20 jul 2011

Crónicas de secundaria (2); las cerebritos



Un relato de: Krakkenhere.

Como en toda promoción de secundaria, en la mía existían determinados grupos bien definidos: estaban “las populares”, los “Chatos” (ambos de los cuales ya conté algo y lo haré de nuevo más adelante), los deportistas, los “sobones del director”, los ricos, los “pobres”, las zorras, los matones; también los “indefinidos” (o sea, cero populares y sin grupo siquiera,… como yo), y un grupito que es infaltable: “los cerebritos”: escasamente sociables, pero todos y todas matarían por tenerlos en el pupitre de al lado. Siempre bien vistos por los profesores, conocedores de la currícula al derecho y al revés, de notas excelentes y para los cuales no existe problema o examen imposible de resolver. Entre las chicas de promoción, las “cerebritos” eran tres: Magali, Jessica y Guadalupe; no puedo describir gran cosa de las tres en lo físico, dado que eran pues, “cerebritos”: pelo recogido (como dicta el reglamento), bastante comunes de cuerpo –el uniforme que usábamos no ayudaba tampoco en mucho-, y lo suficiente modositas como para que no se resaltasen de ellas más que una que otra característica: de Magali su piel aceitunada y tersa, de Jessica su larga melena negro azabache, casi hasta la cintura, y de Lupe, sus ojos celestes, su pelo rubio y su naricita respingada.

Fueron imbatibles las tres en el premio anual de excelencia en desempeño escolar hasta el penúltimo año, y el motivo solo lo conocen ellas tres y yo,… y el cual deseo compartir con ustedes en esta oportunidad: a pesar de ser grandes amigas, una oculta rencilla las carcomía por dentro: la obsesión de cada una, de ser la mejor estudiante. Fue así que, aproximándose los primeros exámenes bimestrales de ese año, las tres me fueron a buscar, durante una clase de Educación Física. Mientras el resto de las chicas jugaban al voley, yo hacía mi “actuación” de sufrir dolores menstruales,… cosa que a mí me ocurría una vez a la semana (odio los deportes). Las “cerebritos” por su parte, no necesitaban de eso: su excelencia académica las exoneraba de sudar en el gimnasio.

- …¿Tú eres Natalia, no?,… -vino a decirme Jessica, la voz cantante entre las chicas. Las tres venían de la biblioteca, que casi era su territorio privado. Yo asentí en silencio-, ¿eres tú la que tiene más alta nota en Historia? Nuevamente asentí extrañada, ¿qué querían conmigo?: por cada 10 mío, esas sacaban ocho dieces, como si se sacasen los mocos, pensé.

- Te queremos hacer una propuesta – continuó Jessica, tras soltar un suspiro por mi magra estampa-, mira, tenemos un grupo de estudio: yo soy buena en Matemáticas, ella (Lupe), en Química y ella (Magali), en Literatura; queremos que estudies con nosotras para los bimestrales ¿te interesa?

Por un momento pensé dos estupideces: una, que si estudiaba con esas geniecillos en ciernes, quizás “algo se me pegase”, y,… bueno, ya me estaba hartando yo de estar en el gremio de las “indefinidas” de la promoción; que tenía ganas de ser parte de un grupo (estaba yo más sola que náufrago, sobre todo ahora que “María la cosa” se la pasaba taaan bien con los chicos, allá atrás, en las duchas de varones,…), pensando en que tal vez no llegaría a ser amiga de ellas más allá del final de los exámenes, acepté con algo de desazón. Jessica me miró como quien no espera gran cosa del asunto.

- En fin. Anota que te doy la dirección de mi casa,…

Como quedaban tres días antes de los exámenes, acordaron (ellas, por que en eso yo no pintaba), que nos reuniríamos el viernes en casa de Jessica y nos quedaríamos a dormir hasta el domingo, con la venia de sus padres y los nuestros, por supuesto. En casa mis papás se emocionaron con la noticia: aparte de estar felices de que al fin yo tenga amigas, les encantó la idea de que estudiase con Jessica; su papá era Decano de la Facultad de Medicina, y su mamá una notable catedrática, y siempre en gira por conferencias: la “cerebrito” en cuestión, tenía así casi medio ingreso a la universidad desde que nació, y mis padres pensaban que no estaba de más que yo tuviese “buenas migas con ella y su familia”. En fin, llegó el viernes y cargando ropa y todos mis libros, me dirigí a la casa donde se reuniría “el grupo de estudio”.

La casa de los papás de Jessica era moderna, imponente y de exquisito gusto: aparte de vivir muy bien, casi todas las paredes lucían libreros atiborrados y diplomas por donde se viese. Tras seguir a la empleada, encontré a las chicas, reunidas ya en la sala, sentadas alrededor de una mesa diminuta, rodeadas de libros y cuadernos. El primer día fue como se podía esperar: estudio, estudio y estudio,… y casi nada de conversar o distraerse; los padres de Jessica eran divinos y nunca nos faltaron sándwiches, bebidas y galletitas, ¡Dios, pero esas chicas no se divertían!; yo, que no soy para nada “el alma de la fiesta”, estaba que la cabeza me reventaba. No paramos hasta bien avanzada la noche: de frente nos fuimos a dormir al cuarto de Jessica; ella y Lupe compartieron su cama, mientras yo y Magali, dormiríamos en la cama de la hermana mayor de Jessica (que estudiaba en la capital); un poco de música y algunas conversaciones acerca de chicos, por parte de “mis amigas” (y sin mi participación), fue lo único ese viernes, antes de dormirnos. Ya estaba pensando yo en que había sido un error mío el ir allá.

Al día siguiente, tras ducharnos y desayunar, despedimos todas juntas a los papás de Jessica: él estaría de guardia en el hospital universitario el fin de semana, mientras que su mamá partía a una gira de conferencias en el norte; la sirvienta sólo se quedaría hasta el mediodía, pero eso no les preocupaba: consideraban a Jessica lo suficientemente responsable, como para quedarse sola en casa y con nosotras. El resto de la tarde transcurrió como el día anterior y yo y venía venir un fin de semana muuuuy largo, cuando Jessica, casi al atardecer, cerró de golpe su libro de trigonometría e hizo el anuncio:

- ….¡Listo chicas: es todo! – dijo tras soltar un suspiro y sabiéndose sin control alguno-, ¿nos divertimos un rato?,…

Lupe y Magali soltaron entonces una risa cómplice, haciéndome saber así que el estudiar había terminado, ¡menos mal!, pensé yo. Como si fuese la costumbre de las “cerebritos”, Magali agregó:

- …¿Vamos a tomar gin como la otra vez?,…
- Nooo; mi mamá casi se dio cuenta, jijiji –, replicó Jessica.
- Menos mal – agregó Lupe-, la otra vez, me hizo doler la cabeza,…

¡Bueno: una borrachera al menos ya era algo!; así que, aunándome al grupo, comencé a reír de sus comentarios, esperando que recuerden que yo estaba ahí. Jessica mientras tanto, abría una gaveta de un mueble de la sala, buscando algo.

- …¿Y qué tomamos? -, preguntó Lupe.
- Encontré esto el otro día,… - dijo mostrando eufórica una botella: era una botella de vino, que a simple vista parecía ser caro-, mi papá recibió de regalo una caja completa: me robé cinco botellas y no se dio cuenta,…
- …Pero, ¿será bueno? –dije yo, tras echarle una mirada, y haciendo así que todas me vean-,… es que,… esa etiqueta al parecer está en alemán,… digo,… ¿el vino alemán es bueno?,…
- ¡Alemán, francés: debe ser lo mismo! –dijo Jessica, encogiéndose de hombros-, ¡vaya, Natalia había sabido algo más que Historia!,…

Todas rieron por el comentario (a mí no me hizo gracia, pero me sentí ya parte del grupo), y tras descorchar la primer botella, nos sentamos todas juntas en círculo, en el suelo alfombrado. Fue una borrachera de chiquillas: juego de castigos, obligar a beber dos vasos seguidos por cada pregunta indiscreta no contestada, risas y cosas de esas; al menos en eso las “cerebritos” no se diferenciaban de las demás chicas,… hasta que sin darnos cuenta, tres botellas rodaban a nuestro alrededor completamente vacías. Todas demostramos en ese momento que estábamos ya completamente ebrias: todas, sin excepción, apenas podíamos mantener la cabeza derecha un segundo (nota mental: NUNCA más volver a emborracharme con vino alemán); cuando ya todas las confesiones de amores no correspondidos se habían agotado, Jessica, borracha a la máxima potencia y decidida a acabar hasta la última botella, se puso de pie apenas e hizo el anuncio:

- ….¡Ya sé a qué podemos jugar, jeje!!,… -dijo tambaleándose, para luego salir rauda, en zig-zag, hacia su dormitorio-, espérenmeeee,…

Lupe, Magali y yo ni le dimos importancia: sólo nos interesaba poder llenar un nuevo vaso para luego vaciarlo por completo. En ese momento, en el cual la mirada de las cuatro estaba dirigida hacia el alfombrado frente a nosotras (por efecto de la borrachera), una catarata de satinadas cartulinas con imágenes borrosas en color carne cayeron frente a nosotras (borrosas a primera vista por que estábamos ebrias)

- …Encontré esto en el escritorio de papá, jeje,… ¡hip!,… -, nos dijo Jessica, sentándose pesadamente junto a nosotras.

Frente a nosotras, desparramadas boca arriba, estaba un mazo de naipes eróticos: era un juego de cartas con escenas de orgías lésbicas; rubias espectaculares, asiáticas, chiquillas, negras,… en parejas o en grupos de tres o cuatro, desnudas, enredados sus cuerpos en posiciones espectaculares,… mostrando sus senos, conchas y culos lascivos, lamiéndose, besándose, metiéndose los dedos, amándose. Lupe y Magali se quedaron estupefactas, con la boca abierta; yo estaba turbada de ver tanta mujer de cuerpos perfectos e incitantes, y Jessica, las miraba con una sonrisa de oreja a oreja, feliz de compartir con sus amigas “su secreto”: su mirada también denotaba que las había visto más de una vez. En un segundo, la atmósfera de la sala se tornó casi eléctrica,…

- ...¿Y… qué les parece?,… -, preguntó Jessica ansiosa, sin dejar de mirarlas.
- ¡Asqueroso! -, dijo sin chistar Lupe, la más tímida.
- …¡No se qué les ven los hombres a esas zorras! -, agregó Magali, mostrando molestia,… para disimular una notoria turbación.
- …Mmmm, no sé,.. –dije entonces yo, sin darme cuenta de que pensaba en voz alta-, a mí me agradan,…

¡Las chicas me vieron con la boca abierta, con una mezcla de pánico y asco!; no quería ser tildada de lesbiana, así que traté de barajar el asunto:

- …Es decir,…er,… son atrevidas,… seguras de sí mismas,… me gustaría saber qué se siente no tener vergüenza,…

Jessica se sorprendió, para luego asentir con la cabeza. Suspiré aliviada; lo pensó un poco, mostrando que maquinaba algo y luego me sacó del aprieto:

- ¡Cierto; muuy cierto!,… -dijo para todas, a medias víctima de su supuesta inteligencia, a medias víctima de una alucinada de borracha-, Natalia tiene razón: criticamos a estas putas, pero no les da vergüenza mostrarse y a nosotras sí,…

¡Jessica se soltó un discurso!; habló como si declamase en clase, acerca de la superioridad de la mujer inteligente, de que la mujer con cerebro es igual de erótica y toda una sarta de paparruchas (como dicen por ahí “estaba cagando fuera del inodoro” de pura borracha); yo la veía divertida, mientras que las demás le escuchaban, afirmaban con la cabeza y seguían bebiendo como cosacos.

- ¡Tenemos que experimentarlo!,… -, finalizó Jessica.

Había escuchado rumores acerca de Jessica y con esa frase, descubrí que eran ciertos: Jessica la “cerebrito” era una loca obsesionada con experimentar TODO; en el cole era casi leyenda cuando, para un trabajo de estadística, sedujo a 20 chicos en una semana para después invitarlos a su casa,… y súbitamente empujarlos vestidos a la piscina. ¿Qué quería averiguar?,… “el porcentaje promedio de tiempo en que tarda un chico en romper con su novia, tras que ella le tire a una piscina”. Es decir, Jessica estaba completamente loca, y con una borrachera tremenda, nos quería embarcar a todas en un loco experimento:

- ….Pero, ¿cómo se experimenta eso? -, preguntó finalmente Lupe.

Entonces Jessica se calló, nos miró, sin más, se quitó la camiseta que llevaba, quedándose en sostén, para luego tirar lejos su prenda, soltando un gritito; ¡el alma me volvió al cuerpo: pensé que propondría una locura y sólo haríamos una travesura!,…

- ¡Las chicas listas también son hot, WOOOOOWWW!!!! -, exclamó mientras tiraba su sostén.

Como unas locas, todas comenzamos a gritar eufóricas; en un instante, nuestras camisetas y sostenes salieron por los aires. Sintiéndome “parte del grupo”, yo me apresuré a seguirlas, mientras todas azuzaban, presionaban y hasta insultaban a la pobre Lupe: ella dudaba en hacerlo o no. Poco rato pasó para que jeans, calzoncitos, medias y hasta zapatillas despareciesen. Fue liberador y muy divertido, lo admito, pero cuando las cuatro ya estábamos desnudas, sentadas en círculo, el silencio se apoderó de nosotras: se podía sentir la electricidad en el ambiente. Todas nos dedicamos por un buen rato, a admirar nuestros cuerpos desnudos mutuamente, compartiendo miradas cómplices.

No sé por qué –por primera vez en mi vida-, yo no me sentía para nada incómodo con mi cuerpo “común y corriente”,… tal vez era por el extraño placer que sentía, de ver las miradas de mis amigas posadas en mí. Yo tampoco lo pasaba mal regalándoles unas pícaras y contenidas miradas de disfrute a todas ellas; desnudas, las tres me eran muy atractivas: Jessica dejaba de verse mandona y aburrida. Sus tetitas juveniles, paraditas, de pezones erectísimos y oscuros, era lo primero en que se posaba mi mirada. Su melena larguísima caía deliciosamente sobre sus hombros, enmarcando su piel blanquísima y pecosa; no tenía vello en absoluto, haciéndome desear ver su rajita, casi invisible al estar con las piernas juntas. Magali por el contrario, atraía las miradas de todas: su piel morena y suave como durazno, se contrastaba notoriamente por sus pechos anchos y más grandes que los de todas, que lucían unos pezones de aureolas enormes, oscuras y erectas por completo. Su culo parado, sus caderas anchas, no parecían de una adolescente, y casi no podíamos dejar de ver todas su coñito velludo y sus notorios labios vaginales encarnados. La tímida Lupe, mientras tanto, trataba de cubrirse nerviosa, mientras le veíamos con deleite: sus tetitas eran lo más perfectas y redondas que he visto en mi vida, coronadas con unos coquetísimas y diminutos pezones rosa encendido, al igual que sus labios; su cinturita estrecha antojaba a abrazarla, al igual que daban ganas de chupar su diminuto ombliguito. Pero lo mejor de nuestra tímida amiga era su culo y su vello púbico: ¡lucía una hermosa almohadilla dorada, que casi parecía de peluche, ocultando su coñito!. Su culito era estrecho y casi por completo cubierto de pecas. Creo que hablo por todas: por las miradas que nos dimos, todas estábamos disfrutando hasta excitarnos, de ese exhibicionismo compartido.

Jessica nos propuso que nos quedemos así, desnudas y que terminemos las dos botellas de vino restantes. Nadie se opuso; parte por que lo estábamos disfrutando y en parte por que no nos parecía nada malo ¡total, éramos puras chicas!. Cuando descorchamos una nueva botella de vino, Jessica se paró y nos propuso algo que se le había ocurrido:

- ¡Ya sé: hagamos algo más!; un juego. Escojamos todas una carta al azar. Las que saquen las dos cartas más bajas, pierden. Su castigo es hacer la pose que esté en la carta más baja; las otras dos decidimos si lo hicieron bien. Si no lo hacen igual, beben doble.

Era una idea demasiado atrevida, pero ya todas estábamos tan ebrias que haríamos cualquier cosa,… salvo Lupe: se caía de borracha y hacía buen rato se mostraba turbada y como que se comportaba un tanto extraña.

- ….Yo,… no me siento bien,… -dijo-, jueguen ustedes,… yo me voy a dormir,…

Parecía como que no podía mantenerse sin cruzar las piernas, sudaba y su cara se notaba enrojecida. Pensé que era por efecto de la bebida. Jessica soltó una mueca de disgusto al verla así, sin interés de continuar con su “experimento”:

- ….¡Bah!; toda la vida has sido una cobarde. Si quieres irte, toma esto-, y le tendió un último vaso con vino.

Lupe estaba tan descompuesta que haría lo que sea por retirarse, así que se lo tomó de un golpe y se fue caminando como pudo, hacia le dormitorio. Ni siquiera se llevó su ropa. Así quedamos solo las tres para “jugar”. No había marcha atrás; como en todo juego de chiquillas, nos motivaba el no querer ser tildadas de “cobardes”. En el primer lance, tuve suerte: la reina de diamantes me salvó. Jessica y Magali debían “posar” para mí: Magali “a cuatro patas”, enterrando la cara en el piso y alzando su enorme culo, mientras Jessica debía abrirle las nalgas y acercar su lenguita a su coñito, como si le lamiese la raja y el ano.

El ver a las dos en tal posición frente a mí hizo que mi coñito se mojase irremediablemente: podía yo sentir cómo sendas gotas de mis jugos se formaban entre mis labios vaginales, mientras veía el apretadito ano de Magali, y la lengua puntiaguda de Jessica, a menos de un centímetro de su raja; tras que “dí mi veredicto de jueza”, aprobando a las chicas, tomamos una copa cada una y volvimos a escoger cartas. La suerte me favoreció de nuevo, y empezaba y a disfrutar el delicioso espectáculo que las chicas me regalaban. La pose que les tocaba reproducir era mi favorita: Jessica se recostó frente a mí, dejándome ver su delgado e incitante cuerpo en primer plano, apoyada en un codo, y recogiendo una pierna, permitiéndome ver por fin su rajita diminuta y depilada; Magali se acostaría atrás suyo, le tomaría con una mano una teta y con la otra abriría los labios vaginales de Jessica, mostrándome así, su más profunda intimidad.

¡El corazón casi se me salta del pecho, cuando los dedos de Magali le separaron sus labios para mí!,… su raja rojiza estaba completamente mojada, casi chorreante. Los pechos de Jessica subían y bajaban sin parar, mostrando su excitación al sentir la mano de su amiga, tocando su coño virgen. Las tres estábamos a mil por hora, pero algo nos impulsaba a ir más allá aún. Cuando me preguntaron si lo hacían bien, revisé la carta: en ella se veía a la actriz porno a la que le abrían la concha, besaba en la boca a su compañera; se lo hice saber a Jessica. Ambas accedieron, ya que habíamos quedado que “simularíamos las poses” y nada más.

Mi cuerpo se estremeció por completo a ver a las dos acercando sus labios: iba a ser el primer beso lésbico que iba yo a ver en mi vida. Los labios de Jessica temblaban al acercarse a los de Magali,… pero nada pasó: de golpe se soltaron, riéndose con carcajadas nerviosas. Como yo era la juez, dictaminé que Magali al último instante dejó que la concha de Jessi se cerrase de nuevo; por tanto, habían perdido. Protestaron, pero cumplieron en beber cada una dos vasos. Sabía yo que era mentira, pero quería verlas más borrachas,… quería yo ver más,…

A la siguiente ronda, me tocó perder, junto con Magali. Mi pose-castigo era complicada: Magali debía clavarme de cabeza en el piso, agarrar mis piernas abiertas, y doblarlas de modo que mi culo y mi raja queden expuestas por completo, y acercar luego ella su lengua a mi conchita; ¡me estremecí cuando Magali me tomó por los tobillos y me obligó a casi tocar con mis pies mi cabeza, mientras mi conchita mojada y mi ano apretado quedaban ante sus ojos!!!,… tenía ganas de llorar: me sentía completamente a su merced; me desesperaba estar así, mostrándoles mi virginal intimidad. Estaban ellas borrachas, y notoriamente excitadas,.. temía que se ensañasen conmigo.

Respiraba yo agitadísima, asustada; ¡se me saltaron las lágrimas, cuando sentí el caliente aliento de Magali, en contacto con mi raja mojada!!; cerré los ojos mientras escuchaba las risas de las chicas, acercándose las dos para ver mis agujeros:

- …Mmmm,… -exclamó Jessica, mirándome complacida-, ¿te gusta, Natalia?,…
- …¡NOOO!,… -sollocé desesperada-,… ¡suéltenme; no me siento bieennn!!!!,…

Tras unos instantes que me parecieron eternos, y en los cuales casi pude ver la lengua de Magali en contacto con mi clítoris, finalmente me soltaron: reían tras ponerme en ese trance. Jessica me tendió un vaso lleno; era mi castigo:

- ¡Salud, Natalia je,!... –exclamó Magali satisfecha-, no te íbamos a hacer nada: sólo queríamos saber si era cierto lo que decían de ti,…
- …¿Qué?,..
- En el cole todos te creen una lesbiana enferma,…- agregó Magali, mientras bebía de su vaso-, pero vemos que no es cierto; ¿sabes?, nos caes bien: te respeto,…

“Te respeto”,… esa frasecita. Demostraba que las chicas ya estaban borrachas a más no poder: al nivel “del te respeto” (“…¡eres mi mejor amiga, hip,.. te quiero, te estimo , TE RESPETO!,…”; a cuántas borrachas les había oído yo lo mismo) Mientras trataba yo de reponerme de mi agitación, un ruido insistente captó mi atención: desde el cuarto se escuchaban sollozos. Era Lupe.

- …Yo también te estimo, Naty,…salud,… -me dijo entonces Jessica, mientras bebía, y se refería a los sollozos que venían del cuarto-, por eso no te hice lo que a Lupe,…

¡Se me escarapeló la piel cuando me dijo qué le habían hecho a Lupe!; la loca de Jessica, esa loca por experimentar, había puesto un afrodisíaco en el vaso de Guadalupe “solo para ver sus efectos”; ¡lo iban a usar en mí, pero cambió de opinión, al ver que Lupe no quiso “jugar”!,… ¡esa tipa era una perfecta enferma!!!. Sin importarles a las dos el motivo por el cual Lupe lloraba, decidieron hacer un último reto, para terminar con toda la bebida que quedaba. Accedí de mala gana a ese último lance con esas tipas que eran capaces de hacerle eso a “su amiga” por diversión. Nuevamente gané y las chicas debían recrear una pose para mí: un “69”.

Tomé aire y me dispuse a ser juez de su representación: riéndose, Jessica se acostó boca arriba en el alfombrado, abriéndose de piernas. Sus pechos erectos por completo apuntaban hacia el techo,... las pecas de su pecho captaron mi atención de inmediato. Magali, con algo de torpeza, tardó en decidirse a encaramarse encima del cuerpo de su amiga, alzando su culo enorme y redondo, para posarlo luego casi sobre la cara de Jessica; ambas rieron nerviosamente, al sentir sus tetas juveniles entrar en contacto mutuamente con sus vientres. Finalmente Jessica dobló sus piernas, casi hasta aprisionar la cabeza de Magali, mientras con sus brazos abrazada su culo moreno y delicioso; yo miraba absorta, excitadísima la escena: ambas respiraban profundamente, mientras acomodaban sus cuerpos desnudos una contra la otra. Las tres estábamos muy excitadas: el olor a sexo de hembra joven se sentía con claridad en toda la sala,... los coños de nosotras tres estaban mojadísimos por la situación,… y entonces pasó: no sé quién fue la primera, pero de hecho una tímida lenguita rozó por primera vez el coño de una de ellas en ese instante:

- …Mmmm,… ¡ahh!,…
- ….Mmmhhh,…

¡Me quedé de una pieza: se estaban comiendo el coño la una a la otra frente a mí!!; manos temblorosas que se asían a piernas y nalgas, tetas que subían y bajaban con cada suspiro,… piernas temblorosas que se contraían a cada instante, gemidos y suspiros apagados; todo eso frente a mis ojos. Podía ver desde donde estaba sentada, cómo la melena ondulada de Magali se hundía con desespero en la deliciosa entrepierna de Jessi, mientras que el rostro pecosito de la última se perdía de vista, casi devorado por el culo de su amiga,…mmm,… no lo pude aguantar: comencé a masturbarme; todo mi cuerpo ardía. Las “cerebritos” del cole me estaban regalando el espectáculo de mi vida y no les importaba: estaban disfrutando tanto de sus lenguas y conchas calientes, húmedas, que se habían olvidado de mí. Mis jugos salían de mí sin cesar, mojándome por completo la mano: podía y quería que tan delicioso espectáculo durara por siempre, pero pasado un rato, me puse de pie desesperada; “algo” me decía que me retirase, que eran dos hembras amándose por primera vez, y que yo estaba demás. Cuando caminé hacia el dormitorio, pude ver el espectáculo que era ver el rostro de Jessica, casi “comido” por la ancha y jugosa entrepierna de Magali, mientras la lengua de Jessi recorría una y otra vez su raja rojísima, regalándole todos sus jugos, y que ya le bañaban todo el rostro.

Me encerré en el baño, donde acabé de masturbarme hasta llegar: lloré de cólera de no tener alguien quien me diera el placer tan divino que esas dos se estaban dando en la sala. Me puse mi pijama (un polo largo y mis bragas), y entré al dormitorio de nuevo: en una cama, hecha un ovillo dentro de las sábanas, estaba Lupe, aún sollozando. En la otra cama, Jessica y Magali, frotaban sus cuerpos desnudos, besándose con pasión, en medio de la penumbra. Por culpa de Lupe, tuve que ocupar el lado de la cama que compartíamos, y era el que daba precisamente hacia las amantes fogosas: tendría que verlas mientras el sueño llegaba,… si es que llegaba.

Frente a mis ojos, sus cuerpos se contoneaban, fuertemente trenzados por las piernas: fuera de sí, las chicas frotaban sus coñitos el uno contra el otro, jadeando con fuerza, casi llorando de la desesperación, al sentir ellas –me imagino-, la inminencia de potentísimos orgasmos. No sé si estaban muy borrachas o excitadas al extremo, pero lo que sí era seguro, era que no les interesaba en lo más mínimo que yo las viese, ni que Lupe las oyese; con un loco desespero, casi se tragaban la una a la otra con la boca, besándose, lamiéndose como si en eso se les fuese la vida,… los pezones diminutos y paraditos de Jessica se frotaban sin cesar contra las firmes tetas de Magali,… los gemidos de ambas se volvían cada vez más fuertes y vehementes,…¡bastaaa: me estaban reventando la cabezaaaa!!!

Casi al borde de las lágrimas, yo me aferraba a las cobijas, casi loca del desespero: “quería yo ya no ver”, y veía,… mientras sentina como mi calzoncito se inundaba de mis cálidos jugos: de pronto unas terribles tenazas se apoderaron de mis nalgas; ¡era Lupe, que completamente descontrolada trataba de bajarme las bragas!!!. Temblé hasta casi convulsionar, al sentir como la antes pequeña y tímida Lupe, ahora frotaba con loco desespero sus piernas contra mi cola, meneándose como un animalito desesperado,… ¡como un perrito tratando de coger!!; sin poder dejar de ver a las otras chicas haciéndolo, traté de zafármela de encima, soltándole puñetazos, pero fue en vano: la droga la tenía como loca; una y otra vez saltó sobre mí tratando de besarme, enlazando sus suaves piernas con las mías,… ¡sobando con desespero su mata frondosa de vello, ya completamente húmeda, contra mi culo!!!

La cabeza me hervía, hasta casi el desmayo: excitada yo al máximo, “quería y a la vez no quería”, pero nadie haría nada por mí, en ese cuarto. Tras un esfuerzo casi sobrehumano de mi parte, tiré con violencia a un lado a Lupe, casi aventándola de la cama; como una fiera volvió a la carga, pero esta vez, por debajo de las cobijas: ¡casi pegué un grito de pavor y de gozo, al sentir como si algo vivo se moviese dentro de mi concha!!!!

- ….¡Ohhhhhhh!!!!,…

Lupe, fuera de sí, se había prendido de mi culo y, separándome mis nalgas, pero sin dejar de aprisionarlas, hundió su cabeza en mi entrepierna; ¡quedé paralizada del pánico al sentir su insaciable y desenfrenada lengua, recorriendo a su gusto mi más profunda intimidad!!!. Como deseando sorberme por completo, Lupe me lamía como loca, de adelante hacia atrás, recorriendo con su lengua desde mi raja hasta mi ano, en el introducía la punta de su lengua: solté a llorar, viéndome imposibilitada de zafarme, mientras todo mi cuerpo era recorrido por oleadas de placer hasta casi la frontera del dolor; casi de inmediato, una marea salió de mí: estaba teniendo yo un potentísimo orgasmo, bañándole de golpe toda su carita de niña buena,… no podía dejar yo de llorar y Lupe no cesaba de comerse mi coño y mi ano. Me sentía avergonzada por haberme venido, y por sentirme casi violada, al tener mi primera experiencia sexual, y con otra chica. Jessica y Magali ni siquiera se percataron de la situación: estaban entrelazadas en un salvaje “69”, arrancándose gritos la una a la otra, metiéndose con fuerza los dedos en sus ya no virginales vaginas. No paré de llorar casi en ningún instante: Lupe y su boca divina, me hicieron llegar varias veces más, hasta dejarme rendida e inconsciente.

A la mañana siguiente todas nos vestimos casi inmediatamente de despertar: el desayuno fue en medio de un sepulcral silencio. Nadie dijo nada hasta que enfilé a la puerta, para irme de una vez a casa: “Aquí NUNCA pasó nada”-, me espetó con rudeza Jessica. Nunca dije nada a nadie: no deseaba yo tampoco que eso se supiera. Al poco tiempo, el grupo de las “cerebritos” se quebró irremediablemente: Jessica y Magali se volvieron inseparables (de hecho, aún lo son y viven juntas) De golpe y sin que nadie se lo explicara, las tres mejores alumnas de la promoción pasaron a tener notas poco menos que mediocres,… imagino que tenían otras cosas en mente; y con respecto a Guadalupe, se convirtió para mí en un martirio: casi de inmediato comencé a recibir “regalos”,… tarjetas con pensamientos y frases de amor, cartitas con poemas, “collages” plagados de corazones y mi nombre por todas partes: todos anónimos, pero sabía bien que era ella. Me costó mucho trabajo quitármela de encima, y tuve que recurrir al extremo de tener en el colegio un “novio”, pero eso, ya es otra historia.

(CONTINUARÁ,..)

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