6 jul 2011

Todo por mi Javichito



Un relato de: Krakkenhere.

Si les cuento esto es por que mi psicoanalista me ha recomendado que saque todo lo que llevo adentro, ¡me muero, qué hago yo escribiendo en está página, a desconocidos!!!,… ¡si mis amistades se enteran, me muero, me muero!!!,… en fin, acabemos con esto: me llamo Graciela Emperatriz Corcuera-Verlaochaga, viuda de Hamsel (el gusto es de ustedes,..); soy una damas respetable,… que nunca pensó en pasar por lo que estoy pasando, si no hubiese sido por los malditos curas (¡como los odio!!,…) Desde que enviudé, mi vida ha sido dedicada por entero a mi hijito: mi Javichito. Nunca le ha faltado nada, gracias a la herencia de mi familia y a la previsión de su padre (…que de Dios goce,…) En resumen, al terminar el colegio, pensé que mi Javichito iba a hacer lo que debía, en base a lo que habíamos planificado para él, desde que era un bebé: acabó como primer puesto en el mejor colegio de la ciudad (hubiese preferido algo mejor, pero no había; en fin,…); ¡cuando entró en la Universidad, a Medicina, casi me muero de la emoción!! Todo era divino en nuestra vida, felices en nuestra mansión,… hasta ese maldito día (suspiro) ¡Una se hace tantas ilusiones!; que tu “bebé” se vuelva cirujano plástico, busque una damita de sociedad (no sé,… la hijita de los O’Connor,…); te llenen de nietos y te cuiden de vieja,… ¡pero noooo!,… ¡eso nooo!!!, ¡MI JAVICHITO QUERÍA HACERSE CURA!!!

- …Es mi vocación, Mami,… -me dijo durante la cena, mientras yo me moría, viendo todas mis ilusiones hechas polvo-,… mi asesor espiritual me lo ha hecho saber,… dejaré la universidad a fin de semestre,…

Desde ese instante me opuse de rotundo: grité lloré, pataleé, e incluso le amenacé con desheredarlo, ¡pero nada!, mi Javichito erre con erre en ser cura. Comencé a odiarlos con toda mi alma: ¡cómo me podían hacer esto!, ¡YOOO, que mi bisabuelo Don Melchor cubrió de pan de oro todo el altar de la catedral!, ¡YOOO, que todas las navidades les mando un cheque para sostener a todos esos bastarditos,…! (ejem,… perdón: “huerfanitos”) De más esta contarles cómo sufría: pasé dos semanas completitas tirada en cama, llorando a lágrima viva, sin recibir a nadie, y apenas durmiendo; las peores pesadillas me llenaban la mente a cada segundo: ¿sería posible,… que mi Javichito no fuese ya “hombrecito”?, ¿acaso estos sotanudos de miércoles, lo querían con ellos,… por otras cosas???,… ¡claro; si son unos pervertidos: con su metro ochenta y nueve de mi Javichito, con su musculatura de surfista, sus ojos azules como su padre, su cabello ensortijado y castaño (al igual que el mío),… y como mi “bebé” es estudioso, timidíto –nunca ha tenido novia-,…. ¡claro: apenas le vieron el culito de piedra de mi Javichito, esos pervertidos se le querían echar encima!!!!!, ¡¡NO, NO, NO, NO!! Tenía yo qué hacer algo, y solo tenía tres semanas antes del fin de semestre.

Lo primero fue fácil: cerré las puertas de la casa a todo cura, sacristán, miembro de comunidad y/o “bicho” que se les pareciere (hasta mis amigas del Círculo de oración,…) Javichito protestó hasta llorar, pero no pudo conmigo: menos mal que mi hijito no tenía el carácter de su difunto padre,… Luego empecé –con ayuda de algunas amigas de confianza-, a llenar la casa con todas las “niñas bien de la ciudad”,… ¡PERO NADA: Mi “Javi” las terminaba aburriendo hablándoles de oraciones y religión! Luego, aconsejada por Martina –mi sirvienta y única confidente-, accedí a que vengan a la casa (¡agh, que asco!!,…), todas la nenas de buena familia de la ciudad,… ¡pero que tenían la peor reputación en toda la “High Society”!!; ¡casi me muero: ERAN UNAS ZORRAAAS!!!, ¡llegaron vestidas como las más zorras de entre todas las más zorras que una ve en las calles!! En fila las recibí y las encerré con mi nene en el salón de juegos de la casa,… y con el bar abierto. No me importaba que “de un braguetazo” una de esas busconas de apellido le echasen mano a mi fortuna familiar: ¡PERO LOS CURAS NO!! Miré el cuadro de mi abuela y me persigné, pidiéndole perdón por meter en la casa a esa gentuza. Una a una vinieron de visita esas vulgaronas, ¡pero era inútil: mi Javichito seguía en sus trece! La última “perrita de sociedad” salió del salón hecha una furia, mientras se ponía el diminuto top que apenas cubría sus enormes tetas siliconadas.

- … Pero,… pero,… ¿ya te vas hijita?,… -, le pregunté azorada.
- Mira tía Gabriela, es por gusto,… -me replicó indignada (si: era mi sobrina, ¡qué vergüenza, Dios mío!,…)-,… ¡tu “nenito” es un marica!!,…

¡Casi le arranqué todas esas greñas rubias con raíz negra que llevaba por pelo!!!,… pero en fin, creo que fue por desahogo: no encontraba yo solución a mi problema. Ya encerrada en mi habitación, y casi embotada de tranquilizantes (Martina me los consigue de dónde sea: incluso esas “pastillitas verdes” que me relajan tan bien y que no venden en ninguna parte,…), comencé a dejar de llorar y a pensar en una solución con mi sirvienta.

- …Ni modo, Señora,… -ni dijo-, ¡a buscar otras “voluntarias”!,… ¿y si contrata putas?,..
- ¡Ni loca!, ¿y si me “desgracian” a mi “bebé” con una enfermedad?,…oye, ¿y tú?,…
- ¡Que vá, Señora!!,… Javichito desde niño, poco más y me ha visto desnuda más que a usted,… y nunca se le “paró ni un pelo”,… además: usted no estará satisfecha a menos que le consiga una igual a usted,…

Las palabras de mi sirvienta me dejaron de una pieza,… y si,… ¡NO, NO NO!!!, ¡Eso está mal Gabriela: NI SIQUIERA LO PIENSES!! Algo debió ver en mi mirada Martina, ya que me puso una carota y parecía que estaba a punto de mandarme un sermón, ¡y yo que estaba para sermones! Le ordené que se retirara de mis aposentos. Ya completamente sola, la cabeza me empezó a dar vueltas sin control, mientras yo me observaba al espejo: tengo 40 años, pero siempre todos mis conocidos me han dicho que los llevo inmejorablemente bien; nunca he requerido de cirugías ni tratamientos especiales, y pese a eso mi piel es blanquísima y lozana. Solo tuve a mi Javichito, y tal vez por eso, la forma de mi cuerpo es más que deseable; mis pechos son muy grandes, carnosos y bien parados, y si a eso le suman mis anchas caderas y piernas torneadas, me sé perfectamente apetecible para cualquiera (mientras me miraba al espejo, recordaba a ese cirujano que no podía dejar de tocarme, en la fiesta del Yacht Club del año pasado)

Me puse de pie y me fui directo al espejo de mi velador: me sentía completamente extraña, no sé,… el cuerpo a la vez me vibraba y me ardía, ¡Ay Dios, en la cabeza me daba vueltas hacer una barbaridad, y yo me sofocaba, sintiendo mi “cosita” mojadísima, COMO HACE AÑOS NO LA SENTÍA!! Tras una ducha bien fría, traté de dormir, pero fue en vano: unas horrendas pesadillas me lo impidieron; ¡veía a mi Javichito, desnudo, revolcándose con tipos horrorosos, gordos, clavos, enfermos!!! (igualitos al padre José, el cura del barrio) Apenas aclaró el día, me decidí: no lo permitiría,.. así tuviese que hacer lo indecible.

Comencé mis preparativos: me pasé toda la mañana en el spa y luego en el salón de belleza; ¡casi muriéndome de miedo -sentía como si todos supieran lo que iba a hacer-, compré un precioso y carísimo conjunto de ropa interior! Ya en casa, casi me peleé con Martina y la despaché contra su voluntad, con la expresa orden de no volver hasta el lunes. Ya sola en casa, bañadita, maquillada y bien mona yo, me enfundé unas pantyes a media pierna, me calcé un liguero, unas braguitas diminutas y de encaje y un apretadísimo baby-doll tipo corsé: todo en color blanco. Tras abrigarme con una bata de seda que hacía juego, me recosté en mi cama, aguardando que mi “bebé” regrese de la calle. Mientras la tarde oscurecía, me dediqué a vaciar tres sendos vasos del whisky selecto del abuelo (¡puaj!, ¿desde cuándo guardábamos eso?!,…), en tres sorbos yo ya estaba casi completamente “grogui”.

Ya casi a las siete, mi Javichito llegó a casa. Alzando la voz le ordené que viniese a mi alcoba. Mi pequeño entró apenas abriendo la puerta, medio muerto de miedo; como lo había tratado tan mal en las últimas semanas, no era para menos su actitud.

- …Mami,…
- Entra Javi,… -le dije sin soltar la copa medio vacía y mostrándome ante él visiblemente ebria-, entra y siéntate.
- Si, mami,…

¡Temblaba yo como una hoja y a la vez no podía dejar de ver a mi hijito, esforzándome para verlo con “ojos de mujer”!! Javichito como si nada, mostrando su eterna inocencia –¡de la cual querían aprovecharse los sotanudos esos!,…-, se sentó en una silla al lado de mi cama, obediente; ¡no sabía yo por dónde ni cómo empezar!, mientras tenía yo la cabeza hecha un lío, no dejaba de recorrer con mi mirada, en silencio, el cuerpo lozano y juvenil de mi hijito,… y sintiendo como si “algo” me estuviese hirviendo,.. allá abajo,… entre mis piernas.

- Toma y bebe, Javi,… -, le dije entonces, acercándole una copa de whisky.
- …No bebo, mami,…. –me replicó con esa cara de reprobación que yo odiaba-,… mi confesor dice,…
- …¡Tómatelo todo, Javier!!,… -le ordené casi histérica-, ¿qué no puedes complacer a tu madre?; ¡tómatelo todo: obedece a tu mami!!!,…
- … Si, mami,…

Javichito me obedeció entonces y apuró un trago; quedé complacida a medias, puesto que no tardó casi nada en toser, dar de arcadas y hacer todo tipo de muecas de asco. ¡Demonios! –pensé-, ¿por qué todo con mi Javichito tenía que ser tan difícil?,… ¿por qué no me salió como su padre (que en paz descanse,…), borracho, pendenciero y mujeriego? En fin, dispuesta ya a llevar todo esto al final, volvía llenar la copa del nene y la mía y,… como toda dama respetable,… comencé a darle vueltas al tema; vaciando copa tras copa, comencé a hablarle a mi Javichito acerca del amor y del romance,… hasta terminar rememorando todo tipo de anécdotas de cuando conocí a su padre; ¡en un instante me sentí transportada a una época divina, en la que yo era joven, bellísima y deseada!!!; yo volaba en recuerdos, recordando a mi marido,… alto,… musculoso,… enfundado en su uniforme de cadete naval,… ¡mmm!, correteándome, metiéndome la mano entre las piernas,… ¡ohhh!,… buscando sin cesar hacerme suyaaa!!!,…¡mmmh!, ¡TODOS ESOS RECUERDOS ME PONÍAN CALIENTEEE!!!

Javichito mientras tanto pasaba poco a poco, de mirarme con reproche a reírse de todo lo que yo le contaba, por efecto del alcohol. Yo por mi parte, movía sin cesar, nerviosamente, mis piernas que aún ocultaba bajo las cobijas (la verdad es que frotaba mis piernas una contra la otra,… excitada) Casi sin darme cuenta, comencé a sacar mis piernas,… para luego dejar que mi bata de seda lentamente se abriese, par a continuación tornearlas frente a mi hijo; al principio mi Javi se incomodó, pero luego acostumbrarse (¡yo era su madre!) ¡La cabeza me daba vueltas: LO ESTABA HACIENDO,.. Y LO IBA YO A HACER!!! Sintiendo mi rostro hirviendo (de vergüenza y de excitación), pasaba en un instante, de pensar en mis ancestros (¡que los Corchera, los Verlaochaga, y los Hamsel me perdonen!,…), dí el último paso: necesitaba yo algo que me diese valor,… y la borrachera, aunada a mis recuerdos, me la dio finalmente:

- Javi,… -le dije ya ebria-, hazle un favorcito a tu madre: abre el ropero,…

Medio tambaleándose de borracho, mi Javichito fue al mueble y abrió la puerta: ahí yo guardaba el uniforme de marino de su padre; le pedí que lo sacara y se lo probase. Al principio el nene se rehusó, algo extrañado por la propuesta, pero rápidamente lo hice que obedeciera: le dije que quería ver si ya tenía la talla y la contextura de mi marido. Como un juego aceptó la mentira; ¡casí me descontrolé, al pedirle que se cambie de ropas en el baño de mi alcoba!

Desde mi cómoda cama de sábanas de seda,… y me revolví ansiosa, viendo a mi Javichito –con ayuda del espejo de mi velador, y sin que él se diese cuenta-, desnudándose: ¡mi madre; ni pequeño había crecido,… Y DE QUÉ MANERA!!!, mordiéndome el labio, disfruté viéndole su culito, redondo, apretado,… y que se notaba bien durito. Mientras se quitaba la camiseta que llevaba, sentí yo un tremendo cosquilleo, aunado a una imparable oleada de humedad en mi intimidad; ¡había desarrollado unos pectorales perfectos, fimessss,… ohhhh!!!!

Al poco rato salió del baño: yo ya le esperaba de pie junto a la cama y sin parar de beber:

-…Listo mamy,… ¡hip!,… ¿cómo me queda?,…-, me dijo sonriente.

¡Me lo quise comer a besos en ese preciso instante: era idéntico a su padre cuando lo conocí! Ya descontrolada, y olvidando ya por completo lo que me motivaba a llegar hasta ese trance, le rogué que me permitiese arreglarlo: le abotoné la casaca con galones y medallas, y saqué el resto del uniforme, y se lo puse lentamente, acariciándolo,… como una esclava acicalando a su amo; le puse el fajín, los guantes albos, los divinos zapatos blancos que áun guardaba y la gorra esa, que tan gallardos pone a los oficiales de la marina, ¡hasta le puse al cinto la espada que conservaba yo con tanto celo!, Lo miraba ebria de deseo, sonrojada al máximo y sintiendo que ya no aguantaba la humedad entre mis piernas y mis pezones tan erectos que casi me dolían.

- Te ves divino, cariño,…- le dije, ya sin diferenciarlo de mi marido-, ven,…. Baila con tu mamy,…

Llevándole el paso, poco a poco, hice que mi Javichito bailase conmigo un antiquísimo bolero que se dejaba escuchar en la alcoba; ¡Dios: las manos me temblaban mientras las tendía hacia sus firmes hombros entorchados, acariciando temblorosa al máximo, la suave tesitura del uniforme!!, ¡la cabeza me daba vueltas, mientras forzaba a mijito a que me tome por la cintura, firmemente -¡como a mí me gusta!-, obligándolo a apretarse contra mi cuerpo de hembra ardiente!!!,…poco a poco dejaba de llevar yo el paso del bolero,… mientras pegaba mi mejilla contra su pecho, ebria de deseo.

Casi al final de la tonada, sin pensar en nada, me fui de frente hacia “el punto sin retorno”, ¡como una zorrita ansiosa, comencé a frotar mis piernas contra las de Javichito!, ¡suspirando desesperada, dejé caer mi bata, quedando ante él, apretada contra él, solo vestida apenas de seda y encajes, deseosa!!! ¡en ese instante, mi cabeza explotó: ¡SENTÍ CONTRA MI VIENTRE LA PRESIÓN DE UNAINMENSA VERGA QUE CRECÍA MÁS Y MÁS!!!

Javichito me tenía apretada por la cintura, viendo absorto mis enormes tetas casi desnudas ante sus ojos; la música había terminado y estaba colorado de vergüenza por lo que veía y por su fortísima erección:

- …Mammy,… -me dijo casi llorando-, …tu bata se cayó,…

¡Me le fui encima como una demente!!, ¡no le dí tiempo a reaccionar: me arrodillé y casi de un zarpazo, le abrí el pantalón y le saqué afuera su verga erecta: ¡ERA ENORMEE!! No lo pensé: la tomé con ambas manos y me la metí completa en la boca; ¡Dios santo: me la metí hasta las amígdalas, era deliciosa, divina, gruesa y cabezonaaa!!! ¡Como una demente, como una enferma se la chupé a toda velocidad, hasta la base, abriendo la boca como nunca en mi vida, embarrándosela con rímel por completo, chorreando por toda mi boca saliva sin pararrr!!!!

- ¡Mamáaaaa, NOOOO!!!,…. ¡AHHHH!!!,….
- …¡Glub!,…. HUMMMM!!!!,… ¡HUMMMMM!!!,…

Mi Javichito convulsionaba como loco, mientras yo me atoraba la garganta con su pieza de carne, caliente como la lava y durísima, palpitante, dentro de mi boca. Loca, desesperada por el deseo, gozaba sintiendo como me ensanchaba por dentro, mientras mi saliva caía goteando por mi barbilla; ¡mi hijito me estaba haciendo voltear los ojos de gustooo!!!,…

- ….¡OOOHHH,…. OOOHHH!!!,… - gemía Javi, mientras yo le succionaba con desespero, la cabezota de su verga, mientras le apretujaba los huevos con una mano-,… ¡mami,…. MAMIIII,… OOOHHH!!!!,…

Completamente fuera de mí misma, le bajé de un tirón los pantalones; en instantes le reventé los botones del saco, dejando expuesto su viril y juvenil torso. Sin hacerle caso a sus súplicas azoradas, me prendí fuertemente con la mano de su gruesa pieza y jalándolo hacia mí, le obligué a seguirme a la cama; ¡como una zorra me acosté y me abrí de piernas para mi hijito!!!,… el diminuto calzoncito que llevaba puesto se me introdujo en mi raja mojada, ¡estaba que ardíaaaa!!! Sin soltar la vergota erecta de mi nene, me aparté a un lado esa prenda, dejándole ver por completo mi frondosa y mojadísima concha: ¡lo jalé hacia mí, obligándole a que me la entierre toda!!!!

- ¡AAAHHHHHH!!!! –exclamé, soltando de golpe todo el aire de mis pulmones, sintiendo a mi Javichito cayendo encima mío y clavándome deliciosamente.

¡LO ESTABA HACIENDO!!!, pensé por un segundo: me le estaba entregando a mi hijito,… pero no me importaba; ¡pese a estar yo mojada, su vergota me estaba dilatando por dentro por completooo!!! Yo me abría de piernas con desespero, gozando como loca, después de tantos años de una riquísima verga hundiéndoseme en las entrañas! Ya con mi Javi encima, lo tomé de la cintura; con desespero, empecé a obligarle a que me bombee con fuerza,… como una puta vieja que le enseña a su primer chiquillo y cliente bisoño:

- ¡ASIIII PAPITOOOO,… ASIIIII,… Ahhh!!!,… ¡AAAAHH!!! –gemía yo desenfranada-, ¡métemela más!,… ¡MÉTEMELAMAAAASSS!!!!,…

Mi nene era inexperto, pero tan bien dotado que no me importaba: embotado por el alcohol y por todas esas sensaciones nuevas, se dejó llevar: ¡berreaba como un animalitoooo,… meneándose hasta que aprendió a metérmela y sacármela de dentro como me gustabaaaa!!!!

- …¡AH, AH,…AHHH,…AAAAHHH!!! –gritaba ya yo como una loca-,… ¡MÁS FUERTE,… MAS FUERTEEEE!!!!,…

Estaba yo ya fuera de control; me bajé le corsé del baby doll. A la fuerza le obligué a que me chupe las tetas mis pezones que explotaban,….. ¡SIIII: ASIIIÍ!! Me volvía loca sintiendo sus huevos golpeteando con fuerza contra mis nalgas: ¡era la locuraaaa!!! Desnudándolo como una salvaje, lo volteé, dejándolo boca arriba, y me senté con furia sobre él: ¡ahorcajadas me dejé caer sobre la verga de mi hijo, ensartándome por completo!!! Fui una zorra absoluta y no me arrepiento: grité, gemí, lloré de gozo, sintiendo semejante lanza arrancándome descargas de placer desde mi entrepierna, y recorriéndome todo el cuerpo. Le mordí el cuello a mi Javi, lo besé en la boca, le metí la lengua como una perra cualquiera,… y todo eso, mientras alzaba y culo y lo dejaba car con fuerza contra su verga divina, ensartada dentro mío, haciendo crujir mis entrañas mojadas y también haciendo crujir mi vieja cama de bronce. Mi Javichito gozaba como loco, sin parar de estrujarme las tetas, que se bamboleaban lascivamente frente a él. Tras darle una cabalgata demencial, me qité finalmente las bragas y acostada boca arriba, alcé las piernas: mostrándole mi raja roja y mojada, le rogué que me coga de los tobillos y me la meta; ¡Javichito me obedeció: me alzó de los tobillos y me machacó con furia, haciendo temblar mi inmenso culo con sus huevossss!!!. Fueron largos minutos de total locura desenfrenada que acabó como debía ser; una descarga de leche inmensa, furiosa y ardiente, me abrasó por dentro: ¡casi sentí que me iba a salir lechada por las narices!!! Tras gemir fuertemente y caer en la cama, rendida, sentí un potentísimo orgasmo, que me duró varios minutos,… después, simplemente me desmayé, rendida.

Desperté a la mañana siguiente: la cama estaba deshecha; el uniforme de marino, tirado por todas partes y yo,… mojada aún de sudor y semen. Javichito no estaba conmigo: en algún momento se fue. Al principio pensé en la locura que había hecho y en cómo se sentiría mi nene,… pero después pensé, ¡qué diablos!, si con esto no dejaba esa tontería de ser cura, no lo haría con nada. Mientras trataba de peinarme con la mano mi cabellera revuelta, sentí que alguien me observaba: era un cuadro que tengo en mi alcoba: el retrato del tatarabuelo Norris P. Hamsel. Sentía que me miraba con reproche:

- …¿Y qué me miras tú?,… -le dije, aún borracha-, ¡tú te casaste con tu prima hermana de 14 años!!!,…

A pesar de todo, luego me sentí satisfecha conmigo misma; apenas dos días de aquella “velada impropia”, mi Javichito había cambiado por completo: empezó a desaparecer dinero de mi cartera. Sin decir nada, mi “nene” salía todas las noches, regresando de madrugada, casi cayéndose de borracho. Con satisfacción veía yo sus camisas con manchas de rímel, sus bolsillos con recibos de hotel y cajitas de condones. Asimismo, Martina no se daba abasto para responder el teléfono: decenas de jovencitas preguntaban por él; de curas o religión, ni asomo. ¡Perfecto!, me dije a mí misma; ya conocedora yo del enorme aparato de mi hijito y su líbido animal, pensé que el asunto de esa noche quedaría en el olvido.

Pero me equivoqué: pocos días después, en una madrugada de sábado a domingo, el ruido me despertó. A medias dormida escuché el auto de mi hijo estacionándose frente a la puerta de la casa. No me moví, ya que me estaba yo ya acostumbrando a escucharlo subiendo a tropezones por las escaleras. La puerta de mi dormitorio se abrió de golpe, a la vez que se encendían las luces de mi dormitorio:

- … Mmm,…¿qué pasa?,… ¿”Javi”?,…
- … ¡Jeje: hola,… “mamy”!,…

¡Dios: se me erizó el cuerpo! Tenía esa mirada de loco, de enfermo, ¡ESA MIRADA QUE TENÍA SU PADRE, CUANDO TAMBIÉN VOLVÍA BORRACHO A CASA, DESEANDO HACERME SU MUJER A LA FUERZA!! No le importaron mis gritos: ¡se me abalanzó encima, tiró al suelo las cobijas, riendo con fuerza cuando traté de taparme pudorosa!!

- ¿Qué haces con ese pijama? -me dijo con un tono de voz que me erizó: del macho que manda-,… me gusta verte vestida “de otra forma”,…. “mamy”,…

¡Estaba hecho un loco!!, en un tris me arrancó la ropa que llevaba encima, dejándome desnuda frente a sus ojos, abriéndose sin pudor los pantalones, exhibiendo su verga animal!!!

- ¡JAVICHITO, POR DIOS, NOOO!!!!,… - grité yo aterrada, sintiendo su enorme aparato penetrándome, fustigándome por dentro-,…¡NOOOO!!!,… ¡SOY TU MADRE, NOOO,…AHHHH,…AAAAH!!!!,…
- …¡Calla puta!,… -me soltó de golpe haciéndome callar de inmediato-, ¡no te hagas ahora la pudorosa!,…

Con una fuerza descomunal me la volvió a enterrar, ¡me moría de gozo y de vergüenza: Martina estaba en casa y nos iba a oír!!! Mordiendo la almohada con furia, traté con todas mis fuerzas, de ahogar mis gemidos de placer; ¡mi Javichito me estaba haciendo tener orgasmos sin pararrrrr!!!!

Tras hacerme correr más de una vez y no satisfecho, mi Javichito me volteó como todo un experto y me obligó a ponerme en cuatro ante él; un potente escupitajo cayó justo en medio de mis nalgas, haciéndome sentir como cualquier puta barata, ¡me empezó lubricar el ano: ME IBA A PENERAR CONTRA-NATURA!!!

- …¡NO LO HAGAS, JAVIER!!!,… -rompí en llanto-, ¡ni tu padre me lo ha hechooo: NOOOO!!!!,…

Fue una súplica vana: casi al instante sentí su cabezota abriéndose paso dolorosamente por mi estrecho conducto. Un latigazo de dolor inmenso me desvaneció: solo pegué un grito, agudo y corto, después, todo el aire que tenía en los pulmones, se me salió de golpe, y dejé caer el rostro contra la almohada, viendo todo borroso. El resto fue una larguísima sucesión de sensaciones: de dolor a placer y de vergüenza a lascivia. Comencé a llorar a lágrima viva, mordiendo con fuerza la almohada, desgarrándola con los dientes,… sintiendo esa cosa enorme abriéndome por dentro: ¡sentía todo mi culo abierto, separado con furia,… mis piernas se abrían hacia los costados, separadas por esa barra enorme en mediooo!!! No paró hasta llenarme el agujero de su lechada caliente y abundante; ¡quería morirme al saber que él estaba detrás de mí y mi ano abrasado palpitaba, soltando borbotones de leche sin parar!!!,…

El tiempo ha pasado y me he ido acostumbrando a todo: a ser vejada y recibir a la vez, ese divino gozo enfermo, que me brinda mi hijo. Martina me perdió el respeto y al poco tiempo se fue, escandalizada: tuve que pagarle muy bien, para que mantenga la boca cerrada. Ahora Javier (¡si le digo Javichito se arma unaaa!,…), me obliga cuando se le antoja, a que me vista con los uniformes de Martina: goza con verme vestida de sirvienta,… para luego destrozarme el uniforme, y hacerme suya.

Así es: ahora mi hijo no quiere más de la vida que divertirse, cogerse chiquillas por ahí y por allá,… y rematar las farras con su sumisa esclava que la aguarda en casa: yo. En cierto modo, mi vida ahora es como cuando su padre: borracho, pedenciero, putañero, y tras la farra, la mujercita abre las piernas en casa,… Pero no todo es malo: hoy Javier abrió la puerta de la casa; eran unos curitas de esos de antes, que venían a verlo: los corrió a patadas e insultos,... (suspiro), ¡lo que tiene qué hacer una madre, por el bien de su hijito!,…

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