4 jul 2012

Mediodía en la construcción


Un relato de: Krakkenhere. 


Entré yo primero a ese cuarto estrecho y alejado del resto de la construcción, a medio derruir; desde afuera nos llegaba el ruido del ajetreo de los demás, allá afuera, derruyendo y construyendo: yo iba tanteando el piso a cada paso: él venía detrás de mí y ambos íbamos con el corazón en la garganta, tras dar yo o él un paso en el piso lleno de escombros y piedras menudas, preocupados porque ese ruido por nosotros provocado, nos delataría con los demás,… ¡el sólo pensar en que nos descubrieran en estos trances!,… ¡NO!!,… ni siquiera quería pensarlo.

- …¿Qué hora es?,… -, le susurré a él que venía detrás de mí. 
- Ya casi el mediodía-, me contestó mientras miraba hacia atrás, hacia adelante, hacia los costados,… asegurándose que nadie nos hubiese seguido. 
- …¿Mediodía?, entonces ven pronto ¡apúrate!!! -, le repliqué, con el corazón latiéndome a mil. 

Nuestro improvisado escondite era perfecto: un cuarto pequeño, solo una puerta, una ventana y el que estuviese en un tercer piso, nos permitía ver al resto de los obreros pero ellos no nos podían ver desde allá abajo; no me importaba que fuese casi un depósito de cemento y tierra botada sin más en el piso y que las paredes fuesen solo ladrillos deslucidos: era ideal para que yo gozara como yo quería. Atisbando por la ventana para cercionarme que nadie se había percatado de nosotros, sentí deliciosamente la mano de él, ruda, gruesa, áspera, arañada por la tierra, el cemento y el polvo de ladrillo, que me acariciaba con ruda confianza mis nalgas: no necesitaba yo más señal para explayarme, además ¡la hora ya casi nos ganaba!,… 

Sin esperar un segundo, pero viendo aún por la ventana de cuarto ese, me desabotoné mis jeans y de un golpe, me bajé mi prenda junto con mi ropa interior, hasta los tobillos, me puse en cuatro descaradamente, mostrándole a mi rudo obrero acompañante, mi culo ansioso, tembloroso, pero que gustosamente le exhibía por completo. Me apoyé con ambas manos en el cascajo del suelo, que era en realidad era un montón de apreciable altura; le mostraba a él mi culo ¡siii!, mi corazón amenazaba con saltárseme del pecho y no pensaba en otra cosa que en gozar,… y que el tiempo se nos acababa. Mientras, apoyado junto a la puerta del cuarto, él se abría la bragueta y me enseñaba su enorme, casi brutal vergota morena, que casi empequeñecía en medio de sus manazas curtidas por el trabajo y el sol, me agaché nuevamente y tomé del bolsillo de mis jeans lo único que yo llevaba y se lo entregué: mi teléfono celular. 

- …¡Apúrate,… ya casi no queda tiempo!,… -le dije, para luego suplicarle, casi llorando-,… ¡por favor,… por favooooor: apúrateeee,… el tiempo se agotaaaa!!,… 

De repente dejó de masturbarse y me regaló una amplia sonrisa, mostrándome todos sus dientes “…¡estás mal de la cabeza!,… “, me dijo mientras tomaba de mi mano el aparato; no me importa que eso pensara,… y definitivamente le susurré un “gracias” que me salió desde el fondo del corazón. 

No tuvo piedad conmigo y se loa agradezco: ¡SIN DETENERSE UN SEGUNDO, CON FUERZA, COMO A MÍ ME GUSTA, ME METIÓ EL APARATO POR EL ANOOOO!!!!,… ¡¡¡OOOOOOHHHHHH!!!!,… ¡CASI MUERO DE LOCURA AL SENTIR CÓMO MI AGUJERO POSTERIOR SE ABRÍA SIN PARAAAAAR!!!,… ¡LAS PIERNAS ME TEMBLARON Y CAÍ DE RODILLAS CUANDO SENTÍ QUE ME ABRÍA POR COMPLETO, QUE TODA MI PELVIS CRUJÍAAAAA!!!,… quedé temblando, a cuatro patas en el suelo, con mi cel metido dentro mío casi por completo; casi al instante, el zumbido y un terremoto de placer que me recorrió todo mi ser me anunció que ya era la hora: ¡OOOOOOOOOHHHH, DIOSSSSSSS!!!!, ¡ERA DELICIOSOOOOOOO, DELICIOSOOOOO!!!!; sentía mi trasero era atacado a la vez por decenas de vergas enormes, como la de ese moreno y bruto obrero me castigaban por atrás al mismo tiempo, llenándome todo el ser de dolor y placeeeer!!!,… y era feliz,… yo era muuuy feliz,… 

Quedé ahí en el piso, con los jeans en los tobillos, mientras mi delicioso acompañante me veía babeando sobre el cascajo, masturbándose ante el espectáculo que le regalaba; casi por completo dentro de mi cola, mi teléfono celular no paraba de vibrar y zumbar, a una velocidad enloquecedora y deliciosa,… 

…¡La celosa e insegura de mi esposa no sabe cuán feliz me hace al llamarme todos los días al trabajo,… y a pesar de que yo tardo muchísimo en contestarle!,…

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