse, murió en 2001 a causa de una neumonía, dejando tras de sí un imperio erótico que, pese a críticas de feministas y demás moralinos, hizo más libre y colorida la salud sexual de los alemanes.




(FUENTE: de10.com.mx)

Ana Kari, la perrita (1)



Un relato de: Krakkenhere.

Apenas cumplí mis dieciséis años, supe yo que sería una perrita; no me pregunten el por qué: simplemente lo sabía. Conforme mi cuerpo comenzó a formarse, pude advertir las notorias miradas turbadoras de todos lo que me rodeaban. Siempre he sido bajita y delgadita –en cierta medida, demasiado-, pero conforme mis senos y caderas se fueron desarrollando, volvieron mi apariencia en mi maldición: mis piernas y caderas se ensancharon notoriamente, regalándome un culo casi perfecto, apretado y respingón. Mis pechos se inflaron hasta convertirse en dos inmensos –para mí-, globos que casi eran devorados por las miradas de todos; todo eso, aunado a mi eterna cara de niña buena, cabellos largos rubio intenso, lacios, piel blanca y ojos verdemar, me han ganado el triste privilegio de ser el objeto de deseo enfermo de todos en la pequeña ciudad donde nací y me crié: sentía – y aún siento-, las miradas de jóvenes y viejos cada vez que caminaba por la calle, a la salida del cole, en fin, en todas partes: todo mi cuerpo se estremecía al sentir las miradas posadas en mis formas,… y me encanta esa sensación desde el primer momento en que la sentí; no soy coqueta, pero eso no tiene importancia: en el cole todas mis compañeras, envidiosas, casi me hacían llorar con sus frases hirientes “eres una perrita, Ana Karina”, “eres una golfa, Ana Kari”, y cosas por el estilo. Aunque, valgan verdades, cuando escucho que, al pasear por las calles, algún hombre dice en un susurro “mmm,.. que rica perrita,”… me estremezco toda, sintiendo un delicioso calorcito que recorre todo mi cuerpo.

Vivía yo feliz en la casa de mis padres: ellos se dedican a la agroexportación, por lo que nuestra inmensa casa estaba rodeada de cultivos y un bosquecillo donde jugaba yo dichosa de niña o paseaba a caballo, ya más mayor. Apenas comencé a tomar cuerpo de mujer, mi padre sufrió de unos terribles celos: temía que se aprovechasen de mí, que perdiese mi preciada –para él-, virginidad o que algún desalmado me forzase,… y terminó poniéndome al cuidado de los trabajadores de la finca, no dejándome ellos ni un instante a solas: lloré y pataleé hasta que convencí a mi papá de que me dejara tener algo de libertad: accedió, pero con la condición era que siempre saliese con “Sansón”, uno de sus perros, de raza pastor alemán, y al cual yo crié desde que era cachorrito. Como mal menor, acepté, dado que en el campo siempre hay gente un tanto peligrosa.

Verme por las calles o el campo acompañada por “Sansón” era ya común cuando finalmente me llegó el amor: me enamoré de Patricio, un chico de mi edad, y que estudiaba conmigo. Todo parecía maravilloso con él, pero sobrevino lo inevitable: como todos en los alrededores, apenas nos besamos, comenzó a acosarme y presionarme para que le entregue mi coñito virgen.

- ….¡Ya pues, Ana Kari!!!,… - me soltó una vez molesto, cuando le impedí que me meta la mano en mi entrepierna, mientras se revolcaba ansioso conmigo, junto a un arroyo-, soy tu novio: tengo el derecho,…!

La verdad es que mi cuerpo ya comenzaba a hervir con sus caricias,… pero quería que ese momento fuese diferente,… aunque no sabía yo cómo. Era una rara idea que yo tenía: quería sentirme amada con loca pasión y a la vez sentirme una golfa, atreverme a todo,… en fin: ser una perra como todos me decían, ya sea con desprecio a la gente o con deseo contenido. Habían pasado unas semanas en las que no veía a Patricio (tras esa discusión), cuando sucedió; de tiempo en tiempo, salía yo a correr por la finca: correr es un decir, por que corría apenas un rato y luego caminaba por el bosquecillo cercano a la casa, con un bonito arroyo en medio: era mi escondite predilecto. Me puse esa mañana un short apretado, una camiseta y mis zapatillas.

- Ya vuelvo. Voy a correr,… -le dije risueña a mi papá, cruzando la cocina. - ….¡Lleva a “Sansón” contigo! –espetó mi padre-, ¡es una orden!,…

¡Que fastidio!, mi padre no cejaba en su sobreprotección y en ese caso no era para menos: las noticias del diario local hablaban de una banda de abigeos y violadores que merodeaban por los contornos. Sin más tomé la correa de “Sansón” y tras silbarle, ambos nos fuimos corriendo hacia el bosquecillo. Ya alejados de la casa, comencé a caminar y divagar sobre mis problemas: recorriendo el sendero, meditaba acerca de si sería bueno o no, entregarle mi virginidad a mi novio. Como una loquita me reía yo, pesando en cómo sería la verga de Patricio y si lo disfrutaría. Pensando en eso, llegué al arroyo que recorría el bosquecillo, rodeado por altos matorrales: en ese momento, sentí las irrefrenables ganas de orinar.

Tras asegurarme de que no hubiese nadie en los alrededores, me puse en cuclillas, bajándome mi calzoncito y mis shorts, dejando al aire mi culito. Casi no tardó nada en salir de mi rajita el chorrito de orina, regalándome la sensación de alivio y placer. “Sansón” se hallaba a unos pasos, olisqueando entre los matorrales, mientras yo descargaba mi vejiga. Nuevamente comencé a reírme, pensando en qué sucedería si alguno de los empleados de mi papá me descubriese así expuesta en ese preciso instante,… la verdad es que no me molestaba para nada si fuese el hijo del encargado de los caballos de papi: se llamaba Damián, y era un joven muy apuesto y musculoso. En eso pensaba cuando ocurrió: sentí que una húmeda lengua me asestaba desde atrás una rápida y salvaje lenguetada, recorriendo en un instante desde mi ano hasta casi el final de mi rajita virgen. ¡”Sansón” se había acercado sigilosamente y me estaba lamiendo mi conchita!; fueron tres lenguetazos en una fracción de segundo, pero fue suficiente: se me cortó la respiración, la cabeza se me embotó de con un cosquilleo que me recorría toda,… una extraña sensación, agradable y que me había erizado por completo.

- ….¡”Sansón”, NOO!,… - llegué apenas a exclamar.

Mi chillido fue suficiente como para que mi perro diese un salto y se retirase. Yo por mi parte, caí de frente, en medio de los matorrales, temblando, aún con mis manos crispadas, apretando mis shorts, en posición fetal, respirando agitadamente: creo que esa vez tuve le primer orgasmo de mi vida,… no lo sé. Solo sé que fue tan rápido que la sensación de placer duro unos minutos que para mí fueron eternos. “Sansón” por su parte, seguía olisqueando la hierba, como quien no quiere la cosa, mientras yo estaba ahí tirada, jadeante. ¡Jamás le había permitido ni a mi novio que me tocase “ahí” y mi perro me había lamido!!!,… fue tan rápido todo que todavía yo estaba orinando, mientras seguía paralizada ahí, tirada en el piso, sintiendo mi cuerpo estremeciéndose por la nueva sensación.

Tardé un buen rato en recuperarme. Me hallaba completamente turbada, sintiendo un poco de vergüenza por lo que había pasado,… pero realmente – lo comprobé después-, lo había disfrutado ampliamente. Mi perro por su parte caminaba alrededor mío, moviendo la cola. Tras limpiarme, emprendimos la vuelta a casa; yo iba con la cabeza hecha un lío:

Todo ese día estuve con la cabeza en otra parte: un sinfín de pensamientos cada vez más morbosos y aberrantes empezaron a invadir mi mente, los que -por temor, incertidumbre, pecado o que sé yo cuantas cosas más-, hacían que luchase conmigo misma, sobre si enterrar profundamente en mi memoria el suceso vivido, sobre si estaba bien o mal haber sentido placer,… y acerca de llevar a cabo “algo más”. En la noche apenas pude dormir, ya que solamente pensaba en la mañana siguiente, y en “Sansón” que, afuera de la casa, correteaba libremente ladrando.

Al día siguiente, salí más temprano de lo acostumbrado; “Sansón” trotaba alegremente a mi lado. Hice la ruta al bosquecillo en menos tiempo de lo que jamás lo había hecho antes,… y es que me quemaban por dentro las ganas de repetir la experiencia. Tras asegurarme que no me veía nadie, me arrodillé en medio de vario arbustos bien tupidos: algo dentro de mí me instaba a hacerlo: tras descargar mi pequeña vejiga, me quedé expectante. El aire fresco de la mañana impedía que mi coñito se secase por completo,… o tal vez me estaba mojando yo ante la inminencia de lo que podría ocurrir.

Esperé pacientemente; ¡estuve a punto de gritarle a “Sansón”!,… cuando de pronto, sin aviso, en silencio, vino a mí: casi temblé de la emoción al sentir su nariz fría olisqueándome mi rajita,… ¡ohhhhhhhh!!,… ¡ahhhh!!!!,… ¡era increíble!!!; su lengua gruesa y húmeda en extremo, recorrió toda mi entrepierna en toda su extensión: ¡mis piernas temblaban sin control, al sentir al animal lamiéndome!!!!; mi cabeza daba vueltas sin control, mientras mi garganta soltaba gemidos de gozo como nunca en mi vida!!!; me corrí más de una vez, descargando mis jugos sin control, sintiéndome a la vez culpable y dichosa por tal situación tan extraña y estimulante; no sé cuanto rato pasó, pero al final estaba exhausta, temblando sin control, sudando a mares y con mi concha completamente mojada: así comenzó mi enferma –pero placentera-, obsesión; todas las mañanas alía a “correr” por el campo, y me corría como loca, con los embistes de la deliciosa lengua de mi perro. Con forme pasaban los días, comenzaba a ser yo más osada: primero fue despojarme de mis shorts y mis bragas para abrirme de piernas por completo para que “Sansón” me lama a sus anchas; después vino salir a mi paseo matinal sin bragas y finalmente, , tras tomar extremas precauciones- el temor de ser descubierta me aterraba y a la vez me excitaba-, me atreví a desnudarme por completo y ser lambisqueada por mi perro, sintiéndome a la vez libre y al mismo tiempo, “su perrita”,… pero por las noches, me invadían los más pervertidos pensamientos: luchaba contra mí misma, imaginándome introduciéndome su verga afilada, larga y coloradota en la boca,… y hasta entregarle mi preciosa y virginal conchita: sería mentirles si negase que era cada vez más frecuente el que “Sansón” trataba de montarme con ansias, tras lamerme y yo le apartaba asustada,.. pero a la vez mi conciencia decía que estaba mal todo eso.

Una noche salí con mis amigas del cole a una fiesta de un pueblo vecino. A pesar del cuidado de los mayores, bebimos vino hasta hartarnos; al llegar a mi casa, pude ver por la ventan de mi cuarto cómo “Sansón” se montaba a una de las perras de raza de mi papá: su ímpetu animal, sus embestidas incesantes e incansables, me hirviendo y me hicieron decidirme; había llegado el momento. Apenas mis padres saliesen a alguna fiesta, lo haría.

A la mañana siguiente, me puse de pie aún borracha como una cuba: a mis papis no les importó, ya que ellos aún dormían tras la tremenda celebración. Como una zombie me vestí apenas y saqué a “Sansón” a pasear: ni siquiera sabía para qué lo hacía. Apenas llegué a la orilla del riachuelo, sin ningún cuidado, me bajé las bragas y los shorts juntos y me puse a orinar: necesitaba con urgencia vaciar mi vejiga. Apenas podía mantenerme en esa posición y en un instante me apoyé con ambas manos en el suelo: la borrachera había sido terrible. Sin aviso, un peso cayó sobre mis hombros con fuerza; ¡”Sansón” puso sus patas sobre mí, y de una pechada, casi me inmovilizó: su peso, aunado a mi frágil cuerpecito y a la ebriedad que llevaba, hizo imposible que me lo quitase de encima: comencé a temblar de horro, al sentir una “cosa” que trataba de abrirse paso hasta lo profundo de mi entrepierna:

- …¡”Sansón”, NOOO!,…

Pero el bruto no entendió: bastaron tres lancetazos de su verga contra mi rajita aún no abierta para que yo me moje sin remedio; ¡me iba a penetrar!, traté de zafarme pero no pude: sus patas delanteras me aprisionaron por las caderas firmemente, y no tardé en sentir con dolor y terror, su lanza de carne introduciéndoseme de un solo golpe: ¡grité como nunca en mi vida al sentir mi himen roto así, de golpe!!; ¡su pene animal entraba dentro mío a una velocidad que jamás hubiese imaginado, mientras sus uñas me laceraban las caderas!

- ….¡Noooo; ya noooo ahhhh!!!,…

Lloré sin parar, como una criatura, mientras “Sansón” descargaba toda su líbido contra mi agujero sangrante; yo jadeaba y lloriqueaba desesperada, pero no pude evitarlo; no sé como describirlo, pero un placer enfermo e indescriptible hizo que no le detuviese. Tras un rato que para mí fue eterno, sentí la lacerante sensación de su lechada aguada, caliente y abundante inundándome por dentro. Terminé de nuevo en el suelo, casi privada, mientras “Sansón” lamía mis piernas mojadas con su semen. Fue un milagro que nadie me escuchase gritando. Apenas pude llegar a mi casa y me encerré en mi cuarto, y no salí hasta el anochecer.

Había entrado yo de golpe a una nueva dimensión del sexo: apenas mi rajita se repuso de la brutal embestida de “Sansón”, proseguí con esa relación insana,… pero que era la más increíble maraña de sensaciones. Para mis padres, había cogido yo manía por el deporte,… y no imaginaban que si regresaba rendida de correr, era por que en el bosquecillo cerca de casa, su hijita mimada se entregaba cual perra en celo, desnuda, a su insaciable perro; nunca descubrieron los arañones de mis caderas, piernas o espalda, ya que cambié convenientemente, del modelo de ropa que usaba para “correr”. De cuando en cuando, me atacaban terribles remordimientos: en una de esas situaciones, decidí “entregarle mi virginidad” a Patricio, mi novio: craso error. ¡No sentí nada!; la verga de Patricio era guesa y grande, pero,… tras su primer embestida supe que no era lo suficientemente “animal” su forma de coger, como para encenderme: pero lo peor sucedió después,... descubrió obviamente que yo ya no era virgen; ¡me gritó, me trató de perra, zorra y mil y un improperios más, hasta romperme el corazón!,… me pasé la noche llorando como la colegiala ingenua que era; a la mañana siguiente, en medio del bosquecillo, tiritando de frío desnuda, lloraba a mares por mi corazón partido, mientras “Sansón” me montaba y descargada su lechada dentro de mí, a modo de consuelo.

Así mi vida sentimental y sexual se volvieron una sola: cada nuevo día para mí era un regalo de sexo y placer; rompí con todas mis amistades y más que nunca, “Sansón” y yo éramos prácticamente inseparables: cada vez que oía al recorrer el pueblo, un “…perra”, ó “…qué rica perrita,…” sonreía yo, dejando a todos intrigados: no se daban cuenta cuán cierto era.

Lamentablemente mi historia –como casi todas tiene un final (o inicio, como verán después), muy triste: habían pasado 3 meses de placer loco y delicioso, cuando fui descubierta; una mañana de domingo, salí a mi paseo de todos los días. Hacía calor, por lo que no dudé en darme un chapuzón en el arroyo: mi cuerpo adolescente hervía de deseo, por lo que el agua fría no me molestaba para nada. Tras refrescarme a mis anchas, salí del agua, desnuda y chorreante, mientras “Sansón” me ladraba alegremente, corriendo de un lado a otro, ansiosos de que nos ocultásemos ya entre los matorrales.

Ya a cuatro patas en un claro, cerré los ojos: la “perrita” Ana Kari estaba en posición para ser montada por su insaciable semental. Yo respiraba pausadamente, disfrutando cómo la lengua de “Sansón” hurgaba con esa enorme y áspera lengua que se maneja, la concha de “su perrita”,…lamiendo arriba y abajo, hasta llegar a inflamar mis labios vaginales,… hummm!!!,…¡ohhhh!!!; aquella mañana estaba yo más caliente que de costumbre: sintiendo las ganas de gozar como loca ya, casi estoy segura que berreaba y gemía con fuerza, mientras su rápida lengua inundaba mi vulva con su saliva y mis jugos. Mientras yo casi podía ver su verga roja aparecer de entre su capullo, mis nalguitas estrechas y temblorosas vibraron sin control al contacto con sus poderosas y peludas patas, que rodearon rápidamente mis caderas.

Ya montado sobre mí, “Sansón” no tardó en clavarme su rojo instrumento, penetrando con fuerza mis blancas carnes y empezó a agitarse de una manera frenética, mientras jadeaba y sacaba su lengua:

- ¡SIIIII!!!!,….¡AHHHHHH!!!!,… AAAAHHH!!!!,… ¡MGGGHMMM!!,…¡AHHH!!!

¡La verga de mi perro me estaba volviendo loca!!!; el golpeteo animal de su miembro contra mis entrañas me hacía alzar mi culito para sentirlo más adentro, me prendía de sus patas con mis brazos para que no dejara nunca de follarme!!!,… mi respiración era agitadísima, conforme los orgasmos se sucedían sin parar, recorriendo todo mi cuerpo. Los ojos se me volteaban, mientras sentía que su impulso animal me desgarraría!,… gemía yo como una posesa, gozando al sentir su cálido y peludo cuerpo sobre mí, y sus babas cayendo cobre mi espalda.

Así estaba yo, viviendo el sexo más delicioso de mi vida cuando los arbustos se abrieron de golpe: ¡era el encargado de los caballos de papi y su hijo Damián!!!, mis jadeos los atrajeron; aún recuerdo sus rostros de pavor, al tener frente a sus ojos a la “niña Ana Kari”, completamente desnuda, a cuatro patas, y siendo montada por su mascota,… y casi gritando, como una marrana gozando. Fue todo un instante, pero no reaccioné: admito que me quedé inmóvil, dándoles ese espectáculo, y realmente gocé ver los ojos de los dos peones, viéndome hecha la más absoluta perra,…

El resto lo recuerdo borrosamente: se nos abalanzaron encima, ¡entré en una crisis nerviosa, al ser separada de golpe de “Sansón”!!!; grité, pataleé, lloré, mientras veía a Damián agarrando a patadas a mi perro, mientras yo forcejeaba con su papá que luchaba por ponerme un poncho encima,… fui llevada en vilo a la casa de mis padres y luego a la posta médica del pueblo: estaba yo hecha un animal, totalmente descontrolada; tuvieron que sedarme hasta hacerme dormir como piedra. Pasaron unos tres días: al despertar, una amable enfermera me contó lo que pasó; todo el pueblo se había enterado y mis padres, habían dejado un sobre para mí: algo de dinero y una escueta nota. Debía marcharme cuanto antes del pueblo: había dejado yo de ser su hija. Con respecto a “Sansón”,… un disparo de escopeta acabó con mi amado perro; lloré a mares al saberlo.

Al día siguiente, decidí marcharme; las caras de estupor al recorrer el pueblo, me dijeron bastante: no me podía quedar ahí. Con dieciséis, sin haber acabado la escuela, y con un futuro incierto, enfilé al único lugar que se ocurrió: a la capital, a tratar de encontrar a un hermanastro mío, el cual sabía que vivía allá. No sabía yo que haría con mi vida, pero algo era cierto: esa primera experiencia había encendido algo dentro de mí, y que ya no podría apagar; mi cuerpo pedía a gritos ser llevado a las cotas más altas del delirio,… todo mi ser pedía sexo.

Así es como la historia que se cuenta a escondidas en mi pueblo, sobre “la hija loca del Señor ***” terminó,… pero la historia de “Ana Kari, la perrita de todos”, apenas comenzaba,…

(CONTINUARÁ,…)
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