14 jul 2011

Adrián/Adriana (3)




Un relato de: Krakkenhere.

…Afuera todos bebían, reían y escuchaban música: eran pocos los que bailaban. Nadie se dio cuenta cuando entreabrí tímidamente la puerta de mi dormitorio. Silvia bailoteaba al otro extremo de la pequeña sala de mi depa, sosteniendo su bebida en una mano, y acariciando el musculoso torso de un guapo muchacho que la veía divertido, apoyado junto a la puerta de la cocina.

Yo, “Adriana”,… ¡de seguro me debía ver como una chiquilla tonta y asustada!: enfundada en mi largo vestido rojo -el vestido de Silvia-, me apoyaba con una mano, en el dintel de la puerta, completamente ruborizada. No habían más de una docena de invitados en la sala –los amigos de Silvia-, pero aún así, me sentía yo completamente azorada; sintiendo algo de vergüenza, sabiendo que la abertura del vestido hacía que mostrase casi con descaro mi torneada pierna derecha enfundada con las pantyes, me paré de puntitas, doblando un poco las rodillas, pero fue peor: ¡mis piernas se tornearon aún más, mientras que la abertura dejó casi toda mi pierna expuesta por completo. Tomando aire (y con el corazón latiendo a mil por hora), empecé a dar pasitos chiquititos, tratando de cruzar hacia el otro extremo de la sala, donde estaba mi amiga.

Sin saber si mis caderas se bamboleaban con mi tímido andar o no, comencé a cruzar en medio de la sala y de los invitados: con cada paso que daba, mis temores se disipaban poco a poco, al ver miradas de aceptación, de satisfacción y sonrisas amistosas; asimismo, los caballeros me daban espacio para pasar, siguiéndome con la mirada. Asustada como aún lo estaba, respondía a cada afirmación con la cabeza, con un timidísimo susurro:

-…Hola,…

Finalmente Silvia vino a “rescatarme”: tendiéndome la mano, me acercó a su lado y me presentó a todos: ¡el alma me volvió al cuerpo!, mi amiga comenzó a presentarme a todos; había invitado a un bonito grupo, que me recibió atentamente. Eran unos seis chicos: dos esculturales morenos de pantalones apretados (y que mostraban lo bien dotados que estaban), un trío de apuestos, alegres y joviales muchachitos de menos de 25 años, quienes bebían sin parar y un elegantísimo sujeto de unos 30, y que no paraba de mirarme desde un extremo de la sala.

Las muchachas eran realmente impresionantes: ¡Dios cada una de las seis era un verdadera diosa!, se desenvolvían con los muchachos con un total aplomo y seguridad que yo ya quisiera haber tenido en ese instante; luciendo tacones altos, vestidos diminutos, pantalones apretados, todas ellas mostraban generosas curvas, traseros de campeonato y tetas inmensas y firmes,… ¡me sentía yo como una colegiala temerosa ante ellas!

- ..¡Te ves divina, realmente preciosa!,… -me dijo una de esas esculturales bellezas, de melena rubia y ojos celestes-, ¿cuál me dijiste que era tu nombre, pequeña?,…
- Adri,… Adriana,…

Poco a poco y tomando valor con cada copa que yo vaciaba, fui sintiendo algo más de confianza: ¡los chicos se desvivían por entretenerme, por hacerme sentir “bella” (lo cual no llegaba a creerme yo todavía), y por arrancarme una sonrisa. Al rato me animé a bailar: uno de esos preciosos morenos me sacó al centro de la sala, donde todos y todas se contoneaban con sensualidad extrema,… mientras yo luchaba conmigo misma, para parecer sensual y no irme al suelo de los nervios. No les miento, ¡estaba yo temblando!, el motivo era el tipo solitario ese, que no dejaba de mirarme, apoyado contra el dintel de la puerta, y bebiendo pausadamente: ¡era guapísimo!, alto, varonil, piel clara, ojos cafés de mirada penetrante, barba de tres días,… mmmm!,… ¡me estaba descontrolando! Solo se quedaba ahí, viéndome, deslizando por todo mi cuerpo su mirada,… ¡casi podía sentir sus ojos sobre mí, recorriéndome toda! Trataba de no mirarle fijamente a los ojos, pero no podía: de rato en rato lo hacía, recibiendo de él una sonrisa que me sonrojaba sin remedio. Según me dijo Silvia, se llamaba Iván, recién había llegado al la ciudad, tras estar años en el extranjero,… y ninguna de las bellezas amigas de Silvia era su pareja o algo parecido.

- …Espero estés disfrutando de la fiesta, Adri,… -me dijo Silvia de pronto, interrumpiendo así nuestro intercambio de miradas.
- Si, cariño,… gracias,…

No dudo que Silvia se haya percatado del interés de su amigo Iván conmigo, sobre todo tras lo que me dijo:

- …¿Y ya te sientes toda una mujer, mi cielo?,…
- ¡Sí, amiga y todo te lo debo a ti, mi cielo!,…
- …Aunque aún te falta algo,…
- ¿Qué?,-, le pregunté de pronto, extrañada.

Con picardía, Silvia se me acercó, y me susurró al oído la respuesta a mi duda, y sin dejar de mirar sonriendo a Iván:

- …Que un hombre,… te haga sentir mujer,…

Tras soltar una carcajada, Silvia se apresuró a dejarme sola, enfilando rumbo a la cocina, a por más bebidas. Sabía yo a qué se refería mi amiga, pero sabía también yo que no estaba preparada. Sintiendo de nuevo la enigmática y casi lasciva mirada de Iván sobre mí, me incorporé y enfilé al baño: necesitaba refrescarme.

Ya a solas en el baño de mi depa, me dí unos instantes para verme al espejo; ¡me veía yo tan linda!, finalmente había yo logrado prácticamente, la ilusión perfecta: era yo casi una mujer; bella, delicada y algo sensual. Afuera la fiesta continuaba, y yo disfrutaba al escuchar las risas y la música, pensando en que, probablemente, con mis nuevos amigos y amigas, podría muy pronto repetir esta deliciosa experiencia que estaba yo viviendo: la de vestirme y lucirme bella para mí y para ser elogiada por los demás. Mientras me subía mis braguitas diminutas, ajustándolas de nuevo, para que se luzcan (aunque sea solo para mí), enmarcando mi suave y respingón culito, me sobresalté de pronto: alguien había abierto la puerta.

¡Era él: Iván!!, con toda la confianza del mundo, entró al baño apenas abriendo la puerta, casi deslizándose, para luego cerrarla suavemente,… y como para que nadie se diese cuenta; ¡me quedé sin habla y sin aliento!!!, sintiendo cómo mi cuerpo empezaba a vibrar cada vez más, solo atiné a quedarme ahí parada, viéndole, y ocultando pudorosamente mis nalgas y mis piernas con mi vestido largo. ¡No sabía yo qué hacer!; Iván apagó la luz del baño, sumiéndonos a los dos en la cómplice penumbra: sentía yo cómo mis labios temblaban de deseo, mientras le daba la espalda y le veía, acostumbrándome a la oscuridad,…. y al hecho de hallarnos los dos solos. Afuera la música y la diversión seguían, pero yo los oía como si casi fueran murmullos, ¡el corazón me latía a mil por hora, amenazando salírseme del pecho!

Iván caminó despacio hasta donde yo estaba, tiesa, temblorosa y aferrándome al lavado, aún dándole las espaldas. Cerré los ojos; ¡Dios, sentía todo mi cuerpo recorrido por una corriente eléctrica!,… solo yo pensaba, “¿así se siente, el ser una hembra deseosa?,…”. No le miraba yo, no miraba yo nada: solo escuchaba sus pasos acercándose, mientras en el ambiente del diminuto baño de mi depa, podía sentir el creciente calorcito de su cuerpo varonil, acercándose a mi espalda casi desnuda por completo; ¡no sé que me pasó: apenas sentí su cuerpo pegándose a mi espalda, solté un gemidito, se me erizó la piel gozosamente, y me paré de puntas de pie, recogiendo mis rodillas, alzándole el culito a él!!!

Comencé a jadear cuando sentí su pieza erecta, presionando mi culito, casi colocándose por completo entre mis nalgas!, ¡Diooooooooosss, era delicioso sentirla caliente, dura y aprisionada en medio de mi culooooo!!! Todo me daba vueltas, mientras recogía hacia delante mis hombros, sintiendo sus manos viriles y suaves a la vez, acariciando mi piel,… mmmm!!!, todo mi cuerpo se estremecía, sintiéndome poco a poco deseada, hummmmm!!!!

- …Eres preciosa,…. -, me dijo de pronto, haciéndome temblar de gozo con sus palabras, a la vez que su aliento de macho, me acariciaba la nuca.

¡Sus manos aprisionaron mis delgadas caderitas, atrayéndome hacia él, a la vez que me besaba la nuca!!!,… ¡oohhhh, qué gozo: nunca me había sentido así en la vida,… anhelada al extremoo!!! Mi cuerpo se estremecía a cada instante, sintiendo sus labios carnosos y ansiosos, recorriendo mi cuello, besándolo…. ¡LAMIÉNDOLOOO,… AHHH!!! No paraba yo de gozar ni un instante, ladeando mi rostro, estirando mi cuerpo al máximo, permitiéndoselo. Iván era todo un experto, y yo gozaba locamente sintiendo sus manos recorriendo mi cuerpo: acariciando mi espalda, mis nalgas,… mmmm!,… estrujando mis tetitas,¡aaaah!!, haciéndome sentir ya deseosa de sentir su carne de hombreeee!!!

Iván hubiese podido continuar así, llevándome al paroxismo del deseo,… y yo hubiese sido dichosa sólo con eso, pero en cuestión de apenas unos instantes, me transportó a otra dimensión: sin que yo me diera cuenta –de lo gozosa que estaba-, Iván alzó mi vestido largo, hasta recogérmelo por atrás, dejando a su disposición mi culito, ¡jadeé como una colegiala al sentir cómo me bajaba las bragas hasta las rodillas! Por un instante, sentí pánico al sentir una de sus manos acariciando el triangulito de mi pubis,… pensé en que me daba vergüenza, que me tocase donde no era yo mujer,… pero esa idea desapareció casi al instante: ¡solté un gritito apagado, al sentirme estremecer: Iván me metió dos dedos de su otra mano en mi anoooo!!!!

¡Era increíble, delicioso, divinoooo!!!; era mil veces más excitante que cuando me lo hizo Silvia: mis piernas temblaban sin control, al sentir sus dedos húmedos dilatando mi estrecho conducto, y preparándolo para ser penetrado. La cabeza me hervía de deseo, sintiéndome así deliciosamente explorada,… mientras no paraba de jadear y gemir ya no tan quedamente,… agitada a mil, arqueándome sin parar.

- …¡Eres preciosa, Adriana!,… -, me decía Iván sin parar, suspirando sobre mi nuca, enloqueciéndome de deseo.

Recorrió por mi mente, en ese instante, el pensamiento de que había yo llegado muy lejos, en mi obsesión por parecerme a una mujer,… ¡pero estaba yo gozando tanto!,… que no le impedí para nada, cuando Iván tomó con firmeza una de mis nalgas y así abrió paso a su verga erecta, hacia mi interior,…

- …¡AHHHHhh!!!,…

¡Pegué un grito, y ya sin temor a ser escuchada por los de la fiesta!!, ¡IVÁN ME ESTABA PENETRANDO!!!; haciéndome pasar en un instante del dolor al gozo, me prendí con fuerza del lavado, sintiendo que perdía yo la respiración: ¡la gruesa cabeza de su enorme verga me dilató al máximo!!! Era un torbellino de sensaciones, recorriendo todo mi cuerpo, ¡pensé que me iba a morir, cuando mi ano se abrió por completo, cuando toda su deliciosa cabezota entró por completo!!

- …¡Ahhh!!!,….¡Aaaaahh!!!!,…¡AAh!,… -, jadeaba yo sin parar, obligada a separar mis piernas, conforme su verga se me introducía más y más.

¡NO LO PODÍA CREER: ESTABA SIENDO DESVIRGADA!!!! Cada instante para mí era de loco placer y descubrimiento. Iván no paró hasta hundírmela hasta los huevos, ¡empecé a chillar como una nena desamparada, suplicando: “¡por favor: ya no más, ya no maaaás!!”, y “¡me dueleeee!” sin parar. Ya empalmada por completo por mi hombre, me sentía hirviendo, sudando a mares: ¡sentía su verga inmensa, dentro de mí!!!!; arqueaba yo mi cuerpo, alzándole el culito a ese hombre divino, el primer macho que estaba poseyendo mi culo por completo. Iván no tardó en prenderse de mí por las caderas, y en comenzar a bombearme:

- ¡AAAAAhhh!,… ¡AAAAhhhh!!!!,… ¡AHHHH!!!!,… -comencé a jadear jubilosa. ¡me sentía yo toda una zorrita siendo cogida en el baño-, ¡siiii: SIIII!!!,… ¡AAhhhh!,…

¡Era enloquecedor!!!, ¡quería yo comprimir mi ano para evitar que me la meta,… pero gozaba como loca con cada doloroso embiste, al hacerlo!! Casi no tardaba yo nada en disfrutar el sentir cómo me rompían el culo; la verga de Iván me arrancaba gritos de gozo, me hacía crujir las entrañas ¡ME ENLOQUECÍA CÓMO PALPITABA DENTRO MÍO, CRECIENDO MÁS Y MÁS!!! Estaba yo completamente descontrolada: jadeaba y gritaba yo como una zorrita, sintiendo sus huevos golpeándome las nalgas sin parar. Fueron larguísimos minutos, casi eternos, gozando como loca toda esa descarga de gozosas convulsiones que partían de mi ano lacerado y recorrían todo mi ser; preciosos minutos gritando hasta quedarme casi ronca, echando la cabeza para adelante y para atrás,… mirando mis braguitas allá abajo, en mis tobillos y estiradas al máximo,... casi rebalsantes de mi leche, desde el primer instante.

Prendiéndose de mis tetitas, Iván jadeó, bufando con fuerza, enterrándomela aún más hondo: el latigazo de su hirviente y potente lechada casi me aventó contra el lavado; ¡casi morí de gozo al sentir el divino ardor de su semen espeso, inundándome las entrañas. Iván y yo nos quedamos un largo rato así ensartados, sintiendo yo su cálido abrazo varonil,… y su gruesa verga dentro de mi culo,… mmm!!!! Tras besarme el cuello y la espalda sin parar, y diciéndome palabras de amor, me dejó de nuevo a solas en el baño, para asearme y acicalarme; ¡me sentía yo tan dichosa!,… sentir su aroma a macho, impregnando en mi cuerpo,… su lechada resbalando por mis nalgas,… ¡simplemente lo era todo!!; había dado el “gran paso” y era yo feliz al extremo.

Tras unos buenos minutos (toda “señorita” debe darse el tiempo para verse regia,…) Finalmente salí del baño: afuera la fiesta continuaba. Todo había cambiado: para mí, era notorio de que “Adrián” había desaparecido casi por completo “allá dentro”,… en el baño, y era muuuuy feliz por eso. Mis braguitas se quedaron tiradas ahí, en el piso del baño.

Aunque sabía que “ese casi” (”Adrián”), me era necesario aún; pensé en que Silvia y yo podríamos ser “una pareja perfecta” para esta sociedad en la que vivimos y eso mismo quise en proponerle a ella apenas llegase a la sala, pero no pude: al llegar a la sala, lo que ví me lo impidió por completo: ¡se había desatado la orgía!! Chicos y “chicas” se revolcaban en el suelo y en los sofás, desnudos, gozosos, libres,… en cuanto a Silvia, mi amiga y la única mujer que realmente me comprendía, pues estaba al lado de la puerta, con la mini arriba y siendo penetrada por uno de los muchachos morenos: el verla gozando con esa hermosa verga color caoba (y sobre todo, su rostro), me hizo entender algo: que no era necesario proponerle tal cosa.

Bella, sensual y excitada, caminé entonces, contoneándome por en medio de la sala y de los cuerpos desnudos, disfrutando de sentirme toda una diosa, completa, femenina (¡más que femenina!), y única. Un movimiento en mi dormitorio llamó entonces mi atención. Adoptando mi pose más sensual, le eché una mirada de deseo al verlo sentado en mi cama: era Iván que, ahora completamente desnudo, me mostraba su divina verga otra vez erecta y lista para mí. Con señas, me hizo saber que deseaba que se la chupe. El concierto de gritos y gemidos allá afuera era más que motivador. Nunca había yo chupado verga,… pero esa noche era la ideal para nuevas y excitantes experiencias; en eso pensé precisamente, cuando me apoyé en la cama, y cuando al cerrar los ojos para introducirme toda su divina pieza de carne en la boca,… y casi al instante unas manos muy grandes me bajaban el vestido, a la vez que me tomaban de las caderas: era el otro moreno que sonriéndome, se unía a nosotros.

Mientras entraba a otra nueva dimensión del placer, recordé las palabras de Silvia: “… millones de hombres aún no te conocen,…”. Recordé también lo mucho que me había servido, el ser obsesivo en el pasado: excelente estudiante, excelente trabajador,… una mujer casi excelente,… hum, ¿qué tan difícil le sería a Adriana,… conseguir un trabajo en mi empresa?,…

(CONTINUARÁ,...)

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