20 jun 2011

¡Nos van a ver,... nos van a oír!!,...



Un relato de: Krakkenhere.

Hay cosas que una hace y luego se arrepiente; pero también hay cosas de las que una se arrepiente haberlas hecho muy tarde en la vida o que nunca más se hubiesen repetido y este es el caso, al menos en la extraña experiencia que tuve y que les quiero contar.

Ocurrió hace unos siete años; en ese entonces, yo ya era una mujer madura, pero no había dejado por eso de ser atractiva (era esa mi opinión y la de mis amistades); tranquila y recatada, había arribado a la treintena bien plantada, sin hijos y con un novio más dedicado a su carrera profesional que a mi. A inicios de ese año, una conversación con una antigua compañera del colegio me turbó: cumplíamos 15 años de salir del colegio y “las chicas” planeaban una fiesta de reencuentro. Me había ido bien en la vida (trabajé desde muy joven en una empresa farmaceútica),… pero habían cosas que me intimidaban de la idea de verme con mis antiguas compañeras: estar aún soltera y sin hijos y sobretodo que yo en el colegio era, pues digamos que no muy agraciada: mi rostro juvenil había dejado paso a facciones más maduras y sensuales sí,… pero mis pechos, no: seguían teniendo una vergonzante talla (para mí); fue así que metí mano a mis ahorros y hice la primera locura de ese año: un rápido paso por el quirófano y mis diminutos pechitos pasaron a ser unos suculentos globos firmes y redondos; cualquiera hubiese quedado encantado con el resultado, pero mi novio le dio tan poco interés a mis nuevos atributos que casi de inmediato pasé a cubrir mis nuevas y hermosas tetas hasta el fin de ese mes en que vería a mis compañeras.

Finalmente llegó el gran día: no me importaba el que mi colegio hubiese sido sólo de mujeres: sentía la necesidad de recibir algún tipo de halago aparte de los acostumbrados por ser una vendedora exitosa (o los cansinos de mi enamorado), así que ese día decidí vestirme espectacular, sólo para mi : elegantes zapatos negros de taco aguja, pantyes negras torneándome las piernas, una minifalda del mismo color, apretadísima y casi escandalosa y un top sin tiras, rojo y que apenas tapaba mis grandes y “nuevos” globos y sin sostén para mayor atrevimiento. A último momento me calcé u diminuto y escandaloso calzoncito negro que casi me violaba por detrás, en la esperanza de que mi novio me recogiese al final de la fiesta y “se animara” a una velada especial, pero casi ya saliendo al compromiso una llamada de él tiró por tierra eso: había decidido quedarse a trabajar hasta de madrugada. Así, enfundada en un abrigo largo, subí a mi auto y enfilé a pasar una velada sólo de mujeres.

La velada no fue nada de lo que se pudiese destacar, al menos en lo referente a mis compañeras: risas, tragos y el recuerdo de anécdotas; eso sí, todas mis antiguas compañeras se sorprendieron y me elogiaron –y no con poca envidia-, mi nueva apariencia y, obviamente, mis nuevos atributos. Fue una bonita velada en la cual corrió licor hasta decir basta y eso era de imaginarse: treinta mujeres sin la supervisión de maridos, hijos o novios. Por unas horas, me olvidé de mis problemas pero ya pasadas las dos, nos fuimos despidiendo y cada una enfiló de nuevo a nuestras vidas.

Mientras me dirigía al estacionamiento del edificio, las voces alegres y los elogios de mis compañeras se iban diluyendo de mi mente y pensaba en mi vida misma: por unas horas me había sentido bella,… pero al parecer a mi novio eso no le importaba. Al llegar al estacionamiento, el potente eco del sonido de mis zapatos de tacón alto me hizo sentir aún más sola de lo que ya me sentía; solo pensaba en la desazón que me embargaba de solo pensar en llegar a mi solitario departamento. Al llegar a mi auto empecé a abrir mi cartera buscando las llaves. Al no encontrarlas, me detuve por un instante junto a la parte trasera del auto. Fue en ese momento que un acompasado sonido de pasos llamó mi atención: no estaba yo sola ahí.

Alcé la vista y como cualquiera, lo que pensé de inmediato era en el riesgo de un asalto o algo parecido, pero no: quien caminaba era un sujeto, que no tenía pinta de delincuente ni nada parecido; no tendría más de 30 o 32 años,… y la mejor forma de describirlo era “el típico patán que todas desean”: estatura media, atlético, cabello ensortijado, barba de tres días,… vestido sport elegante, fumando un cigarro y caminando como si fuese el dueño del mundo,… y eso si, con una sonrisa pícara y amplia. Por su desfachatez y paso lento, aparentaba que salía de una reverenda juerga. Cuando se acercó más al sitio donde yo porfiaba por encontrar mis condenadas llaves, me soltó una mirada fija y llena de deseo, que me puso nerviosa por completo. No me daba miedo,… solo me puso muy, pero muy nerviosa.

El corazón se me agitó; no tenía miedo para nada,… pero su sola presencia tenía “un no sé qué” que me aceleró la respiración y sin saber yo porqué. No me ignoraba: caminaba hacia donde yo estaba pausadamente,… viéndome,… recorriéndome de arriba abajo con la mirada, como tratando de ver cómo estaba yo vestida por debajo de mi abrigo largo,… como si con la mirada pudiese alzarme la falda,…o bajarme el top. Yo estaba algo chispeada por los tragos, pero era consciente de todo,… y a cada paso en que él se me acercaba, el alcohol de la cabeza se me evaporaba de golpe y me inundaba una sensación indescriptible.

Producto de mis nervios, no logré sacar las llaves de mi auto hasta el último instante, cuando estuvo a mi lado; parecía que yo me interponía entre él y su auto, pero en realidad eso no le llevó a cercárseme. Mis llaves cayeron sonoramente al suelo y dudé por un instante en recogerlas, pero no pude: hice apenas el ademán de agacharme.

El tipo ese se me acercó como una saeta, ¡me tomó de la cintura como si fuese suya, me clavó una mirada y me besó en la boca!!!, ¡mi cartera cayó al suelo, cerré los puños y con ambas manos cerradas hice el ademán de apartarlo,…. PERO NO LO HICE!!!, ¡aún pasados los años no entiendo qué me pasó!!,… ¡como una chiquilla tonta apenas arqueé la cintura,… y alcé una pierna!!!, y lo peor fue que ¡NO HICE NADA PARA IMPEDIRLE QUE ME META LA LENGUA CASI HASTA LA GARGANTAAA!!!

Soy franca: no le impedí a ese absoluto desconocido besarme de manera tan atrevida: su boca me comía con desespero, con desenfreno,… y mi lengua se entrelazó a la suya cuando con su otra mano me tomó de la nuca y me obligó a que ese beso salvaje durara más y fuese el beso más profundo que me hayan dado jamás. Mi lápiz de labios simplemente se me corrió por completo y a él no le importaba que le dejara yo casi hasta la barbilla roja de rímel, más bien parecía que lo disfrutaba. Mis iniciales intentos de protestar, casi de gritar, quedaron sellados por sus labios gruesos y carnosos y sus jadeos ansiosos.

No sé cuánto duré el beso: sólo sé que para mis cánones, fue demasiado. Al separar sus labios de los míos, quedé sin respiración, con las piernas temblando, toda despintada y despeinada, pero él apenas se apartó unos centímetros, dejándome sentir su respiración: había tomado licor al igual que yo: su aliento olía al dulzón del gin,… y desde su camisa semiabierta me llegaba un aroma,… embriagador; primero lo consideré como aroma a colonia,… pero recordando, sé ahora que no solo era eso: era aroma a “hombre”,… a “macho”. Aún me tenía bien asida por la cintura y por un segundo por mi cabeza pasó la idea de reaccionar como toda mujer e increparle, de pedirle explicaciones o incluso abofetearle,… pero su mirada salvaje me tenía atontada; el rostro me ardía: era la sensación de su barba de tres días que me había raspado las mejillas,… pero era también una sensación, nueva eso sí, pero muy embriagante.

Nunca supe su nombre y sólo me dijo una cosa y fue precisamente en ese momento: “…preciosa,..”, para luego hacer lo que jamás en la vida me hubiese imaginado, ¡DE UN TIRÓN METIÓ SU MANO POR DENTRO DE MI SACO Y ME BAJÓ EL TOP, FORZÁNDOME A MOSTRARLE MIS PECHOS POR COMPLETOO!!!. Mi enormes tetas, varias tallas más grandes ahora, me traicionaron: liberadas de mi topcito, se abrieron paso por entre mi saco entreabierto, ¡me quería morir: ese sujeto me estaba tratando como una cualquiera y me obligaba a lo que le viniese en gana!!!,… y yo no hacía nada por impedírselo. Con mi prenda superior convertida así en una mísera tirita, casi un cinturón, él pudo disfrutar de mis tetas a sus anchas: el frío aire del estacionamiento, hizo que mis pezones se volviese casi piedras; debí gritar, QUERÍA GRITAR, PERO NO LO HICE!!! Me quedé en silencio todo ese rato hasta que sus atrevidos labios casi me transportaron a otra dimensión:

- …¡AHHH,… NOOOO!,… -, exclamé azorada: SU BOCA SE APODERÓ POR COMPLETO DE MI PEZÓN DERECHOOOO!!!,…

La cabeza empezó a darme vueltas: me chupaba el pezón hasta casi comérselo, su lengua me recorría toda la teta,… mmmm,…. Abría la boca desesperado metiéndose en ella cada vez más y más de mi seno,…. Mmmm ohhhh,… a la vez que su mano derecha me acariciaba el otro pecho, me lo apretaba, jugaba con mi pezón,… ¡me lo manoseaba atrevidamente, así como yo deseaba hace muchoooooo!!!!Su lengua me recorriá la base del pecho, asiiii,… mmm,…. Como me gustaaaa,…no me perdonaba nada, me recorría los pechos por completo hasta la axila,…. Mmmm,… y luego con ambas manos, me los acariciada, los juntaba, jugaba con ellos con loco placer, mientras yo solamente gemía y suspiraba con fuerza cada vez mayor. Tampico ahí le dije nada: sólo le hice un ademán, ese de girar un poco el pecho,… rogándole así que por favor se llevase a la boca mi otro pecho.

¡Me estaba comiendo las tetas un desconocido así, cómo yo hubiese querido que lo haga mi novioooo!, pensé y entonces, la cabeza se me hizo otro mundo: ¡¿qué estoy haciendo?!, ¡yo tengo pareja y a este no lo conozco!, y ahí fue que, en medio de esa excitación terrible, descubrí que mis gemidos de gozo rebotaban con potente eco en el estacionamiento: “¡no todas mis amigas se han ido: ME PUEDEN VER!!”,… pero lejos de poner fin a todo eso, simplemente me llevé la mano a la boca, y me esforcé en que no se oyeran tanto mis gemidos,… ¡pero fue peor!; al verme con la mano tapándome la boca, esforzándome por evitar que los gemidos que me está arrancando a lengüetazos, él, ya casi de rodillas frente a mí, y al verme tapándome la boca, tomó más ímpetu: su mano ancha y muy decidida se deslizó por debajo de mí, subiéndome con total desverguenza mi minifalda hasta encajármela encima de las caderas; sin dejar de lamerle las tetas, ese canalla no se detuvo ¡su mano se apoderó de mi entrepierna por completo!!!, ¡CASI PEGUÉ UN GRITO Y ME HIZO PEGAR UN BRINCO: NO ME ACARICIÓ, NO ME METIÓ UN DEDO, ME COGIÓ LA VAGINA POR COMPLETO CON TODA SU MANO!!,… y lo peor es que yo no reaccioné, no “junté ni las rodillas” como te enseña mamá,… solo dejé mis piernas abiertas, incluso las abrí más, y sus dedos me recorrieron toda, hasta el ano, casi metiéndome el calzoncito bien adentro entre mis nalgas.

¡Quería gritar, me moría de la vergüenza,… de que él sintiera,…. De que él sintiera que ya estaba completamente mojada mi prenda!! Su mano me recorría una y otra vez, logrando sus dedos apartando mi calzoncito,… rozándome con fuerza mis labios vaginales, enredándose en mis vellos púbicos mojados,… oooohhh!,… rozándome el clítoris,… mmmm!,… empapando con mis jugos mi agujero posterior, que se me contraía con desespero cada vez que sus dedos lo recorrían atrevidamente,…

¡Su boca seguía succionándome con desespero las tetas, casi me violaba con una de sus manos mientras que con la otra apartaba mi mano de mi boca y también trataba de acallar mis gritos!, y fue entonces cuando hice lo impensable en mí: cerré los ojos, me dejé llevar, tuve un orgasmo rápido y potente,… y empecé a meterme uno de sus dedos a la boca,… y a succionarlo con infinito placer.

El orgasmo que me hizo tener sólo con su boca en mis pechos y su mano en mi entrepierna me dejó por un buen rato totalmente desconectada de la realidad,… hasta que ese canalla me sacó de ese irreal y sexual trance, paró por un instante ¡y me bajó las bragas hasta los tobillos!!!, mi prendita quedó estirada y arremangada entre mis piernas separadas, ¡Y ESE SALVAJE PERVERTIDO QUE ME HACÍA GOZAR ESTABA DE RODILLAS ANTE MI, MIRÁNDOME CON TODA CONFIANZA LA CONCHA!!!

En ese instante recordé mi predicamento, ¡haciendo de todo con un perfecto desconocido, entre el maletero de mi auto y la pared de ese estacionamiento desierto y oscuro!, ¡en un lugar donde mis amigas de colegio, o cualquiera, podría descubrirnos así!!!

No se me hizo nada difícil saber sus próximas intenciones; de inmediato empecé a rogar como loca:

- …¡Noooo,… detenteeeee!!!,… - supliqué tratando que mi ruego fuese casi un susurro-, ¡nos van a verrrr, nos van a oírrrrr!!!,…

Sólo me sonrió el muy canalla: no me dejó ni repetir mis ruegos, sólo hundió de inmediato su rostro entre mis piernas.

¡NOOOOO,… NO LO HAGAAAS!!! -, quise decirle mientras tiraba yo con fuerza la cabeza hacia atrás, azorada, sintiendo en todo mi ser el latigazo brutal de placer que recorrió todo mi ser al sentir su lengua larga y rasposa me abría sin dificultad mis labios inferiores y llegaba a mi pepita y la excitaba como nunca en mi vida, ¡quedé paralizada por esa alocada sensación aunada al súbito terror que me empezó a invadir!!!, mis gemidos, mis suspiros, ahora me parecían ecos potentes que se escuchaban por todo el inmenso lugar,… ¡taladrándome el cerebrooooo!!! Su lengua salvaje me recorría toda la raja, me la ensalivaba hasta el punto de sentir mis nalgas y mis entrepiernas húmedas al extremo ¡y yo lo único que hice fue prenderme con ambas manos de su cabeza y gemir sin parar mientras susurraba: “¡nos van a verrrr,… nos van a pescarrrr,… hummmm,…. Nos van a oiiiiiiir!!”.

La excitación mía llegó a límites imaginables en mi: lo dejaba lamerme toda y sólo pensaba yo en una cosa mientras miraba con desespero a todas partes. Cada auto, la puerta del estacionamiento, cada esquina sombría de la cual rebotaba el eco de mis gemidos,… pensando en que mis amigas me pescaran, o un desconocido, o un policía, ¡me estaba excitando como nunca de imaginar que alguien conocido o no me viese así: abierta de piernas, con el abrigo abierto, tetas al aire,… con la mini alzada y el top abajo,…. Y UN TIPO LAMIÉNDOMELAAAA!!!!

¡RECORDABA A CADA INSTANTE QUE TENÍA YO ENAMORADO Y ESO ME EXCITABA AÚN MÁAAS!!!

Ni por un instante pensé en que ese desconocido me violara o me fuese a maltratar, y no entendía yo el porqué de esa extraña confianza de mi parte; igual me sentí cuando dejó de lamerme la concha, dejándome al tris de otro potente orgasmo: paró de golpe y se incorporó. No tardó ni un instante en rodearme y ponerse a mis espaldas. Darme un ligero empujón para yo dejarme mansamente hacerme apoyar con ambas manos en el maletero de mi auto, fue todo a la vez, ¡me sentí una perra, una zorra, mientras me quedé ahí, tranquilita mientras me separaba las piernas con un toque de su pie, me alzaba el abrigo por atrás y se bajaba los pantalones!!!

Quería vérsela,… quería sentírsela, pero por mi excitado desespero de ser descubiertos por alguien me mantuvo ahí, con la cola alzada con mis nalgas erizadas de frío y excitación, aguardando,…

Estaba yo tremendamente mojada pero eso realmente no me sirvió de mucho: ¡OOOOOHHH!!!!, ¡SU PIEZA ME LA ENTERRÓ COMPLETAAAA!!!; no la tenía inmensa ni monstruosa, pero,… ¡era mucho más gruesa que la de mi enamorado y metida así de golpe, me dilató todaaaa!!!! Aquel canalla salvaje sí que sabía usarla: con le primer envión me dejó sin aire y en segundos, con 4 ó 5 furiosos mete-saca, ¡me clavó su cabezota contra todas las paredes de mis entrañas!!!

¡ERA DIVINOOOO; ¡ME SENTÍA YO FELIZ DE QUE ME TUVIESE PRENDIDA DE LAS CADERAS, DÁNDOME Y ´DANDOME SIN PARAAAR!!! Cada envión me hacía estremecer, cada clavada me hacía casi doler la pelvis, ¡y me llevaba a cada segundo a punto de pegar un grito animal!! Él me lamía el cuello, me mordisqueaba las orejas y berreaba metiéndomela cada vez más rápido y yo,… ¡me alzaba sobre mis tacones con cada penetrada, trataba sin conseguirlo el cubrir mis pechos desnudos, mi conchita al aire,… y seguía mirando desesperada de un lado al otro tratando de descubrir si alguien nos oía o veía!!!, ¡y no podía dejar de sentir cómo se incrementaba en mí, esa extraña y excitante sensación de casi desear que me viesen en esa situación!

Era extraño: creía que ya no me podía excitar más que antes, perode solo pensar en cosas como “¿y si mis compañeras vieran cómo me la meten?”, ó “¿y su un hombre me ve así desnuda y le entran ganas de mi?”, o la peor, “….¿y si mi novio me viese así, hecha una putaen un estacionamiento?,…” ¡DIOSSSS: DE SOLO PENSAR EN ESAS COSAS, EN POSIBLES OJOS SOBRE MÍ, HILOS DE MIS JUGOS EMPEZABAN A RECORRES MIS PIERNAAAS!!!

Aquel maldito y divino canalla no paró de hacérmelo por un buen rato: fúe una cogida fuerte, ruda, y duro mucho, ¡muchoooo!!!; no se contentó hasta que me hizo ponerme avergonzada, colorada al extremo, clavándomela y a la vez soltándome fuertes palmazos en las nalgas,… como a una zorra cualquiera, ¡me estaba enloqueciendoooo! Y finalmente se prendió con ambas manos de mis flamantes y enormes tetas y así, controlándome por completo, empezó a darme con más fuerza aún de abajo a arriba (¡y hasta lo más hondo!), haciéndome doblar las rodillas.

¡Ya no pude aguantar: grité, grité y griteeee!!!!,… hasta sentir que se me venía un desmayo y me dejé caer encima del maletero de mi auto,… sufriendo otro orgasmo potentísimo mientras temblaba sin control: el desconocido ese se vació completo dentro de mi vagina que me ardía toda de tanta penetración a lo bruto,… ¡me soltó tanto semen dentro que hasta me espanté!! Casi al instante en que su verga gruesa y aún dura salió de dentro de mi, sentí cómo desde dentro mío se me venía por las piernas una potente y abundante marea caliente y pegajosa.

Casi no me dio tiempo; me tapé la conchita con la mano, pero en vano: mis piernas, mi calzoncito, mis pantyes y mis zapatos quedaron igual embarrados por esa lechada de macho.

Me quedé ahí, apoyada contra la cajuela, cerré los ojos y rogué que parase de una buena vez la taquicardia y los gemidos descontrolados que me controlaban toda. Él no me dijo nada, ni me dio un beso de despedida ni un elogio; solo me dejó ahí tirada, se abrochó los pantalones y retomó su camino . ¡Me había tratado como una puta que uno se encuentra en cualquier parte!, y,… ¡saben qué?, ¡NO ME IMPORTABA!, me sentía viva, plena y muy dichosa,….

Sus acompasados pasos y el humo de su cigarro llegaban a mi mientras yo dudaba si quedarme aún ahí y dormir un poco o ir desesperada tras él y rogarle que no me dejara más. Al poco rato, el ronroneo de un motor y unas luces largas me cegaron, sacándome de mi sopor; nunca supe su nombre ni de dónde era: lo único que me quedó fue el recuerdo de su aroma a hombre y que conducía un carísimo deportivo negro.

Al rato que su auto se alejó, y el estacionamiento quedó en silencio, traté de incorporarme: un latigazo lacerante me recorrió el cuerpo y le increpé en voz alta a mi desconocido que ya no estaba ahí:

- …¡Maldito canalla!,… ¡me tiemblan las piernassss!!!!,…

A duras penas me pude vestir; mi diminuto calzoncito lleno de semen apenas me lo pude alzar y mi minifalda se negaba casi por completo a bajar de donde estaba: ensartada firmemente a mis caderas; ya optando por solo cerrar mi abrigo largo y quedarme semi desnuda dentro, entré a mi auto y me fui a casa; me costó trabajo incorporarme del asiento de lo pegoteado que lo dejé. Casi no tarde ni una semana en acabar con mi correcto enamorado: había descubierto yo que en este mundo, existían verdaderos hombres que podían hacerla a una vivir las más altas cotas del deseo y el delirio, y si bien ya luego tuve varias experiencias salvajes y fuertes, ninguna me fue tan placentera e intensa como esa madrugada en el estacionamiento.

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