27 jul 2011

Abre las piernas



Un relato de: Krakkenhere.

No paro de temblar ni un instante; no sé por qué no me pongo de pie y salgo del cuarto. Es como una vocecilla dentro de mí que me dice: “hazlo, hazlo, hazlo,….”; parte de mí está completamente aterrada,… y la otra parte, muere de ganas de seguir adelante. Sus dedos se prenden de mis braguitas y las deslizan lentamente por mis piernas a medias recogidas. Él no dice nada; solo suelta una exclamación de placer,… como cuando uno se le da una probada a un delicioso postre: ahora ya estoy completamente desnuda ante sus ojos.

Levanto una rodilla: trato de tapar mi “cosita”, pero es peor: por abajo mis nalguitas quedan expuestas y él se sonríe. Trato de tapar mis pechos, pero más que desanimarle, parece que eso más bien le gusta. Retrocedo y me apoyo contra la cabecera de la cama. No dejo de temblar, mientras me mira. Su mirada recorre todo mi cuerpo, muy lentamente. Una rara sensación me recorre: es como un escalofrío, pero muy placentero; casi como si su mirada “me acariciase” toda. Mis mejillas están muy calientes, casi me abrasan: él está desnudo también, arrodillado al pie de la cama: jadea como desesperado. Me distraigo un instante y mi brazo desciende un poco, haciendo que uno de mis pechos quede expuesto apenas, a su mirada. Me mira el pezón y se ríe complacido. Yo me avergüenzo, pero no puedo impedir que mi pezón se endurezca, antes de taparlo de nuevo.

Respiro muy agitada: no paro de mirarle,… bueno, de mirarle su “cosa”: es inmensa, gruesa, nervuda, de un color rojo tirando a morado,… la miro como si me tuviese hipnotizada, atenta yo a cada movimiento suyo. Mi cuerpo tiembla, casi sin control, mientras pienso en que me va a doler, que me va a partir por dentro, que es demasiado grande para mí, que debo evitar lo ya inevitable,… pero no puedo: esa vocecita dentro mío me lo impide (“hazlo, hazlo, hazlo,….”, me dice sin parar)

- Abre las piernas,… -, me dice él.

Sin dejar de cubrirme los pechos, separo mis piernas un poco; “ahí abajo” me siento húmeda; ¡me da vergüenza que él me mire así!; siento como si se acumulasen muchas gotitas de humedad y se juntasen rápidamente: siento como si me fuese a orinar,… y todo eso, solo por sentir su mirada, clavada en mi parte más íntima. Él se acerca gateando a mí, casi poniéndose encima mío, mientras su grueso aparato no deja de apuntarme. Respiro nerviosa. Suspiro. Ya no hay vuelta atrás,…

- Abre más las piernas, mamita,…
- Si, tío pepe,…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...