22 ene 2012

Amigas agradecidas



Un relato de: Krakkenhere.

Maricela era una chica bastante común y corriente; nada espectacular la destacaba de otras chicas y se le podía considerar como, una buena chica que no mataba ni una mosca; nos conocíamos desde niñas, del colegio y por casualidades de la vida –no era mi íntima amiga ni nada parecido-, cuando entré a la Universidad descubrí que estudiaría mi misma carrera y que incluso estaríamos en el mismo salón: esto tampoco hizo que nos volviésemos íntimas amigas pero un suceso realmente sin importancia hizo que ella me apreciara muchísimo: sucedió un día cualquiera; un profesor particularmente odioso –más bien aborrecido por todos-, sin ton ni son empezó a agarrársela de gritos con Maricela por nada más que unos simples errores ortográficos en un trabajo, ¡y Maricela ni corta ni perezosa, empezó a alzar la voz!,… y la verdad, ni chicos ni chicas de la clase salieron a apoyarla ¡dado el miedo que le tenían a ese loco profesor!; la verdad, Maricela tenía razón en el hecho de que no era forma de hablar la de ese sujeto.

A cada imprecación de Maricela, el bestia de profesor le replicaba con otra más fuerte y sin medirse en las vulgaridades que profería (¡hay cada gente!), pasados unos minutos, vi que a la pobre se le aguaban los ojos de impotencia y estaba a punto de quebrarse; ahí intervine: me puse de pie y me puse entre ella y ese profesor. Con firmeza pero sin vulgaridades, le dije que era un tal por cual y amenacé a gritos con denunciarle con el rector.

De pronto, se hizo el silencio. EL bolondrón había terminado y el sujeto ese pescó su maletín y salió del salón bufando. Todos me aplaudieron de golpe mientras Maricela se desvivía agradeciéndome,…. Y yo colorada de la vergüenza. No suelo ser de hacer esas cosas.

Ya fuera del salón, por mera casualidad, me crucé con el rector en medio del patio; no le dije nada –más bien, me preguntó la hora-, ¡pero el repelente profesor me vió por casualidad!,… al igual que todos mis compañeros. Al día siguiente, el sujeto se disculpó con la clase entera y rectificó la nota de Maricela. Todos, incluida ella, pensaban que había yo hecho algo, pero no era asi.

En fin, era sábado y yo estaba esa tarde en mi casa, mirando la TV; mis padres habían salido y no tenía nada más que hacer que esperar que caiga la noche para salir a distraerme, y de pronto sonó el teléfono: era Maricela:

- ….Quería pasar a tu casa para agradecerte por lo que hiciste por mi –me dijo-, te tengo un presentito,… 
- ¡No hace falta que lo hagas, Mari!,… -le repliqué de inmediato-, no fué nada; hoy por ti, mañana por mi. Olvídalo. 
- …Igual pienso yo,… -me replicó con un tono de voz extraña-, pero de todas formas quiero hacerlo: además, estoy a unas cuadras de tu casa,…

¡Qué le íbamos a hacer!, ya puestas las cosas en ese plan, no quise desairar a mi amiga así que accedí; tras colgar, me fui a mi cuarto a vestirme mejor; me saqué la vuelo mi camiseta holgada que llevaba y me puse un pulóver de hilo rojo que se me ve monísimo (sobre todo cuando no uso sostén, como en esa ocasión) y con mis jeans, ya estaba lista para la caída de mi inoportuna amiga.

Sonó el timbre y bajé rauda a abrir; ahí me llevé la primera sorpresa de la tarde: Maricela no venía sola, sino que acompañada por su hermano (lo conocía también del colegio)

- Hola Cristina ¿te acuerdas de mi hermano Beto? (afirmé con la cabeza y él hizo lo mismo, mostrando una leve sonrisa), le pedí que me acompañe porque no me gusta salir sola ¿está bien?,…

¡Y ahí íbamos de nuevo!; los hice pasar y realmente la actitud de Maricela me intrigaba: decía y hacía las cosas como si lo que ella dijese, fuera ley; con una confianza y seguridad inmensa (¡qué diferencia a días antes), en fin, entró a mi casa, seguido a pocos pasos por Beto: en realidad él no se le despegaba de ella ni siquiera unos pasos (algo raro ya que, yo también tengo un hermano pero no lo tengo tan cerca de mí nunca) Maricela es bajita pero de un cuerpo muy bien formadito: morena de cabello largo y ondulado, pechos saltones y redonditos, estrecha cintura, culito alzado y piernas bien formadas. Vestía una falda jean apenas arriba de la rodilla pero que le iba muy bien, zapatos de plataforma, una camisetita blanca y una casaca también de jean. Se veía mona, ¡pero de quien no podía despegar yo los ojos era de Beto!; un año menor que ella, desde el cole fue la fruta prohibida de mi y de todas mis compañeras de cole: morenito él, de ojos negros brillantes e intensos, cabello corto azabache y bien peinado; de rostro fino pero muy varonil, tenía pinta de modelo ¡y qué cuerpo!, se notaba que había dedicado los últimos tiempos al gimnasio: pectorales firmes y bien notorios, brazos musculosos (pero no demasiado), cintura estrecha y culo paradito y duro ¡y con los jeans negros que vestía, se notaba muy bien un notorio paquete entre las piernas!; estaba hecho un modelito: vestía una casaca de cuero y camisa negra abotonada.

Apenas pasó por mi lado sentí su colonia,…. Y su aroma a hombre ¡y me enloqueció! Por un instante, me hizo un lío la cabeza con locas y ardientes ideas.

- ¡Pero qué linda tu casa!,… me dijo Maricela mirándolo todo en la sala-, ¿están tus papis?, quisiera saludarlos,..
- No están, salieron y regresan tarde –le dije-, no te preocupes, nadie nos va a interrumpir. 
- ¡Ah, tanto mejor entonces!,… -me replicó rápidamente. 
- …Lo que sí, discúlpame pero no tengo nada qué invitarte,… me llamaste tan de repente que ni tuve tiempo de comprar nada,… 
- No te preocupes por eso Cris –se apresuró a decirme-, faltaba más: Beto irá a la tienda de la esquina y traerá algo; pasamos por ahí y se nos olvidó traer algo. Beto: ve y trae gaseosas y unas papitas,…

Como impulsado por un resorte, su hermano se puso de pie salió raudamente y sonriente a hacer el encargo ¡qué maravilla de chico, qué atento!, pensé. La verdad, no se tardó casi nada; apenas nos dio tiempo a Maricela y a mi en la cantaleta que no tenía cuando acabar: que quería agradecerme mi ayuda y yo que no me debía nada; a los minutos llegó Beto con gaseosas para todos y un par de bolsas de bocaditos (me hubiese gustado que trajera un trago,… por si así se animaba a conversarme, pero en fin,…) Maricela ni alzó la vista al ver llegar a su hermano y eso que se notaba que él se desvivía por ella:

- …Lo que sí te pido es que me aceptes un presentito que te he traído,… - finalizó Maricela-, eso si no me lo vas a despreciar,… 
- ¡Está bien! –me rendí finalmente-, te lo acepto y no más hablar del tema. 
- ¡Perfecto! –exclamó mi amiga satisfecha.

Me iba a parar para servir lo que trajo su hermano, pero ella no me dejó “deja que Beto nos sirva” exclamó; al segundo él me preguntó por la cocina y llevó las cosas allá. Presto y atento como solo él, Beto regresó con vasos con gaseosa y hielo y una fuente de papitas. A partir de ese momento los tres empezamos a charlar de anécdotas del cole; yo la estaba pasando requetebién; Maricela era muy ocurrente y divertida y Beto, era todo un caballerito; solo hablaba lo necesario, era bien correcto y atento ¡y se reía de todas nuestras babosadas! (suspiro), lo único malo es que ni me miraba siquiera (al menos no como yo quería en ese momento)Pasado un rato, me fui al baño a arreglarme un poco; frente al espejo no paraba de pensar en Beto: ¡me atraía muchísimo!, y la verdad, a pesar de que yo tenía novio ( un pelele de la U que ya no me encendía), ¡pero Beto se veía modosito si, pero físicamente llenaba todas mis expectativas del hombre que me gusta para gozarrrr!; me tuve que refrescar un poco: ya casi no podía disimular el calorcillo que me dominaba,… y que empezaba a humedecer mi entrepierna.

Al salir a la sala de nuevo, empecé a retomar la conversación en donde la habíamos dejado, pero Maricela me interrumpió de pronto:

- …Bueno bueno,… - me soltó de pronto Maricela, tras acabar su vaso de gaseosa sonoramente-, ya que se hace un poquito tarde y sé que vas a salir, quiero entregarte tu regalito: con mucho cariño y agradecimiento para ti: Beto,…

Yo estaba sentada, vaso en mano también, junto a Maricela y su hermanito se puso de pie frente a nosotras rápidamente; lo que hizo a continuación,… simplemente me dejó sin habla,…

Como un zombie, muy quitado de la pena, y sin ningún pudor,… ¡con tres rápidos movimientos de sus manos, Beto se quitó la camisa y se bajó los pantalones hasta los tobillos!!,… su cuerpo juvenil, varonil y desnudo estaba así, de golpe, frente a nuestros ojos: me quedé muda, el vaso se deslizó de mi mano y cayó sonoramente sobre la alfombra,…

No llevaba puesto ropa interior; casi al instante que se bajó los pantalones, se alzó frente a mis sorprendidos ojos su enorme paquete: erecto al máximo, tenía ante mis ojos un, valgan verdades, excelente pene erecto y juvenil, apuntándome,… ¡la cara se me inflamó al instante!, ¡me quedé sin aliento, nerviosísima al extremo y sin saber qué hacer o decir!!

- … Mmmm, ¿rico no?,… - exclamó Maricela, rompiendo el incomodo silencio; como una experta y sin mostrar ni pudor ni ningún asco ante lo que hacía, se incorporó y con toda confianza, tomó firmemente con la mano el pene erecto de su hermano,… ¡y empezó a masturbarlo frente a mis ojos!!!,… era un espectáculo extraño de ver: en vez de que se le pusiese duro como roca –como a cualquier chico-, ¡el pene de Beto se volvió casi gelatina en la mano de Maricela,… y él,… y él,… empezó a gemir, se le tensaron todos los músculos de sus piernas,… ladeó el rostro hacia su hermana y con los ojos desorbitados, empezó a dejar caer a la vez un hilo de saliva de su boca,… mirándola a ella,… como una “nena enamorada” (¡lo juro!), y mientras a la vez, ante mis ojos, la cabeza de su pene iba dejando caer un delgado hilo de semen incipiente. ¡Era una escena alucinante, irreal!!,… ¡las piernas me temblaban sin control, mientras mi respiración agitada se incrementaba, mientras les veía haciendo ese espectáculo ante mi: Marisela le tomaba el pene y los huevos al mismo tiempo, jalándolos con fuerza frente a mis ojos, mostrando una sonrisa burlona mientras Beto soltaba gemidos de placer insano; todo su pecho, sus pectorales perfectos desnudos, estaban plagados de arañones y moretones de salvajes chupetones,… y su hermana Maricela, le mordisqueaba y lamía el cuello:

- …Él es “mi perrito”,… -empezó a decirme sin dejar de masturbarlo,… pero a ratos apretándole dolorosamente el glande, como para impedir que se viniese-, lo descubrí hace dos años, sin ropa, masturbándose en mi cuarto, y oliendo mi ropa interior sucia,… es un pobre enfermo,… y desde entonces hago con él lo que quiera ¿verdad perrito?,… 
- …Ahhh,… ¡aaaaahhhh!,… sí mi amaaaaaaa!,… -le repitió un y otra vez Beto, obnubilado, controlado, sumiso al extremo máximo.

La escena era casi un imposible de presenciar: en parte la cabeza me reventaba al ver tal nivel de sumisión y de depravación,… en parte me moría de pánico que mis padres llegasen y viesen de golpe, semejante espectáculo; en parte se me rompía algo,… dentro del corazón al ver al objeto de mis juveniles sueños de amor,… vuelto un esclavo ¡de su propia hermana!,… y en parte, no podía impedir un ardor casi doloroso que iba creciendo entre mis piernas,…

- Este es mi regalo: puedes hacer con él lo que quieras,… o que te haga lo que gustes: es muy complaciente,… -me decía Maricela mientras yo, confundida al extremo, negaba furiosamente con la cabeza-, no te preocupes, Cris, “mi perrito “ hace todo lo que yo le diga ¿no es cierto, perro?,…

- …Siii,… si mi ama me pide hacerte feliz, yo seré feliz en complacerla!,… -musitó Beto, viéndola a ella primero y al recibir una venia de su hermana, con el rostro, mostrarme una sonrisa inmensa y ansiosa.

Todo entonces empezó a ir demasiado rápido: Maricela, con un firme golpe con la rodilla, le hizo caer de rodillas ante mis pies; Beto ni se inmutó: prácticamente disfrutó ese golpe. Ansioso al máximo, el hermano de Maricela se apresuró y me quitó mis zapatillas y mis medias, ¡Y EMPEZÓ A LAMERME LOS PIES COMO UN ANIMAL!!!, ¡traté de alejar mis pies de él pero me fue imposible!!; su boca casi me comía los dedos por completo, ensalivándomelos por completo, mientras yo era presa de un indescriptible pánico, mientras su hermana nos veía, suspirando cada vez con más fuerza, acariciándose por encima de su ropa con anhelante insistencia.

¡Su lengua era deliciosaaaaa!,… me arrancaba descargas de placer incontenibleee!, los jadeos animales de Beto hacían que a cada segundo dejara yo de verlo como un amor platónico y más deseara que continuase, que no parara,… pero a la vez, el ver a su propia hermana viéndonos en esa situación, me impelía a pensar en parar toda esa locura,… antes que llegase a mayores,…

No lo pude evitar: Maricela, al final de cuentas, tenía control total en la situación: como ama y señora de semejante insano suceso, tiró al suelo su casaca jean, su camiseta y con un coqueto movimiento, se bajó su faldita: así quedó desnuda ante mi, con su hermano aún de rodillas y entre ambas; solo llevaba por bragas, lo impensable: una delgada pero ruda soga de estopa, a forma de hilo dental, que se le metía en medio de sus labios vaginales,… y que se imaginaba que por atrás, le separaba por completo la raja del culo,...

Como una infame amazona, Maricela se encaramó de piernas abiertas sobre las caderas de Beto; ahí empecé a ver el grado de perversión de mi amiga; sus dedos largos se introdujeron entre las nalgas de su hermano, haciéndole soltar gemidos y lágrimas: 

- …¡No amaaaaa, noooo!!! –empezó a suplicar llorosamente Beto para mi desconcierto-, ¡no me lo quites, no me lo quiteeees!!!,…

¡Maricela sacó ante mis sorprendidos ojos, de entre las nalgas de su hermano, un larguísimo consolador!! - …¡Silencio perro!,.. –le dijo y él se cayó de inmediato. Luego se dirigió a mi-,… le encanta que se lo meta y se lo deje ahí, pero ¿sabes amiguita?, prefiere mis dedos,…

Mi amiga me dejó helada con lo que hizo a continuación: se metió los dedos índice y medio en la boca y tras ensalivarlos mientras me miraba fijamente a los ojos con mirada enferma, se los metió por completo en el ano de él, ¡introduciéndoselos y sacándolos con fuerza, una y otra vez mientras le mandaba!:

- ¡Cómele la raja, perro: ELLA LO DESEA!!!

¡Ahí sí entré en total pánico: BETO ME TOMÓ DE LOS TOBILLOS Y COMO UNA BESTIA ME HALÓ HACIA ÉL EN EL SUELO, MIENTRAS ME SACABA A LA FUERZA, RAPIDÍSIMO, EL JEAN Y MI CALZONCITO AL MISMO TIEMPOOO!!!

En cuestión de segundos quedé desnuda de la cintura para abajo, impedida de ocultar mi entrepierna sonrosada y mojada; ¡casi solté a chillar de miedo al tratar de alejar mi rajita del caliente y pesado aliento jadeante que soltaba Beto sobre ella!!; prendida de las uñas del borde del sofá, sólo escuchaba una y otra vez la voz de Maricela casi gritando una y otra vez “¡cómele la raja, perro: ELLA LO DESEA!!!” ,…. Era cierto: tan insólita y enferma situación me tenía absolutamente mojada y fuera de mi ¡empecé a dar de pataditas de puro nervios a Beto,.. pero era más que nada de pura disimulada pues su aliento ardiente, jadeante de perro, recorriéndome las piernas desnudas me erizaba por completo!!!

Una tremenda y húmeda lengüetada de Beto, que me recorrió desde el agujerito de mi ano hasta el final de mi raja, acabó en un instante toda “resistencia” de mi parte: mis piernas cayeron cual trapos - ¡trapos humedísimos!-, a ambos lados, mientras yo, pobre de mi, cerraba los ojos y me dejaba llevar,… la lengua de sabueso de Beto, el hermano de mi amiga, empezó a recorrerme por absoluto mi temblorosa y excitada intimidad más íntima: las manos de Beto me tomaba firmemente por los muslos, abriéndome más y maaaas,…. No lo veía en ese instante, pero los largos dedos de Maricela se hacían notar: un clocqueo constante y muy sonoro, sirve de fondo de los pausados pero embriagantemente enloquecedores jadeos de Beto, mientras sus labios se funden desesperadamente con mis ahora ardientes y muy sensibles labios vaginales. Lo admito: empecé a gemir como una perra; me prendí de la cabeza del hermano de mi amiga, de mi otrora amor imposible, despeinándole con salvajismo, halándole con desespero,… ¡AHHHHHHH, casi suplicando que me metiese su lengua lo más hondo que pudiese dentro de miii!!!!; ni Beto ni su hermana hacen caso a mis súplicas: en cuestión de minutos me hicieron -¡siii. Ambos me hicieron!-, llegar a tener tres potentísimos orgasmos consecutivos y pudieron ser más, y no le hubiese importado en lo más mínimo.

Tratando de evitar pegar un grito salvaje, producto de un nuevo orgasmo que se me venía, me hice para artás, tratando de esquivar la lengua de Beto, ¡PERO LO ÚNICO QUE CONSEGUÍ FUE EXPONER MI PALPITANTE ANITO A SU LENGUA, NOOOOOO!!!!! El hermano de Maricela no desaprovechó la oportunidad; ordenado por su infame hermanita, me alzó las piernas por completo y se hundió de boca entre mis nalgas separadas ¡Oohhhh, era una locuraaaaaa!!!!, no lo resisití: me subí yo misma mi pulóver de hilo, mostrándoles con desvergueza, cómo me estrujaba mis tetas ante sus ojos una y otra vez, suplicando entre tartamudeos, que él, que ella, ¡QUE QUIÉN SEA, ME LAS MUERDA HASTA HACERME DOLEEEER!!!

Marciela, excitada al máximo, me miró con mirada enferma: se incorporó al instante y tomando firmemente la verga de su propio hermano, la empezó a colocar en el ingreso de mi ensalivado agujerito posterior, a la vez que con su otra mano, pugnaba por abrirle paso a su ahora, durísimo pene.

- ..¡Mmmmm asiiiii!… ¡clávasela toda por en culo, “perro”!!!,… ¡métesela todaaaaaa: ella lo quiereeeee!!!!!,…

Beto ya no hablaba: asentía y jadeaba como un animal,… y obedecía por completo. Apenas sentí cómo su cabezota se trataba de abrirse paso por mi estrecho conducto, entré de nuevo en pánico: ¡casi rompo a llorar!, le rogué a Marciela que se detuviese,… nunca me había dejado penetrar por ahí,… y temía que fuese demasiado para mí: simplemente no tenía control en lo más mínimo de la situación y necesitaba eso con urgencia. Maricela apenas podía controlar a su “mascota” hasta que un hecho providencial vino en mi ayuda: mojadísima como estaba en toda mi entrepierna, un último intento de Beto por abrirme por el culo, hizo que se le deslizara la verga, enterrándoseme por completo en mi raja ¡y solté un gemido animal de placer para empezar a dar de gritos “¡MÁSS, MAAAÁSSS!!”; no se necesitó decir más nada: Beto se me encaramó encima y su hermana, gozosa de ver cómo me follaba, se nos incorporó a nosotros, prendiéndose de una mano de la verga de su hermanito, obligándole a bombearme más y más hondo, mientras hecha una loca, me mordía con desespero las tetas, casi arrancándome los pezones,….. ¡fue una locura!; el hermano me montaba como una perra, salvajemente, metiéndomela hasta lo más hondo de mi, a toda velocidad, como si en ello se le fuera la vida,… mientras que su hermana me comía los pechos, el cuello, la boca,... haciendo realidad mis fantasías lésbicas tanto tiempo anheladas,…. Beto me bombeó hasta dejarme sin sensibilidad de la cintura para abajo, hasta que su abundante y juvenil marea de lechada caliente me llenó por dentro por completo, ¡mientras maricela, experta ella me ahogaba casi con un profundo y apasionado beso que impidió que en todo el barrio escuchara mi grito animal!!!

Quedamos tirados en el sofá los tres, jadeantes y dichosos: yo, ya desprovista de toda vergüenza ante ellos, desnuda, sudorosa, chorreando leche caliente por mi entrepierna,… agradecida del gozo recibido. Maricela me ve sonriente, sin dejar de mordisquear fuertemente la pieza de su hermano, sorbiendo el semen que aún sale de su miembro, clavándole las uñas dolorosamente en sus testículos, cosa que Beto recibe como si fuese una deliciosa caricia,… mientras mira a su hermana, con ojos embriagados de amor, feliz al infinito, de haber complacido a su “ama” en todo.

- …¿Te gustó mi regalo, Cristina?,… -, me dijo Maricela, susurrándome. 
- …¡Me encantó!,… -, le repliqué, tras recuperar el aliento. 
- …Te lo dije: soy muy agradecida,…

Iba a replicarle, pero un ruido proveniente del segundo piso los sobresaltó a ambos: yo sabía de qué se trataba, pero por lo insólito y rápido que ocurrió todo, no tuve tiempo de decirles nada. Maricela y Beto estaban intrigados. No me tardé nada en bajarme mu pulóver, ponerme mis jeans de nuevo y ponerme de pie; “y yo también,…. Bueno,…”, apenas tuve tiempo de decirles: los ruidos pausados bajaban a nosotros, desde el segundo piso. 

Aterrados, Maricela y Beto se pusieron de pie como accionados por un resorte: muertos ambos de la vergüenza se apresuraban a tratar de cubrir sus impúdicas desnudeces, “¡no pasa nadaaa,…!” les dije alegremente, desde el pasadizo, pero no me hicieron caso:

“¡DIOS MÍO!”, exclamó de pronto Maricela al verlo llegar.

Caminado a cuatro patas, desnudo, arrastrando su cadena, babeando mi calzoncito metido en su boca y alzando como una cola el pepino que le metí en el culo hace ya unas horas, entró a la sala, viniendo hacia nosotros Fito, mi hermano mayor. Apenas estuvo a mi lado, tomé su cadena y lo alcé del cuello, apenas haciéndole yo caso a sus jadeos, muerto de amor por mi:

- …Es que,… la verdad Maricela, este “perro” y yo tenemos el mismo acuerdo que Beto y tú,… y lo que te iba a decir, ….es que como te dije,… yo también soy muy agradecida,…

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