30 jul 2011

Crónicas de secundaria (3); las platudas



Un relato de: Krakkenhere.

La época del cole es una época de inestabilidades: siempre se busca destacar entre los demás, ser reconocidos o “pertenecer” a un grupo o grupúsculo que no sea criticado –al menos no de la peor manera-, por el resto. Eso, muchas veces te lleva por la desesperación a escoger muy mal; así me pasó a mí tras mi experiencia con “las cerebritos”: ¡no sabía yo qué hacer!, tras el violento despertar lésbico de Jessica y Magali, se desentendieron de su amiga Guadalupe,… la cual iba ahora tras de mí, acosándome con cartitas, regalos y demás (¡ustedes saben lo terrible que es aquello en el cole!,…), era linda, sí,… me había hecho gemir, si,… ¡pero debía yo evitar que eso se supiera!, no es que mi vida social fuese una maravilla pero tampoco tenía el yo interés en que se volviese de golpe, en toda una pesadilla.

Lo peor era cuando nos duchábamos todas juntas tras las clases de Educación Física; ¡Dios, podía sentir la mirada de Lupe, sus ojos celestes penetrándome, auscultándome toda!, mientras yo trataba de cubrirme al otro extremo de las duchas del camerino de chicas, Guadalupe apenas podía disimular: jugueteaba con su chorreante cabellera rubia, mientras ponía esa carita, mitad tímido deseo contenido, mitad lascivia a punto de desbordar, mientras apenas disimulaba las caricias que se daba frotando a ratos su húmedo y chorreante vello púbico, para luego verme (¡siempre me pescaba cuando yo volteaba a verla!), y arrugando alegre, ansiosa, su naricita respingada.

Tras ducharnos, teníamos recreo y todos los hormonados y aguantados chicos de la Promoción se desvivían por vernos a las chicas salir de los vestidores: frescas, con los cabellos chorreantes, perfumadas, arregladas, ¡cómo sea!,… a mí nadie me miraba y eso siempre me gustó, ¡pero ahora tenía tras de mí a Guadalupe!, cual un animalito deseoso, esperaba a que me termine de secar y vestir, y cuando yo salía hecha una tromba de los vestidores, me seguía - ¡me preseguía!-, por patio y corredores, como si necesitara respirar el aire que exhalaba mi simplón cuerpecito. Hecha yo un manojo de nervios (como se podrán imaginar), por el acoso de mi “ex -amiga”, buscaba a cómo dé lugar, el evitar al mismo tiempo, el colocarme en una situación “impropia” y a la vez, evitar que alguien descubriese a “mi fan”.

Aquella ocasión, y sin importarme nada ni nadie, corrí azorada por los corredores, hasta encerrarme en el baño más próximo; entrar y cerrar tras mis espaldas la puerta, fue todo en un instante; “¡tierra: trágame!”-, pensaba yo, respirando agitada, apoyada contra la puerta es, como si así pudiese, impedir que Lupe dejara de acosarme.

- Oye, ¿y tú qué haces aquí?,…

Esa voz me sacó por un instante de mis problemas: ¡me había yo metido sin saberlo en otro lío: sin querer había entrado al baño de “las platudas”!; como en todo colegio, existían “territorios” inviolables, y yo había ido a parar en uno de ellos. Sin que maestros ni ningún adulto lo supiesen, dos chicas de mi mismo año se habían adueñado del baño que les debía corresponder a las niñas de años inferiores,… convirtiéndolo en su refugio particular, útil para nada más que para encerrarse ahí y ser “ellas mismas”

“Las platudas” eran dos: Michelle y Jackeline –o Jackie, como ella prefería-; ambas se destacaban de entre las demás chicas del cole: altas, delgadas y de curvas muy finas, parecían más un par de modelos, enfundadas en uniforme escolar. Michelle era una preciosa morenita de larga cabellera lacia, hasta la cintura y tenía unos inmensos y profundos ojos negros. Jackie, por su parte, también usaba el cabello lacio, en “eterno” tono castaño-teñido, como para resaltar sus hermosos ojos verdes de gata. Les había apodado “las platudas” por que en cierta forma, lo eran: nunca les faltaba dinero, vestían lo último a la moda (y antes incluso que las chicas que verdaderamente tenían dinero en el cole), jamás se dejaban invitar a ninguna parte, por los chicos de la Promoción,… pero eso no impedía verlas SIEMPRE, en discotecas caras, gastando a manos llenas, y viviendo a mil por hora.

- …¿No me oíste?,… - me replicó Michelle, acercándoseme, poniendo los brazos en jarra y tomándose con ambas manos esa cintura diminuta que tenía, y por la cual yo o cualquiera de mi edad mataría por tener-, ¿quién te dio permiso para entrar aquí?,…

Estaba a punto de darle alguna excusa, pero los nervios me traicionaban: no sabía si decir o no la verdad. De pronto, el ruido de unos pasitos sonoros que llegaban desde el pasadizo aumentaron mis temores; Lupe me estaba buscando y venía para acá. Mortificada, Michelle me apartó de la puerta y la abrió casi de golpe, plantándose como una muralla entre mi escuálida humanidad y la ya no tan timorata Guadalupe, y que precisamente había tendido desde afuera la mano al picaporte, para abrir la puerta del baño:

- …¿Y tú qué quieres?,… -le soltó a boca de jarro a la pobre Lupe, sobresaltándola-, ¡este es un sitio PRIVADO, así que lárgate!!,…
- …¿Eh?,…ehhh,…sí,… perdón,… -dijo aterrada Guadalupe, roja como un tomate, replegándose, y viéndome ahí dentro, con sus ojos inmensos-,… disculpen,…

Apenas la puerta se cerró, le agradecí sin cesar, ¡las hubiese besado a las dos en ese preciso momento!, parecía yo una ametralladora, dando las gracias y a la vez evitando decirles la verdadera realidad de mi predicamento. Jackie y Michelle me veían divertidas, como si yo fuese lo más entretenido del mundo. Yo estaba sorprendida y no era para menos: las “platudas” tenían fama de no hacer amigos y de no dar la mano a nadie en ninguna circunstancia. Mientras yo las inundaba con halagos y agradecimientos, ambas cruzaban entre sí, miradas enigmáticas.

- …Una vez más, chicas, ¡mil gracias!,…
- No tienes por qué, corazón,..-me replicó entonces Jackie-, “hoy por ti, mañana por mí”,…
- Ahora ponte cómoda y cuéntanos de ti,…- agregó Michelle, mientras se apoyaba en un lavado del baño, cruzando las piernas-,… Natalia,..¿no?,…

¡El corazón casi se me sale del pecho: las “platudas” querían conocerme!!!, puede sonar estúpido ahora, pero en el tiempo del cole, ser reconocida, destacar de alguna forma, puede ser la diferencia entre ser “un cero a la derecha” ( o “a la izquierda y al medio”,… como yo), y “ser alguien”. Sintiéndome en la cima del mundo, me senté en aquel baño con ellas, y comencé a conversarles de todo un poco; al rato ya compartíamos cigarrillos, intercambiábamos confidencias (no muchas, como descubrí luego), para luego salir de “nuestro escondite” a la hora del recreo; ¡Dios, jamás comí tanto: a esas dos parecía que tenían un banco!!, Michelle y Jackie me complacían en todo y yo disfrutaba de su compañía. Todos, hombres y mujeres, me miraban con envidia (y Lupe, miraba a las chicas como deseando asesinarlas); lo que sí era cierto era que su conversación era bastante aburrida: esas dos solo sabían acerca de cuánto costaba TODO: desde autos a vestidos o fines de semana en resorts.

- … ¿Y piensas hacer algo este sábado, “Nataly”?,… -, me soltó en un momento, como cualquier cosa, Jackeline.
- Hum,… no creo,… -le dije-, mis papás tendrán un matrimonio y debo cuidar la casa,…
- Suena interesante,… -agregó Michelle entonces-, podríamos ir a acompañarte y hacer una “pijamada”,…

¡Una reunión de chicas en mi casa sería excelente!, pensé. Podía yo dejar de ser la antisocial de siempre,… y en verdad estaba disfrutando la idea. No tenía permiso de mis padres (era viernes), pero no me importó: quería mostrarme tan desenvuelta y segura de mí misma como ellas.

- Claro: mis papás salen para su fiesta a las 5. Las espero.

Tras prometer que llevarían algo de beber y que nos divertiríamos, quedamos para el día siguiente; yo estaba hecha una dicha de “hacer cosas de grandes” con las “platudas”, así como ir con ellas de arriba a abajo, por todo el cole, en su compañía; solo ver cómo Guadalupe “desaparecía” de nuestra vista, cada vez que nos la cruzábamos, lo valía.

Aquel sábado por la tarde me esforcé realmente por impresionar a mis nuevas “amigas”; ¡fue la primera vez que limpié el departamento sin que mis padres me lo ordenasen! Tras disimular mi emoción, aguardé a quedarme sola en mi casa: entonces busqué ponerme algo más “sofisticado” que mi acostumbrado ajuar de ropas holgadas, en negro o azul. Finalmente encontré algo adecuado: unos jeans celestes, a la cadera, que una prima me regaló en mi cumpleaños y que jamás había usado; me sentía extraña, luciendo mi ombligo vergonzante por primera vez en mi vida y sintiendo cómo la prenda apretaba mi culito “común y corriente”. Una blusita en rosa pastel con algo de escote (que mi madre siempre trató de obligarme a usar), y unas zapatillas blancas completaron mi atuendo: no me veía como una diosa pero,… ya era un cambio impresionante en mi forma casual de vestir habitual, muy poco femenina. Por fin, exhausta como nunca, aguardé ansiosa la llegada de las 6, y mis visitas.

Al abrir la puerta, me quedé de una pieza: ¡Michelle y Jackie se veían espectaculares!; Michelle llegó vestida con una blusa azul eléctrico de seda, que apenas se sostenía en sus blanquísimos y desnudos hombros; toda ella se veía delgadísima e inmensa, con unos jeans apretadísimos, zapatos de tacón alto y su larga cabellera anudada con una cola, haciendo ver así su cuello más largo aún. Jackeline llevaba encima un top blanco apretado, casi transparente, sin sostén, una casaca azul, muy pequeña, y una coquetísima minifalda del mismo color. Ambas estaban maquilladas cual mujeres hechas y derechas y,… valgan verdades, me hacían sentir diminuta, como una niña tonta ante ellas. Sonrientes y portando ambas unas grandes y carísimas carteras, mis amigas entraron en mi casa alegremente, apenas les dije que mis padres ya se habían ido.

- ¡Excelente! –exclamó entonces Michelle, quien presta recorrió la sala de mi casa, con la seguridad de una modelo, para después sentarse en el sofá, cruzándose de piernas-, Jackie, ¿llamaste a los “chicos”?,...
- …Si, “Vanessa”,… -, le replicó ella casi de inmediato-, les dí el número de Natalia.

Completamente lela, escuché que hablaban frente a mí, sobre haberles dado mi número de teléfono a quién-sabe-quién, mientras que Michelle abría su cartera ¡y sacaba dos botellas de un güisqui carísimo!!; yo no sabía cómo reaccionar,… ¿”Vanessa”?, ¿los “chicos”?,… ¡mis padres me matarían si armábamos una fiesta en su ausencia!!! ; pude parar todo eso, pero,… a la vez me traicionó mi eterna falta de carácter y el miedo de parecer como una mocosa tonta ante las chicas,… de seguro que ambas se dieron cuenta de mi desazón y se aprovecharon de ella, ya que de inmediato comenzaron a bombardearme con preguntas:

- …Un momento,.. oye Natalia, ¿este es el departamento 213-B, no?,… -me preguntó primero Jackeline.
- …¿Eh?, si, pero,… mis papás no me han dado permiso,.. ehhh,… -, le respondí, creyendo que tal vez pensaban en armar una fiesta.
- Naty, ¿dónde está la cocina? –me dijo casi al instante Michelle-, necesito vasos y hielo,…
- Al fondo, la primera puerta a la izquierda,… pero,…

¡No me dio ni tiempo para reaccionar!, estaba yo al borde de un ataque de nervios: Michelle se metió como si nada rumbo a la cocina, llevando su cartera,… ¡MIENTRAS EL TELÉFONO SONÓ CASI DE INMEDIATO!!!

- ¿Aló?, sí: soy “Nicolle”, cariño,… -respondió Jackeline, con una voz erótica y sensual que me descolocó toda-, si mi vida: 150 servicio completo, hago todo lo que tú quieras. Yo y una amiga, 250,… ¿vienes papito?, okay te espero,…

¡La cabeza me daba vueltas!, ¿qué rayos estaban haciendo esas dos, Y EN MI CASA?? Estuve a un tris de pedirle explicaciones, pero Michelle regresó de la cocina,… portando dos vasos con hielo, ¡y vistiendo solo un baby-doll blanco, transparente y un hilo dental también blanco!!!

- …Yo quiero la cama grande –dijo como quien no quiere la cosa, dirigiéndose a Jackie-, “Nicolle”, tú usa la cama de la “nena”,…a ti siempre te creen más mocosa,…

¡Esto no podía estar pasando!!!,… pero era así; me quedé por un instante muda: Michelle –o más bien, “Vanessa” había capturado toda mi atención. Sus piernas se veían ahora realmente larguísimas por los zapatos de tacón alto que calzaba; apoyada en una pierna, se mostraba ante mí increíblemente excitante,… y la verdad es que mi mirada estaba “perdida” viendo sus redondos pechitos de pezones rosados y bien parados, asomándose descaradamente en medio del encaje y la tela vaporosa de su diminuta prenda.

- …Chicas, esteee,… -traté de decir, casi sin poder dejar de ver el precioso cuerpo de mi compañera de clases, semidesnuda ante mis ojos-,… no podemos hacer fiesta,… mis papás,…
- …¡Hay Naty, no seas melodramática!,… - me dijo entonces Jackie, ¡mientras se quitaba los pantalones frente a mí, calzándose una micro-minifalda roja!-,… solo estaremos hasta las 10 y dejaremos todo limpio; tranquilízate,…

¡Quise gritarles en ese instante, pero el timbre nos sobresaltó!; sin ningún pudor, Michelle corrió hacia la puerta, y la abrió: sonriendo y mostrándose ante él, le dijo que pasara, ¡ME QUERÍA YO MORIR DE SOLO PENSAR QUE ALGÚN VECINO LA VIESE Y SE ENTERASE! El sujeto ese era de unos 30 años mínimo y su lasciva mirada dejaba entrever sobradamente sus intenciones. Apenas preguntó, “¿Nicolle?”, Jackeline le tomó de la mano y lo trajo hacia mí:

- Son 150, “papi” –le dijo-, págale a ella,…

¡Sin chistar el tipo ese puso los billetes en mi mano! Estaba yo tan atontada que no hice nada cuando “Nicolle” y su cliente se metieron en mi dormitorio. ¡Todo me parecía tan irreal!, más que un sueño, era como una pesadilla,… solo en mi cabeza estaban dos cosas: una, el cuerpo espectacular de Michelle, y otra,… el dinero, ¡jamás había tenido yo en mis manos tanto dinero junto!! Obviamente, ése era el “secreto” de las “platudas”,… y desde que pusieron ese dinero en mis manos, yo también era en cierta forma, parte de todo ello. El corazón me latía a mil por hora, y prácticamente escuché entonces entre sueños, lo que me dijo Michelle al oído: “…recuerda: en tu bolsillo derecho pon lo de “Nicolle” y en izquierdo, lo mío,…”

Michelle y Jackeline son putas,… y van a coger con tipos aquí, en mi propia casa,… era lo único que se repetía en mi mente una y otra vez. Realmente no sé cuánto rato me quedé ahí parada en medio de la sala, atontada, pero recuerdo eso sí que el teléfono volvió a sonar y esta vez “Vanessa” respondió; después de eso, todo el depa comenzó a retumbar: ¡de mi dormitorio llegaban fortísimos gemidos de placer y el crujir de mi cama!!!

- …¡Aaaahhhh!!!,…¡AAAhhhh!!!,… ¡Ooohhhh!!!,… ¡Qué grande la tienes, mi amoooor!,…. ¡AAAAHHH!!!,….

¡Era Jackie, que gemía como una loca, como si la estuviesen matando a punta de vergazos!!, sus potentes gritos me sacudieron de pies a cabeza; no necesitaba verla para imaginarme qué pasaba en mi cuarto,… desnuda, con las piernas bien abiertas,… recibiendo fuertes embestidas con una verga gruesa y grande,… dilatándole su jugosa y estrecha conchita,…¡mmm!,… ¡empecé a respirar agitadamente, sintiendo mi entrepierna humedecerse también!!! No tardó mucho en volver a sonar el timbre, sacándome de golpe de mi excitado devaneo; eran dos tipos jóvenes, que a primera vista me parecieron universitarios. Michelle les abrió la puerta y sin mostrar ninguna vergüenza, aceptó lo que le propusieron: querían cogérsela los dos juntos.

- …Naty; tráenos unos tragos al cuarto en un rato, ¿quieres?,… -, me pidió entonces Michelle, mientras ponía el dinero en mi bolsillo,…
- …Ehh,…si,… -, le dije, sintiéndome terriblemente excitada, al sentir el perfume de su piel.

¡No entendía lo que me pasaba!, es decir,… ¡ese par de locas estaban puteando en mi casa y yo no hacía nada para impedirlo!! Como una zombie, oyendo el concierto de gemidos que provenían de la habitación de mis padres, me apresuré a servir unas copas de whisky con hielo; me sentía a la vez excitada, turbada,… y,… ese dinero dentro de mis bolsillos realmente “me quemaba”; no sólo no podía creer lo que esas dos hacía por dinero,… pero a la vez me movía una especie de “morbo cómplice”. Mientras servía las copas, el teléfono sonó de nuevo: ni siquiera yo pensaba que podían ser mis padres. Contesté igual. Era un tipo de voz ronca, preguntando por “Vanessa”; como si nada, me sorprendí de mí misma, al responderle que podía venir. La verdad era que respondí por responder, por que en ese momento tenía yo otro objetivo: quería ir adentro, llevando los vasos de licor,… para mirar,…

Temblando como una hoja, avancé lentamente hacia el corredor: la puerta de mi dormitorio quedaba precisamente frente a la del dormitorio de mis padres; ¡Dios, mi corazón latía a mil por hora!, con mis flacas piernas temblando, me asomé primero a mi dormitorio,... ¡LOS OJOS CASI SE ME SALIERON DE MIS ÓRBITAS!

Sobre mi cama de edredón de motivos infantiles, se hallaba Jackie: estaba completamente desnuda, boca arriba, abierta completamente de piernas,… ¡gemía hasta casi gritar!, se había puesto mi almohada bajo la cintura, alzando su concha de raja depilada, entregándosela a su cliente, ¡EL TIPO LA TENÍA AGARRADA DE LOS TOBILLOS, CLAVÁNDOLE HASTA EL FONDO CON SU VERGA ENORME!!! Jackie se contorsionaba con los ojos cerrados, jadeando de dolor con cada embestida brutal y tomándose del barandal de mi cama, haciéndola crujir con cada “mete-saca”.

- …¡AYYYY!!!,… ¡AHHHHH!!!!,… ¡NO SIGAS, NO SIGAAAAASSS!!!,… -gritaba “Nicolle” sin parar.

Sus gritos y esa verga inmensa incrustándosele me estremecieron: ¡PARECÍA QUE LA IBA A PARTIR!! Fue demasiado para mí: casi al instante sentí cómo una oleada húmeda casi explotó,… tuve un orgasmo intensísimo, de solo ver cómo se la cogían con tal salvajismo. Estaba yo transportada a una dimensión de gozo y salvajismo y pude quedarme ahí viéndolo todo, paralizada pero gozosa, pero entonces el tipo ese volteó a verme: ¡su mirada loca de sexo me aterró, por un instante pensé en que se me quería echar encima. Sobresaltada, giré en mi lugar y me metí apresurada en el dormitorio de mis padres.

Apenas traspuse el umbral de la alcoba de mis papás, puse los vasos en el velador y traté de salir de ahí sin mirar,… pero no pude: volteé y nuevamente me quedé petrificada: Michelle, a cuatro manos, estaba en ese preciso momento haciendo gozar como locos a esos dos universitarios; a cuatro manos, se la chupaba ansiosa a uno de ellos, mientras que a la vez no paraba de menear su culo redondo y apretado, mientras dejaba que el otro se la clave en su conchita húmeda y velludita. ¡Era una completa zorra!!, y yo no podía dejar de mirar su boca abierta al máximo, chorreando leche y saliva, atorada por una verga coloradota y gruesa, mientras que otra pieza de carne hirviente, se perdía y aparecía por entre sus labios vaginales; Michelle era muy bella y verle su más ocultas intimidades expuestas, siendo penetrada sin misericordia, y ella, contorsionándose con locura,… siendo capaz de hacer eso por dinero,… me excitaba enormemente, me perturbaba,… y a pesar de ser en ese entonces aún virgen, me atraía la idea de entregarme,…

Ver a Michelle dándome así una clase de sexo fuerte me estaba haciendo tambalear en mi yo muy íntimo: su cuerpo me excitaba y las vergas de los tipos también, pero no pude disfrutar mucho del asunto, Michelle me miró y con un ademán de mano, me hizo saber que debía retirarme. Como una zombie me fui a la sala y me senté en el sofá, temblando sin control, y sin saber qué hacer. Al poco rato, los dos universitarios se fueron de mi casa. Al rato Michelle salió:

- Toma – me dijo, entregándome más dinero-, el cliente de “Nicolle” pidió un “extra”; yo voy a lavarme,…

Me excitaba tanto verla desnuda que acepté el dinero y me lo metí en el bolsillo; al poco rato, tocaron a la puerta:

- … Holaaasss,… jeje,… ¿dónde están las putas?,… -me dijo de golpe un viejo gordo y borracho.
- Pase,… -, le respondí,… con el tono del “pase” de las putas.

Como si fuese mi labor, le dí la espalda para servirle un trago, y ahí pasó: soltando una carcajada, me tomó del culo!!!!

- ¡NOOOO, YO NO!!!!,…

¡Temblé sin control, al sentirme a merced de ese tipo asqueroso y brutal!!; solté un chillido de pánico cuando tomó por detrás mis jeans y sin desabotonármelos, me los forzó hacia abajo, bajándomelos junto con mis braguitas de algodón, dejándome acostada en cuatro, boca abajo, sobre la mesita de la sala,… mostrándole mi culito adolescente y mi coño aún virginal, saliéndoseme por encima de la prenda; ¡ME ACOSTÓ A LA FUERZA SOBRE LA MESITA DE CENTRO,… ME IBA A VIOLAR!!

El tipo babeaba, mientras se desabotonó sus pantalones, blandiendo en su mano su pene grueso, de cabeza inmensa y goteante, riéndose en su borrachera por mi desazón; ¡quería pedir auxilio yo, pero de mi garganta solo salían susurros!: “….Michelle,… Jackie,… ayudaaaa,…” y de mi dormitorio sólo se escuchaban, los gemidos de hembras gozosas e insaciables de Jackeline, aunado a los jadeos animales de su cliente,… ¡YO NECESITABA AYUDA: IBA A SER VIOLADA POR ESE GORDO!, ¡me iba a desvirgar contra mi voluntad, Y PENSANDO QUE YO COBRABA POR ESOOO!!!

-… Ahora, vas a ver,… lo que es bueno putita,… ¡burppp!,… -, exclamó el asqueroso borracho ese, eructando.

¡Pegué un grito de pánico que debió remecer todo el edificio!!; como un relámpago, un latigazo de dolor y vergüenza recorrió todo mi cuerpo: no me penetró,… fue aun peor; ¡cual si yo fuese una zorrita cualquiera, el tipo ese me soltó un escupitajo que cayó en mis nalgas, para luego descender, mojando mi coñito,… ¡y casi de inmediato me fustigó las nalgas y la vagina con su verga tiesa, COMO SI FUESE UN FUETE!!! No sé si fue el escupitajo o los golpes de esa gruesa verga de macho, que remeció mis algas y mis labios vaginales lo que lo ocasionó, PERO ME MOJÉ EN UN INSTANTE!!!, ¡Me quería yo morir de la vergüenza: me iban a arrebatar mi virginidad y yo me estaba excitando!!
Cuando ya estaba yo aceptando mi desgraciado fin, un portazo vino en mi rescate: era Michelle, quién al escuchar mi grito, vino a ver qué pasaba; ¡quería yo que la tierra me tragase: mi compañera de clases me vio en aquel trance, con los pantalones abajo, y con ese viejo gordo, borracho y apestoso encima, y ya abriéndome mis labios vaginales, para dar paso a su dura y gruesa verga!! Michelle estaba desnuda frente a mi, vistiendo solamente su hilo dental y unos zapatos taco aguja, ¡que eran de mi madre!!! La preciosa Michelle nos veía a ambos, bien plantada ante nuestros ojos, con las piernas separadas y mostrándonos su coño completamente húmedo. En dicha pose, con su rostro y su actitud, se mostraba como toda una puta recorrida, a la cual nada le impresionaba:

-… Diego, amor… -, le dijo al viejo ese, como si lo conociese de toda la vida-, ¿qué haces?,…
-… ¿Eehh?,… ¡Hooolaaa linda!,…- le dijo el borracho, quién aún trataba de metérmela-,… ¡voy a pagar: sólo que mientras espero, me quiero tirar a esta putita!,…
-… ¿No ves que es la tipa de la limpieza?,…- le replicó con la seguridad de quien sabe que el tipo estaba completamente ebrio,… y que eso ya había pasado otras veces-, ven papi: yo te atiendo,…

Sin más, Michelle tomó de la mano al tipo y lo condujo al dormitorio de mi mamá, dejándome en paz; ¡yo no paraba de temblar, ahora sí estaba aterrada por lo que casi me pasó y por todo lo que estaba ocurriendo en mi casa! Mientras me incorporaba azorada, vistiéndome, Michelle salió de nuevo del dormitorio; apuntándome con un dedo, “mi amiga” me amenazó:

- Cuidadito con pasarte de la raya con mis clientes, ¿ok?,…

¡Casi había sido violada y ella pensaba solo en la plata!,… mientras trababa yo de calzarme de nuevo los jeans, sentía vergüenza y dolor a la vez: fueron apenas unos instantes, pero mis labios vaginales y mis nalgas estaban adoloridos: no solo habían sido forzados casi hasta ser penetrados por la verga animal de ese borracho, sino que yo había estado contrayéndolos sin cesar, para impedirle vejarme. Apenas me incorporé de la mesita, lo sentí: una marea olorosa y húmeda descendió de mis entrañas, resbalando por mis entrepiernas; ¡aquel intento de violación había hecho que yo me corriese otra vez, y casi sin darme cuenta! Al mismo tiempo que me avergonzaba de mí misma, la cabeza me volvió a dar vueltas: los gemidos que provenían de los dormitorios, me encendió de nuevo.

Jadeos animales, suspiros intensísimos, exclamaciones de gozo vulgar,… el crujir de las camas,…mmmm, ¡era imposible no centrar toda tu atención en ellos! Mis “amigas” eran unas reverendas putas,… y deseaba yo ver de nuevo cómo se comportaban en la cama. Mi coñito me hervía: lentamente me acerqué al pasadizo. Tímidamente, atisbé por la puerta entreabierta, para ver a Michelle y al gordo borracho;¡me quedé helada otra vez, viendo las habilidades de Michelle, en el sexo!!

- ….¡Ahhhh!,…¡AAhh!!!,… ¡Assí papitoooo: clávame tu vergota asssiiiii!!!,… -, gemía y exclamaba con fuerza, cabalgando al viejo verde ese.

Michelle estaba montada a horcajadas sobre él: como una araña, apoyada de pies y manos, estaba frente a mí, ensartada por la concha, haciendo entrar y salir de dentro de ella ese grueso aparato semiduro: el tipo estaba acostado, casi dormido de borracho, pero con la verga aún algo firme; ¡la larga cabellera lacia de Michelle volaba por todos lados, sus tetitas adolescentes de pezones parados subían y bajaban sin cesar, mientras que sus duritas nalgas golpeaban a toda velocidad, con un sonido de golpeteo húmedo!! El tipo no reaccionaba casi en su beodez, pero Michelle, volteando los ojos, demostraba que sí lo gozaba.

Verla metiéndose y sacándose esa verga a toda velocidad, me hizo descontrolarme: corrí al baño de visitas de mi casa y me encerré ahí: me desnudé como una poseía y tirada en el suelo, comencé a masturbarme!!, ya no necesitaba ver más: los gritos y lo visto hasta ese momento, había sido suficiente. Pasada una media hora de gozosas convulsiones de placer, salí del baño avergonzada, pero infinitamente satisfecha,… y exhausta. Afuera, en la sala, Michelle y Jackeline me aguardaban: ¡fumaban y bebían sentadas en la sal, ya vestidas, como si nada!!

- …Bueno Natalia,… - me dijo Michelle, soltando volutas de humo-, fue todo por hoy: dame lo que tienes.

Aún atontada, le entregué el dinero: lo contó, le entregó una parte a su amiga y luego me estiró la mano a mí también:

- Esto es tu parte,… – me entregó más dinero que el que mis padres me daban de propina en un año-, lo hiciste bien; si te animas, avísanos si tus papás salen de nuevo,… ¿okey?,…
- Okey,… -, le respondí, metiéndome sin ningún orgullo la plata en el bolsillo,… y sabiendo por su mirada, lo que ese “okey” significaba: teníamos un secreto.

Aquella noche tardé bastante en ordenar la casa: metí a la lavadora el edredón y las sábanas de mis padres a la lavadora (le eché la culpa al perro), yo por mi parte, tuve que dormir con sábanas húmedas a lechada y los jugos de Jackeline. De más está decirles que jamás volví a invitar a “las platudas” a mi casa, ni a frecuentarlas en el cole,… pero mi “silencio” tuvo una recompensa: de tiempo en tiempo, alguien soltaba el chisme de que Jackie y Michelle eran putas, pero luego se diluía la “bola”, entonces, alguna de ellas se me acercaba en un recreo y me tomaba de la mano, a guisa de saludo,… dejando en mi mano, un billete doblado,…

(CONTINUARÁ,...)

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