30 jun 2011

De dueño de burdeles a candidato estrella de la oposición tailandesa



El ex magnate de la industria del sexo en Bangkok Chuvit Kamolvisit reconoce que los prostíbulos le permitieron amasar una fortuna con la que financiará su campaña. Prometió terminar con la corrupción policial.

"Mis aspiraciones no son ganar las elecciones, sino formar parte de la oposición para controlar al Gobierno y luchar contra la corrupción", explicó a EFE este político, a punto de cumplir 50 años. Uno de los eslóganes de su partido, Rak Prathet Thai ("Ama Tailandia"), no deja lugar a equívocos: "Quiero estar en la oposición para luchar contra la corrupción".

"El sexo no es malo, yo diría que lo malo es que no haya sexo", afirmó el antiguo proxeneta, sentado en la sede de su partido, junto al parque Chuvit Garden. En un país donde la prostitución es ilegal pero se ejerce abiertamente y atrae a legiones de tailandeses y extranjeros de medio mundo, el ahora candidato califica de hipócrita la actitud de las autoridades.

"¿Cómo van a resolver un problema si niegan que existe? Yo estuve en el negocio y entiendo lo que ocurre. Si son ilegales, no pagan impuestos y, sin esto, no tienen derecho a seguridad social y la Policía se aprovecha para pedir sobornos", explicó.

En las publicidades electorales del partido, Chuvit adopta poses teatrales, con el ceño fruncido y manos en la cabeza o junto a su perro, para expresar en clave de humor la desesperación ciudadana ante la corrupción y las políticas fallidas de las mayores formaciones.

El ahora devenido político creó una cadena de enormes complejos camuflados con la etiqueta de masajes de lujo donde mujeres ofrecían servicios sexuales tras un baño de espuma, una actividad ilegal consentida por la Policía, se dice que a cambio de sobornos. Aunque no todos le creen, este personaje, que para algunos encarna como nadie la figura del explotador de mujeres, asegura que se deshizo de todos sus locales tras el escándalo que lo llevó a la cárcel por un mes.

En venganza, Chuvit reveló los sobornos millonarios que había pagado a la Policía durante diez años para que hicieran la vista gorda a las actividades sexuales ilegales que se llevaban a cabo en sus reductos, a los que ciertos agentes con poder acudían con regularidad para cobrar en especias.

En 2003, el empresario contrató a cientos de personas que, provistas de maquinaría pesada, en una madrugada demolieron todos los locales ubicados en una zona central de Bangkok y sobre un terreno de gran valor que desde hacía años tenía arrendado a particulares. Su actitud sorprendió a los arrendatarios cuando por la mañana acudieron a sus negocios. Posteriormente, organizaron una protesta y presentaron una denuncia ante un tribunal.

Chuvit cuenta que se negó a pagar la exorbitante suma que la Policía pidió por no detenerlo. Los vericuetos de la Justicia tailandesa jugaron a su favor: fue absuelto pero tuvo que despedirse para siempre de su proyecto de construir un gran hotel y ceder el terreno para hacer un parque que hoy lleva su nombre. "Los sobornos y la corrupción están muy arraigados en la sociedad tailandesa por una tradición de favores y padrinazgo de las autoridades, a la que hay que complacer continuamente", explicó Chuvit.

Ahora asegura que, tras aquella experiencia, decidió vender los negocios de masajes y actualmente sólo dirige un hotel de la capital, además de perseguir sus ambiciones políticas.

(FUENTE: america.infobae.com)

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