13 ene 2012

Títeres porno: "la gente se calienta y se ríe de haberse calentado con un muñeco"





Un joven gásfiter llega a la casa de una señora pituca para destaparle las cañerías. El marido de la dama no se encuentra en casa y el resto ya se lo imagina: la clásica escena porno, fantasía de muchos obreros de la fontanería, dueñas de casa aburridas y personas que no son ni lo uno ni lo otro. Sexo del más explícito, pero donde la carne es reemplazada por la espuma plástica.

Una pincelada de lo que se puede de manos de la compañía argentina “69 a la cabeza”, que ya lleva un fin de semana sacando risas y otras sensaciones menos -demostrables en público- en “El Ladrón de Bicicletas”. La obra, que ha sido un éxito de taquilla en Buenos Aires, se puede ver de jueves a sábado hasta el 28 de enero.

La actriz Cecilia Villamil, parte de la compañía, cuenta que el trabajo con títeres “nos da la posibilidad de investigar áreas como la sexualidad, el erotismo y la pornografía, de una manera en que nosotros, actuando, no podríamos hacerlo. Por eso para nosotros es liberador y nos da muchas más posibilidades”.

-En ese sentido, pareciera que la pornografía sólo es posible a través de las cámaras… ¿o en el teatro también es una posibilidad?

-Bueno, no sé si sería posible para nosotros, pero bueno, de eso se trata este espectáculo, porque permite pensar un poco sobre el tema. Y sí, es porno porque hay sexo explícito entre los muñecos, pero a la vez somos gente común. No somos pornostars, ni mucho menos.

-¿De dónde salen las ideas?

-Lo que nos nutre son nuestras fantasías. Cuando empezamos a armar el espectáculo poníamos nuestras fantasías a disposición en los ensayos y por ahí con vergüenza cada uno decía “deberíamos hacer tal cosa, tal otra” e íbamos armando algo. Y nos fuimos dando cuenta de que hay fantasías colectivas, que muchos comparten. De ahí a que las lleven a la práctica es otra cosa, pero son parte del imaginario colectivo. -¿Se nutren de las películas porno?

-¿Sabes qué? Mucho menos que de temas reales. Todos hemos visto alguna película porno alguna vez, claro. Lo que tiene el espectáculo son distintos números, y todos terminan con algo erótico, pero el rol protagónico es la fantasía.

-¿Los muñecos quién los hace?

-En un comienzo los hacíamos nosotros. Ahora los hace un artista que se llama Gustavo Garabito, que trabaja en Buenos Aires. Los vestuarios los hace un vestuarista llamdo Javier Maureiro.

-Me imagino que la pasan estupendamente bien en este trabajo.

-La verdad es que sí. Nos reímos mucho. Y disfrutamos que el público se divierta y lo pase bien.

-No se sienten actores porno, entonces.

-¡No, no, no, no! Para nada. Nosotros no ponemos el cuerpo ni mucho menos. El actor porno pone la carne. Nosotros, no. Todos somos actores de teatro y trabajamos simultáneamente en otras cosas, que no tienen nada que ver con el erotismo.

-¿Y los estertores de las escenas, de dónde los sacan?

-Nos nutrimos de nuestra propia experiencia, de exagerarlo y llevarlo a un punto donde tenga humor, que no es realista. Es muy provocador lo que hacemos. La gente se calienta también, pero el humor es lo más importante y exacerbamos las escenas y las llevamos a un punto de ridículo.

-¿Dices que hay gente que se calienta?

-También se ríen. Lo primero que nos dicen es que se ríen mucho y también pasa que la gente se calienta y se ríe de haberse calentado mirando un muñequito. Se sorprenden de donde los lleva la obra.

(FUENTE: lanacion.cl)

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