1 jun 2011

Crónicas de secundaria (1); María quiere ser popular



Un relato de: Krakkenhere.

Holas a todos. Me llamo Natalia y ahora que me encuentro bien lejos en el tiempo de aquellos dichosos años del colegio, me he decidido a compartir con ustedes, mis recuerdos de aquellos tiempos. Mi vida sexual, en ese entonces, como ahora, nunca revistió de sucesos espectaculares (por lo menos eso pienso yo); solo las vivencias y confesiones que recibí de mis compañeros y compañeras de año –estudié en un colegio particular mixto, el cual prefiero no revelar. El motivo por le cual mi “promoción” (como decimos en mi país, refiriéndonos a nuestros camaradas de colegio en conjunto), decidieron hacerme partícipe de sus experiencias, sus secretos más íntimos,… es para mí un total misterio, incluso hoy, cuando está próximo a celebrarse los 20 años de que salimos de las aulas (¡bueno!, ya les dí una idea de mi edad,…), y creo que tal vez poniendo en relatos, para ustedes, las crónicas de mi paso por la secundaria, lo logre yo averiguar.

Como les decía, yo no era precisamente un “personaje de relato erótico” en el cole (y dudo que ni de fantasía de alguien,…); describirme en aquel tiempo es fácil: pelo negro lacio, común y corriente; rostro común y corriente,… tetas, culo y piernas nada fuera de lo común (y bien escondidas en una falda bien larga y un suéter holgado); para resumir: era común y corriente (¡ni siquiera usaba lentes como para excitar a los que les gustan “las nenas inocentes”!),... tal vez por eso era la “confesora” de todos: era yo tan común que los profesores nunca daban con mi nombre al preguntarme la lección. Nadie me preguntaría nada ni me creerían si revelaba algo. Era amiga de todos y de ninguno a la vez. En ese entonces yo ni siquiera pensaba en sexo, hasta que un día, se inició esa extraña experiencia en mi vida, de verme inmiscuida en lo más profundo e íntimo de las vivencias de mis compañeros y compañeras: fue un fantástico, tortuoso, lascivo y excitante periplo de casi dos años (los últimos del cole), y que comenzó con María,…

Alguna vez escuché decir que las que se llaman “María” a secas, cargan con la maldición de ser muy sufridas: no sé si será cierto en la vida cotidiana, pero en mi salón así era. Si yo buscaba con ansias dejar de ser invisible para todos, María hubiese dado cualquier cosa, por que la tierra se la tragase y desaparecer. Ella era la típica sufrida, falta de carácter que era objeto de todas las burlas y vejaciones. No era para nada fea: tenía el rostro más bello y tierno del mundo, los ojos verdes más bellos del mundo,… pero su piel blanca y suave, sus manos delicadas y una figura que se suponía agraciada, quedaba enterrada en un ajado y excesivamente holgado uniforme, heredado de una hermana mayor suya. Para finalizar, su baja estatura, sus zapatos de horma cuadrada, medias subidas en exceso y su cabello castaño amarrado en moño, le daban un aire de vieja: como no era fea, la crueldad de mis compañeros le buscaron un hiriente apodo.

- …¡Apártate “cosa”, que llego tarde a entrenar!!,… -, le soltó el Capitán del equipo de fútbol, cuando María cruzaba el corredor, ese día, casi tirándole los cuadernos.

Yo la miraba desde un extremo del corredor, sin entender por qué no reaccionaba ante las ofensas.

- ¡Ashhhh: sácate de aquí “cosa”!!!,.. –le increpó Maryann, la rubia y pedante “reinita” del cole, empujándola sin asco, cuando ella solo trataba de apoyarse, para no perder el equilibrio.

Todos reían al ver el espectáculo, sin mostrar la más mínima lástima, pero faltaba la cereza del pastel: apareció el imbécil jugador estrella de básquet del colegio, Ludwig; un alto fornido y musculoso de pelo rubio y bronceado, tan deseado por todas como cretino. Sin verla, apartó a María con un fuerte manazo, haciéndola caer al suelo, desparramándose por todas partes sus libros. La carcajada se hizo general en el pasillo y Ludwig, indiferente, se apoyó en la pared, junto a Maryann dispuesto a cortejarla, mientras maría yacía frente a ellos, como sapo en carretera:

- Hola mamita –le soltó el idiota ese a Maryann, quien se regalaba cual zorra barata y como para que todos escuchen-,… ¿Qué pasa, ahora de juntas con ésta? (refiriéndose a la pobre María a sus pies)
- …¡Ayyyy, noooo qué ascoooo!!!- soltó ella con su falsa voz-,… ¡yo tengo amigas: NO “COSAS”!!!, ¡JAJAJAJAJA!!!!,…

Finalmente María explotó,… pero solo como ella sabía hacerlo: al escuchar la tremenda carcajada de todos en el pasillo, rompió en llanto, se paró y dejando sus cosas, se metió rauda al baño de mujeres, presa de la peor de las humillaciones. En ese momento, yo tuve un arranque de compasión y tras decirle a todo el mundo que eran unos idiotas, recogí sus cosas y fui a buscarla al baño. La encontré ahí sola, sentada en un excusado, con la cabeza gacha y soltando de sus lindos ojos sendos gotones de lágrimas que poco a poco marcaban el piso frente a ella. Tardé buen rato en consolarla en vano: ella seguía ahí, callada, llorando: agoté todos los argumentos que se me ocurrían, pero nada; ella seguía ahí, como ida.

- …No les hagas caso- le dije, usando el más manido de los argumentos-,… manda a esa gente al diablo,…

Continuó así, mientras yo ya no sabía qué hacer.

- …Si puedo hacer algo por ti, dímelo,… -, le dije.
- ….Yo solo quiero ser popular,… -, me dijo entonces entre sollozos, sin alzar la cabeza.

La siguiente semana transcurrió como en cualquier cole: clases, recreos, exámenes,… chismes sobre el futuro nuevo novio de la “reinita” Maryann y cosas por el estilo. Pura rutina. María “la cosa”, simplemente se había recluído en su mundo de silencio de nuevo,… pero debí darme cuenta que algo había cambiado en ella: al recorrer los pasillos, miraba a todos y a todas fijamente, y sin importarle ahora la respuesta que recibía (“¡¿qué me miras, “cosa”?!!!”) Definitivamente algo estaba tramando. Al llegar la hora de recreo del viernes, María me abordó de pronto, cuando estaba yo de camino al kiosco de golosinas. Me llamó desde un árbol del patio, en el que estaba apoyada, sola, oculta:

- Natalia,..
- ¿Si, dime?,…
- Necesito que me hagas un favor,…- me replicó. Yo estaba extrañada. María casi no hablaba con nadie tantas palabras juntas-, quiero que traigas aquí a uno de los del grupo de “los Chatos”,...

¡”Los Chatos”!,.. me quedé de una pieza ante tal pedido: esos eran una “mancha” (se autonombraban mancha por que alguna vez el director les tildó de: “una mancha innoble en el honor del colegio”), constituida por 7 tipos, con los cuales todos trataban de llevarse bien, pero nada más: borrachos, pendencieros, atrevidos, lascivos, siempre metidos en líos,… eran de los que se metían en todo lo turbio posible; una mezcla rara entre patanes y casi héroes (existe un grupito de esos en cada colegio) Yo me hablaba con ellos –como todos-, pero,… hablar demasiado con “los Chatos” era mal visto hasta por los profesores; ¿qué quería ella con esos rufianes?. Dudé un instante, hasta que María me vió con su carita de ángel suplicante. Asentí con la cabeza y fuí a buscarlos.

Los encontré donde siempre, en una esquina del campo de fútbol (SU esquina), fumando con desparpajo, como chinos en quiebra, y soltando palabrotas y chistes que me hicieron enrojecer. Me sentí pequeñita ante ellos (el mote de “Chatos” era solo eso: eran enormes), tras vencer mi timidez, le hablé a uno de ellos: se llamaba Antonio, pero todos lo conocían como “el Negro”. Era un gordo moreno, malhumorado y con fama –entre los chicos-, de manejarse un aparato de dimensiones intimidantes; era al único que conocía yo algo, por que compartíamos clases de Inglés. ¡Por una vez me sirvió eso de yo “ser invisible”!,... al no recordar quién era, aceptó venir conmigo. Ya en otro extremo del colegio, frente a María, ésta le dijo lo que quería:

- ¿Tienes pases para la fiesta de Úrsula?,… -le preguntó María, con su hilito de voz.

¡Qué si tenía pases para la fiesta de Úrsula: si todo el colegio lo sabía!!!; la fiesta de cumpleaños de Úrsula (la mejor amiga de “la reinita” Maryann), era la mejor fiesta del año: solo podías ir si eras “popular” (futbolista, basquetbolista, animadora, presidente de salón, de familia de dinero, etcétera…), si te invitaban “ellas”,…. o si hacías negocios con los “Chatos”. Las invitaciones a la fiesta más “nice” eran muy codiciadas: dió en casualidad que una “popular” le dió una invitación a uno de ellos, por el cual se moría (Dios sabrá por qué), y los muy zamarros habían impreso falsificaciones que estaban vendiendo “por lo bajo” (el papá de uno de ellos tenía una imprenta),… el “Negro” miró entonces a María con desconfianza: creía que era una celada.

- …Nooo,… quién te ha dicho,…
- Queremos dos,… -, le soltó María con total seguridad; algo inusual en ella.

El tipo ese mostró todos los dientes. Pensaba que era una broma, pero como negocios son negocios, se mandó de frente.

- ¿Dos?, ¿para ustedes?,…. bien,… serán 40,…

¡Qué tal rufián: con la mitad de eso entrabas en ese entonces al una disco VIP!!!. Pero María no se inmutó,… tenía una mirada extraña. Sin miedo, le tendió la mano, mostrando unos billetes arrugados.

- Te doy 60. Dámelas,…

Viendo que hacía buen negocio, sacó de su bolsillo las invitaciones con recelo. Eran espléndidas: parecían recién impresas. “El Negro” se embolsilló el dinero y, mirando a todos lados, se retiró diciendo:

- …Si quieres algo más, “amiga”, me avisas,…

Yo estaba perpleja tras todo eso, pero creo que mi sorpresa llegó a ser aún mayor cuando la carita de cielo de María volteó hacia mí, mirándome con una mezcla de súplica y ansia:

- … ¿Quieres ir conmigo?,…

Al día siguiente me hallaba yo, parada frente a la casa de Úrsula (toda una mansión en medio de un barrio muy exclusivo), hecha un pimpollo de 16 años, envuelta en un discreto vestido color crema, ansiosa como loca por entrar a la “fiesta del año” (solo por eso, accedí a ponerme vestido) Las parejas de frac y vestido llegaban sin cesar, y yo ahí, contenta por que –una vez más-, nadie me reconocía, y a la vez ansiosa, esperando a María.

No tenía miedo de que descubriesen las invitaciones falsas (las falsificaciones de los “Chatos” habían engañado más de una vez incluso al mismísimo Director del colegio), lo único que me importaba era entrar, encontrar un recodo dónde pasar desapercibida (ni yo ni María éramos amigas de la gentita “popular”), y disfrutar así de la velada. Los papás de Úrsula eran un tanto liberales y se sabía que el inmenso caserón estaba a disposición de todos sus caprichos,.. y excesos. Haciéndome agua la boca de ver como iría todo allá adentro, finalmente ví llegar a María; cuando bajó de un taxi, me quedé estupefacta: ¡estaba irreconocible!!!, vestía un hermoso vestido de satén azul eléctrico que mostraba sus antes ocultas formas: caderas anchas, senos parados y turgentes, una diminuta cintura que era para morirse!,… y si a eso agregamos que, con tacos me sacaba casi medio palmo de estatura, estaba transformada en una preciosísima chiquilla, ahora luciendo por completo sus ojos verdes y su preciosa catarata de cabello ondulante, rociada sobres sus hombros desnudos,… realmente María, así presentada, me hizo sentirme avergonzada de mi escueta estampa.

Desde que entramos la casa, las miradas masculinas de nuestros compañeros se posaron en María: nadie la reconocía (y atentos todos en ella, nadie se fijó en mí), ella apenas sonreía, y me parecía extraño: ¡yo me moría de la risa, pensando en que todos babeaban por “María la cosa”!,… pero en fin. La casa reventaba de gente y María y yo nos dábamos el lujo de desairar a los que nos pedían bailar (yo por que no sé, y ella,… por sus motivos), la fiesta estaba a todo dar y el licor clandestino volaba de mano a mano. María, mostrándome cuánto había cambiado, se agenció de una botella de vodka y al rato reíamos de todo desde un extremo del inmenso salón. No nos preocupaba que Úrsula nos pescase en su fiesta ya que sabíamos que no lo haría: ya toda la fiesta sabía que, libre de control, Úrsula estaba en su cuarto, follando con su novio como una marrana. La noche avanzaba y yo, en medio de mi embriaguez, veía cómo se dibujaba en el rostro de María, una enigmática sonrisa.

- …Querías ser popular y ahora lo eres, María,… -le dije, chispeada-, todos estos perros te miran echando babas, je,…
- Más tarde lo seré, Natalia,… -me respondió-,.. más tarde,…

Pasada una hora, ví con extrañeza que María le hacía un gesto silencioso a “El Negro”, el cual se había colado en la fiesta y desde un extremo le observaba. El tipo ese asintió con la cabeza y se perdió entre el gentío. En eso María me tomó de la muñeca y me llevó hacia la puerta de la casa.

- Ven,… -, me dijo.

No salimos de la casa: abrió la puerta de un cuarto al lado de la puerta principal y cerró la puerta. Era el dormitorio de visitas: un amplio cuarto, muy bien decorado, con una inmensa cama, y que tenía baño propio, a un lado. Encerradas ahí, sentí un escalofrío que me anunciaba como que algo estaba por ocurrir.

- …María,… ¿qué hacemos acá?,… -, le pregunté, desconcertada.
- …Quiero que me hagas un último favor –me dijo entonces mientras apagaba la luz. Mi turbación aumentó mientras se alzaba la falda, para luego sacarse las bragas delante de mí, como si nada-, ve al baño, prende la luz y quédate adentro, con la puerta entreabierta: no importa lo que veas o escuches. Si te pido ayuda, ven. Si no, sólo estate ahí y cuídame,…

Sin decirme más, se sentó en la cama, para luego echarse boca arriba, y levantarse la falda de su vestido hasta la cintura, dejando así su coño apenas con vello, al descubierto. Yo no entendía nada, pero no tuve tiempo a reaccionar: alguien entraba y a lo único que atiné –no sé por qué-, fue a correr al baño y a observar por la puerta entreabierta.

Desde mi escondite, vi pasmada, lo que ocurrió; un chico entró y cerró la puerta tras de sí. En la penumbra lo reconocí: se llamaba Iván, y era del equipo de fútbol del colegio. Era de mi propio salón: alto, delgado, agradable, varonil y de cabello corto,… comencé a temblar al pesar en que me descubriese, por que era un chico que me gustaba en secreto, más mi miedo dio paso a la mayor de las sorpresas al escucharlos hablar:

- …Perdona yo,… -dijo Iván, tartamudeando-, afuera me dijeron,…
- … Sí es cierto,… -le respondió María, desde las sombras, acostada, con las piernas abiertas frente a él-, ven,…

¡Me quedé sin aliento al ver a Iván desnudarse en silencio, justo frente a mis ojos!, ¡no lo podía creer: ahí estaba María, enseñándole el coño y mi amor platónico se estaba sacando los pantalones!!,… todo mi cuerpo fue recorrido entonces por una ráfaga de electricidad, al ver la verga erecta de Iván, grande y nervosa, apuntando a su intimidad. Como en una cámara lenta, Iván se recostó sobre mi amiga: María apenas si se movió, solo lo suficiente para abrirse más de piernas, para darle total acceso. Yo jadeaba sin poderme contener ante la escena: la verga de Iván me tenía hipnotizada. Sin mediar palabras, lentamente se hundió entre las piernas de María: apenas un gemido, mi amiga volteando la cara, crispando las manos, apretando las sábanas, cerrando los ojos con fuerza, y Iván le hundió la verga hasta el fondo,…

Con la ayuda de la luz del baño, pude ver con claridad el cadencioso subir y bajar del delicioso culo de deportista de Iván, y su verga tiesa, entrando y saliendo del coño de María, ¡la había desvirgado ante mis ojos; estaban teniendo sexo!!!,… los jadeos de él aumentaban al igual que la velocidad de su cabalgata, mientras María recibía en silencio todo el largo de su aparato introduciéndose en su raja; yo estaba con la cabeza embotada: ¡tenía ganas de matarla, por haberse atrevido a entregarse cual puta a él!,… y a la vez no podía dejar de mirar, con un placer morboso y creciente, cómo le cogía las piernas y se las levantaba, dejando ver su culo recorrido por hilos de sangre, mientras le seguía montando como animal, jadeando:

- …Ahhh,… ahhh,….ahhh,…- exclamaba entrecortadamente Iván-, …ahhh,…¡qué rica que eres,… ahhh,… ahhh,…

María recibía mientras tanto en silencio, mientras que yo sentía una ola de calor sofocante que crecía en mi entrepierna,… ¡sin poderlo controlar, mi coñito se humedecía, mojando poco a poco mi calzoncito!. Sentía que la cabeza me daba vueltas de tantas nuevas sensaciones: morbo, excitación, miedo, vergüenza propia y ajena,… Si trataba de cerrar los ojos los abría y en mi retina se grababa una y otra vez la imagen de ellos dos cogiendo. Todo mi ser temblaba, y trataba de sobarme los hombros, como dándome calor,… aunque un deseo irrefrenable me pedía que bajase mis manos por mi cuerpo, más abajo,…

La verdad es que no duraron mucho: a los pocos minutos, una exclamación, como un sollozo, de Iván, anunció que había terminado corriéndose dentro de ella: debo admitir que tuve un placer casi enfermo, al ver su verga saliendo de dentro de ella, chorreante, junto con una fuerte venida de semen y sangre que manaba de dentro de la raja de María. Casi al mismo instante en que la leche de Iván salía a borbotones del coño desvirgado de mi amiga, apreté mis manos por delante de mi vestido con fuerza: un estremecimiento y la sensación de que mi calzoncito mojado rebalsaba por sus bordes sin remedio, manchando con dos hilos de mis jugos mis pantyes: ése fue el primer orgasmo de mi vida.

No hubo palabras ni besos luego: solo Iván se vistió y casi al salir, María, aún acostada en la cama, le dijo, cuando se apresuraba a abrir la puerta:

- … Dile al que esté esperando afuera que es su turno,…

Yo estaba aún sin poder salir de mi sorpresa cuando vi que María, como si nada, se limpiaba la concha de sangre y de esperma con las cobijas de la cama, para luego acomodarse igual que antes, cual puta curtida. La puerta se cerró de nuevo y tras unos murmullos de chicos, proveniente de afuera, se abrió de nuevo y entró otro más. ¡Era el delegado del salón de clase de María!,… Luis se llamaba; era uno de esos estudiosos que no mata una mosca. No medio ni una palabra: ni siquiera se desnudó., solo sacó su verga de dentro del pantalón y se le abalanzó encima. Pude ver su pieza, larga y cabezona, antes de enterrarse en el coño de María, ¡el tipo comenzó a follarla como un perro, a toda velocidad!,… no sé si era que mi amiga lo gozó más o si su verga le era más apetecible, pero ahora sí empezó a gemir y a aumentar más mi turbación:

- …¡Ahhhh!,… ¡ahhhh!m,….¡AHHHH!!! –exclamaba María, transtornándome por completo-, ¡dame más,…ahhhh,… DAME MAAAÁSSS!!!,…

No pude contenerme en esta ocasión: ya tan mojada como estaba, escondida en el baño, tomé un poco de papel higiénico e intenté secarme un poco; fue mi perdición: apenas rocé mi entrepierna cubierta por mi calzoncito mojado, una estremecedora oleada de placer me recorrió toda,... mmmm,… había descubierto el pacer de masturbarse y, mintiéndome a mí misma, comencé a “secarme” mientras veía a María alzando ya sin pudor las piernas, rogándole así que la penetre más profundo, mientras se dejaba bajar el vestido, ofreciéndole sus pechos de pezones erectísimos, para que se los chupe, se los mordisqueee,… mmmm,…. Los gemidos de ambos y el golpeteo mojado de su concha y su pieza eran la dicha para mí, que me restregaba el coño hasta hacerme arder, pero de gusto,.. mmm,…

La follada con Luis acabó aún más pronto que la anterior, pero no me importó, ya que yo también me corrí al instante. Tras descargar su lechada espesa en el vientre de María que, ahora jadeaba gustosa, se subió el zíper y sin más, se retiró, mientras yo jadeaba como una loca y mi amiga se limpiaba, pudimos ambas escuchar exclamaciones de júbilo allá afuera; ¡lo que vino después fue increíble!: en una rápida sucesión, pasaron por esa infame cama – y por María-, unos 5 o 6 chicos más: vergas grandes, chicas, nervudas,… mmmm,… entraron por su coño en turnos, haciéndola gemir, mojarse, gozar, inundándole la vagina de semen abundante, y yo viéndolo todo: masturbándome como una loca enferma, relamiéndome la boca al ver tanta verga de machos a la vez,… más de una vez casi fui descubierta por mis jadeos, mientras María era cogida por ellos como una soberana puta,…

Pasadas casi dos horas de esa experiencia, yo estaba tirada en el suelo del baño, con la raja casi inflamada, sin bragas y con el vestido subido, mientras que María, allá afuera, trataba de no caer exhaústa,… como si aún aguardase algo. Otra vez la puerta se abrió y mis ojos se abrieron de par en par: era Ludwig, el novio de Maryann. En un instante ya estaba completamente desnudo, con la verga erecta, riendo, sintiéndose muy seguro de sí mismo. María –a la cual él no reconoció, como el resto-, al verle en el cuarto, se incorporó, viéndole complacida. Pude ver cómo se relamía ante la inminencia de ser cogida por el más churro del colegio; no la culpo: yo también me puse de pie, en mi escondite, deseosa de ver ese macho desnudo, listo para la acción.

- … Así que te gusta que te den, ¿no, mamita?,… - le dijo Ludwig, exhibiendo su aparato vanidosamente.
- Siiii,… -respondió con lascivia María, abriéndose de piernas, exhibiéndole su coño entreabierto-,… ven: sírvete,…

¡Dios, esa cogida fue fenomenal!!!, María, cogida por él con fuerza demencial, le enroscó las piernas en su cuello, dejándole así que se la clave hasta las entrañas!!!,… los gritos de ambos eran tan fuertes que pude yo gritar sin pudor, sobándome el coño como una demente. Podía yo ver en el rostro de mi amiga María el supremo placer que sentía al estar siendo penetrada salvajemente por el chico que ni en sueños se la cogería,…

- ….¡AHHHH,…AHHHH!!!,… -comenzó a decir María en doble sentido-,… ¿TE GUSTA MI “COSITA”?,…. ¡AHHHH,… DIMEEEE!!!!,…
- …Ahhh!!!,… Ahhh!!!!,… Siiii!!!! –dijo entonces Ludwig-, ¡ESTÁ RIQUÍSIMA, MOJADITA,… ME GUSTA, ME GUSTAAAA!!!!,…
- ….¡AHHHH,…AHHHH!!!,… DIME “COSITA RICA” MI AMOOOR!!!,… AHHHH!!!,…- le retucó entonces-,…. ¡AHHHH,… DIMEEEE!!!!,…
- …Ahhh!!!,… Ahhh!!!!,… Siiii!!!!. SIIII!!! –exclamó Ludwig, sin darse cuanta de nada, machacándole con más fuerza el coño-, ¡ME GUSTAS “COSITA RICA”,.. ME GUSTASSS,… ME GUSTAS, ME GUSTAAAASSS!!!!,…

¡Era la venganza perfecta: María “la cosa”, había logrado que el súper churro del colegio le dijese a gritos que le gustaba ella, mientras le enterraba la verga!,… a los pocos minutos me corrí de nuevo; mi exclamación fue tan fuerte, que Ludwig me escuchó:
- …¿Qué, hay alguien ahí?,… -dijo.

¡Les juro que yo, tirada en el suelo del baño, me corrí de nuevo de solo escucharlo, y de pensar en que entraría y me penetraría a mí también!,… pero no ocurrió: María supo retenerlo consigo hasta que se vino. Tras casi inundarle el coño de leche, Ludwig la besó con pasión, para luego retirarse, no sin antes decirle que quería verla de nuevo. Ya solas de nuevo, me atreví finalmente a salir de mi escondite. María jadeaba sin parar, bañada en semen, aún disfrutando su última cogida. Me senté junto a ella, y al fin le pregunté:

- …¿Por qué?,…

No me pudo responder. La puerta se abrió de nuevo y yo, otra vez entré a la escapada al baño. Grande fue nuestra sorpresa: ¡era Maryann, la novia de Ludwig!,… ella cerró la puerta con seguro y caminó hasta la cama. Se detuvo frente a María y ahí nos dimos cuenta, ¡estaba borracha, como un camionero y no reconoció a María!,… incluso parecía que la confundió con una de sus amigas: sin más se quitó su vestido rojo fuego, carísimo, quedando desnuda frente a la estupefacta María, vistiendo solo un calzoncito diminuto.

- ….Tas,… amigaaaa,… toy borrashaaaa,… -dijo antes de caer como costal, boca abajo, sobre la cama-,…. voa dormir,… me cuidasssss,….

Apenas empezó a roncar como fuelle, salí del baño. María me miró, luego vió el culo desnudo y blanquísimo de Maryann y me dijo sin más:

-…¿Por qué?,… por que para ser “popular” hay que ser una puta,…

Tras decirme eso, le quitó el calzón a Maryann. Luego, se acostó junto a ella y comenzó a besarla en la boca, metiéndole la lengua: la “reinita” del cole no se opuso,… apenas suspiró, para luego gemir quedo, mientras María le acariciaba el culo a sus anchas.

- …¿Qué haces?,… -, le dije extrañada y turbada por su proceder.

Un ruido nos sobresaltó; como si nos comunicásemos por telepatía, ambas nos pusimos de pie y nos escondimos en el baño: un chico había entrado y se comenzó a desnudar, mientras Maryann dormía en la cama.

-…¿Es?,… -, comencé a preguntarle a María.
- El “Negro”: lo convencí que le diga a todos que una puta follaría con cualquiera,… y me pidió a cambio que le dé mi culo al final,…

No pudimos decir nada más: simplemente nos quedamos sin aliento. Ya desnudo, el “Negro”, al acercarse a la cama, nos permitió verla sin saberlo, ¡LA TENÍA ENORME Y GRUESA!!!,… calladas, maría y yo vimos entonces cómo ese chico, totalmente borracho, se acercó a Maryann, riéndose sádicamente, cogiéndola por las caderas, abriéndola de nalgas: ella ni reaccionaba,… ¡ambas nos estremecimos de espanto, al ver semejante aparato abriéndose paso por su ano!

- ….¡MMMMMGHHHH!!!!!,… fue lo único que salió por la garganta de Maryann, borracha, mientras le rompían el ano sin remedio-,…..MMMMMGGGGAAAYYY!!!,…

¡SE LA CLAVÓ CON UN IMPETU DEMENCIAL!!!; el “Negro”, como todo un experto, puso una de sus manazos en la cabeza de Maryann, apretándola, como para que no grite más fuerte, mientras le ensartaba esa lanza de carne brutal, haciéndola llorar con cada embestida. María y yo mirábamos atentas, azoradas, esa salvaje y dolorosa violación anal. No pasó mucho para que María, a mi lado, comenzase a masturbarse, tal vez pensando en que hubiese sido su culo el desvirgado, observando atentamente cada embestida, acariciándose las tetas, al mismo tiempo que se acariciaba su coño, que aún chorreaba leche a borbotones al suelo. Yo por mi parte tampoco aguanté masturbarme y correrme, viendo esa verga enorme abriéndole a la fuerza las nalgas a Maryann. Cuando el “Negro” se fue, finalmente nos fuimos a casa, exháusta de tan loca experiencia.

María tuvo razón: al día siguiente, ya era “popular” en el colegio –al menos entre los hombres-, ¿no había qué hacer un sábado por la noche?; llamemos a María; ¡qué lata!, ¿estudiar en grupo toda la noche para un examen?, llamemos a María; ¿mis papás no estarán en casa?, llamemos a María,... el apodo “la cosa” desapareció por encanto, a pesar que María no dejó de vestirse como siempre: las “populares” estaban intrigadas, por que María caminaba por el colegio siempre seguida por chicos; altos, bajos, guapos, feos,… Maryann mientras tanto vió su popularidad sufrir un desgraciado giro: poco a poco obtuvo la fama de “la puta de las fiestas”,… y cuando se supo –los hombres son unos chismosos-, que el “Negro” le había roto el ano, se quedó sin novio y sin amigas. En cuanto al secreto de María –al menos por mi parte-, siempre quedó bien guardado: tal vez por eso, el volverme la conocedora de los secretos de todos en el colegio, empezó con esta historia,…

(CONTINUARÁ,…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...